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¿Dónde están los radicales? ¿A la izquierda, a la derecha. Al centro. Adentro. Afuera?
¿Dónde están es tal vez la pregunta que hoy se haría Raúl Alfonsín asomado desde las páginas de la historia del tramo final del Siglo XX?
¿Dónde están? ¿En qué lugar del movimiento pendular de este siglo (que afectó notablemente el orden de las estructuras partidarias) se pararon?
¿Existe una respuesta clara y fundamentada para esa pregunta? Posiblemente no, pero el interrogante vale la pena. Esa “pena” de miles de militantes que creyeron y que aún creen en la importancia que tiene para la democracia el partido fundado por Leandro N. Alem el 26 de junio de 1891.
Fue una semana dura para el radicalismo de base. Un grupo de alfonsinistas liderado por Leopoldo Moreau organizó un congreso y la principal oradora e invitada de honor fue la presidenta Cristina.
Marche un sapo peronista.
En forma inmediata, el presidente de la UCR nacional, Ernesto Sanz, salió al ruedo señalando con el dedo a Moreau y amenazando con desafiliarlo.
Tal vez Moreau se irá expulsado del partido de la misma manera en que se fue Julio Cobos cuando aceptó ser el vicepresidente de Cristina.
Tal vez vuelva en un par de años, de la misma manera que lo hizo Julio Cobos.
Pero, digerir el sapo peronista no es tarea fácil para la militancia que lleva el “sentimiento” radical marcado a fuego.
Por esas mismas horas, el líder del PRO, Mauricio Macri, le bajaba el pulgar a la candidatura a gobernador de Córdoba de Ramón Mestre.
Mauricio se metió de lleno en la interna partidaria, tomó prestado el silbato de la “Coneja” Baldassi, amenazó con tarjeta roja y puso las “cosas en su lugar”.
Su fórmula favorita para la provincia está encabezada por su aliado de la primera hora, el diputado nacional Oscar Aguad.
Parece sin sentido pero la estrategia de la UCR cordobesa está siendo manejada por el jefe porteño.
Marche un sapo con salsa “amarilla”.
Ser o no ser
"Los radicales hemos cumplido nuestro deber a lo largo de la historia. El problema es cuando no sabemos cuál es nuestro deber, aquí se suele complicar un poco el radicalismo.”. El concepto fue expresado por el expresidente Raúl Alfonsín en 1992.
Hoy, parece que el radicalismo (como partido) perdió la noción de cuál es su deber en esta etapa del país.
Y en este contexto, el peronismo con todas sus variantes y divisiones se ha convertido en su principal depredador.
El kircherismo llevándose una parte de la dirigencia boina blanca y el PRO llevándose otra parte en este cóctel de mezclas extrañas y de sabores diferentes, hasta el extremo.
Un cóctel agridulce que es servido en la mesa de la política en los últimos años. Principalmente en las mesas de negociaciones de los dirigentes y sin un debate razonable con los seguidores.
En el medio de estos nuevos caminos de la ruta del poder, quedan defendiendo los ideales y las convicciones cientos de militantes que no han encontrado la manera de convencer a la sociedad de que la UCR por sí misma puede llegar a ser una alternativa válida para la República.
Jóvenes que nacieron en democracia, admiradores de Alfonsín, abrazaron la política como una causa noble y hoy quizás estén frente al dilema de “ser o no ser”.
“El péndulo de la mente humana oscila entre el sentido y el sinsentido”, sostuvo el psicólogo suizo Carl Jung.
Algunas movidas políticas actuales se manejan en la dimensión del sinsentido. Y el radicalismo necesita encontrar el punto de equilibrio.
En honor a su historia.
“Si Alfonsín estuviera vivo estaría haciendo lo que estamos haciendo nosotros, construir equilibrio democrático”.
Ernesto Sanz