Abel deja de hablar para la televisión. Entra desde el patio del hotel y saluda sonriente. Siempre sonriente. Se sienta y comienza a conversar plácidamente con EL DIARIO. La charla tendrá de todo: hablará de Mercedes Sosa, de la próxima actuación en Villa María y sobre él mismo. Especial y necesariamente de él.

 

-Vamos a empezar hablando del folclore o de lo que representa ese género. Teniendo en cuenta que te conmovés con Mercedes Sosa y que para uno eso es más importante, estar hablando de lo nuestro, de la música, antes que estar vestido de gaucho, ¿cómo tomás las críticas que te han hecho en los últimos tiempos?

-Me provoca mucha satisfacción y me siento muy honrado de que mucha gente tengaganas de compartir su tiempo y energía en brindar su opinión sobre lo que hago. Después, ninguno de nosotros puede hacer mucho con esa opinión. Aunque quisiéramos, no podríamos capitalizarla.

-Tus CD resumen todo lo que te pasa en un momento determinado. Por ejemplo, con “Reevolución”, empezaste a causar justamente una revolución en la música popular; “Sueño dorado” terminó con el Gardel de Oro y “Abel”, ¿es lo más folclórico tuyo? Te lo pregunto por una frase de Raly Barrionuevo, que una vez dijo que hacer folclore es cantar desde lo más íntimo de uno

-Basándose en eso, sí. El folclore es algo muy delicado. En definición, es el saber del pueblo y ese saber no se sujeta a una serie de tradiciones, sino a todo lo que el pueblo conozca con el paso de las generaciones y cambios del ser humano en cuanto tal. Hay muchas tradiciones que hacen a la identidad de un lugar y que sean conocidas es tan importante como generar costumbres que luego se hagan tradiciones, logrando una cultura de un lugar más grande. Digamos que desde las tradiciones y las costumbres, es el disco menos folclórico de mi carrera. Pero es, quizás, el disco más folclórico en esta intención de abrir espacios para generar cosas que con el paso del tiem po se conviertan en costumbre y luego en tradición. Capaz de acá a 20 ó 30 años, la canción “Libertad”, una vidala dada vuelta en el síncopa, termina siendo tradicional para otras generaciones. O “Que te vaya bien”, un huayno con una subdivisión más amplia que uno común, también. Porque, seguramente, regresaré a la estética tradicional cuando sea alguien más tradicionalista. Ahora quiero crear mis propias tradiciones y voy por ese camino.

 

“Mi idioma y mi carácter”

 

-Desde lo conceptual, dijiste que el anterior disco fue emotivo. A “Abel”, ¿cómo lo definís?

-Creo que hasta “Sueño dorado”, todo lo que se dio discográficamente fue una etapa de búsqueda en mi carrera. Creo que este es el primer paso en una etapa donde puedo afianzar mi idioma, mi estética y personalidad dentro de la música; mi carácter. Luego vendrá en 15 años la etapa de sentirme consagrado, en el sentido de haber creado mi idioma y la forma de reproducirlo, tanto a mi idioma como a mi carácter; bueno o malo, exitoso o no, pero mío.

-Me ganaste de mano. Iba a preguntar si te faltaba algo, con tantas cosas y tan sólo 30 años

-Me falta mucho porque aprendí mucho. Aprendí tanto que tengo que aprender a capitalizar ese aprendizaje en herramientas y saber qué hacer con ellas. Saber usarlas y no desperdiciar ninguna en la construcción de algo.

-¿Parte de esas herramientas es en tu rol nuevo de la composición?

-La composición es la carta más fuerte que tengo en mis manos ahora. Pero sigo siendo un músico en vivo. Componer es muy natural para mí y lo es tanto que dura muy poco el proceso. Entonces viene la parte del estudio, que es más un laboratorio donde muchos van a componer y es lo que me cuesta más. Si fuese por mí, haría todos mis discos en vivo.

-Eso me da el pie para destacar lo cuidadoso que sos en el escenario. El respeto que tenés para con el público, para con los músicos, para con la obra...

-Te agradezco. En cuanto a lo que me pasa es muy homogéneo en cualquier lugar. Me siento igual donde sea. Es el cantar lo más importante y lo hago en cualquier situación en la que quiera cantar. El escenario es un espacio muy importante que el público me brinda, por eso, cuando subo, gran parte del show lo dedico con la energía necesaria para crear un espacio en el que ellos (los espectadores) lo disfruten. Cuando eso se logra, todos estamos de igual a igual y es cuando se empieza a disfrutar de la música. 

 

Abel y su público

 

La historia cuenta que la segunda vez que Mercedes Sosa lo vio en camarines, le pidió que no llorara como lo hizo la primera. 

Así era el amor que le tiene a “la Negra” y así es lo que vive cada vez más, pero, ahora, del otro lado.

“Hoy sigo llorando al escuchar a Mercedes (Sosa), a Gustavo Cerati, Chris Cornell, a Sabina... Me asalta la euforia cuando los veo o cuando me hago la fantasía de verlos en vivo o sale un disco nuevo. Entonces, sigo estando en ese lugar. Cuando a alguien le pasa eso conmigo, no digo ‘qué groso lo que le pasa con mi música’. Es más como ‘qué bueno que alguien entiende lo que me pasa’. Sigo siendo más público que artista”, dice entre risas.

Entonces se le pregunta si lo que manifiesta es aquello que lo hace tan querido. La respuesta es tan simple como cierta: “Me siento cada vez más sincero con esa situación. Poder hacer todo lo que hago, teniendo en claro qué me sucede, venciendo mi ego. Me hace saber qué es lo que quiero hacer y cómo lo quiero hacer. Eso me quita la presión de ver cuánto va a agradar eso que quiero hacer. Y eso ya es mi éxito”. 

 

Abel y Villa María

 

Hace unos años, hablando con este medio, confesó que tocar en el Anfiteatro era una aventura por el público diverso al que le cantaba. 

“Ahora -refiriéndose a la próxima actuación- será todo un desafío y un sueño cumplido. Villa María, en condición de Festival, ya es algo especial porque uno va a interpretar su música en medio de conciertos de varios artistas de todo el mundo, de varios géneros y estéticas distintas. Ahora, ir a hacer un concierto propio a ese lugar donde los conciertos que suceden son muy grandes, entonces es un lugar con mucha mística. Es un lugar más ‘artista’ que el artista. Es fuerte ir a tocar a un lugar así”.

Confiesa que será un concierto especial porque será el último antes de frenar por unos meses. Y, además, admite que en lugares tan grandes las emociones se viven de forma diferente. 

La charla termina, obviamente, con una sonrisa. Abel Pintos agradece y saluda. Tiene la misma sencillez con la que empezó allá, cuando la década del 90 finalizaba. 

Ahora es un hombre, se hizo fuerte con su voz, es el artista más popular del país en estos momentos. Pero sigue siendo él. Pese a todo lo que le está pasando, la simpleza lo sigue caracterizando. El no deja de ser Abel. 

Juan José Coronell

Especial