Ante un domingo otoñal, el cual descendiera varios grados a la noche, se antepuso una "ola de calor" con aliento boricua.
Mientras varias cuadras de cola todavía desfilaban lentamente hacia el Anfiteatro, Jorge "el Toro" Quevedo salía al escenario a las 20, media hora antes de lo previsto, para brindar el anunciado show de previa.
Respaldado por música de pista, el exvocalista de Chébere redondeó una breve pero destacada performance, tributando a su ídolo, Nino Bravo, con clásicos inoxidables como "Libre" y "Un beso y una flor", con el cual se despidió del público. Faltando diez minutos para las 21, irrumpiría en escena el astro portorriqueño en medio de un verdadero rugido de la audiencia. Vale recordar que hacía ocho años que el artista no pisaba suelo villamariense. Así y todo había seguidoras que recordaban haber asistido en aquella oportunidad, como algunas referentes del club de fans "Lazos de amistad", que nuclea a representantes de Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y La Rioja.
Acompañado por una decena de músicos y un versatil cuerpo de bailarines, dispuestos en niveles de plataformas, el cantante arrancó su repertorio a puro ritmo con "Quiero bailar contigo" y su hit de antaño "Salomé". Con absolutamente todo el público de pie, agradeció por "este calor tan bonito" y -como en toda la gira- aclaró: "Aquí ustedes mandan".
Un agradecido
Más tarde tendría otro "diálogo" similar con su gente donde recordó visitas anteriores a la ciudad en su franco ascenso ("La carrera es como una escalera") a la vez que ensayó una introducción apropiada para un repaso por coreados éxitos de diferentes épocas.
Mientras la platea mayoritariamente femenina solicitaba con énfasis "que lo tiren a la hinchada" o que "mueva la colita", el astro caribeño mechaba obras bien explosivas con baladas bien melosas (como "Un día es un siglo sin ti" y los clásicos "Atado a tu amor" o "Lo dejaría todo") junto a canciones de alta rotación actual (como "Humanos a Marte") y novedades como la bachata "Bailando dos corazones" de su último álbum "En todo estaré", que contara una híper sensual coreografía.
Ya en la segunda parte del show, tras agradecer a cada músico, colaborador y técnico presente, Chayanne (quien a esa altura había hecho tres cambios de vestuario contando un saco plateado y varias remeras ajustadas), se dedicó a explorar su veta más melódica con "Completamente enamorados" y "Tu respiración", la balada predilecta del último disco, que fuera ilustrada por un mar de pantallas celulares.
Como buen carismático que se precie, el artista no ahorró pasajes para arrimarse a las fans, saludarlas, aferrarse de sus peluches, banderas, bufandas y hasta de una cámara filmadora con la cual registró parte del recital. Tampoco para complacer fantasías de las más variadas, al frotarse en reiteradas oportunidades su cuerpo que, dicho sea de paso, mantiene una envidiable condición física demostrada en distintas coreografías. El cierre comprendió tres “bombas”: el reciente hit “Madre tierra” junto a “Torero” y “Provócame”, para el delirio mayor. Aunque muchos esperaban una consecución de bises, el recital concluyó en una hora y cuarenta. Las ganas deberán resguardarse para la próxima.
Juan Ramón Seia