Los procesos sociales no los hacen las individualidades. Los grandes protagonistas de la historia no son los sujetos con nombres propios. Si bien existe quienes promueven esa visión del pasado, en realidad existen más razones para sostener que siempre prima lo colectivo, los sectores sociales, las clases. Pero eso no hace que, sin llegar a la perspectiva del héroe de la narrativa hollywoodense, existan figuras que se destacan en un momento histórico aportando a procesos sociales determinados.
Continuando la historia
Un nombre que debe ser rescatado a la hora de repasar la historia de la construcción del sistema formal de educación en Villa María es Ramiro L. Suárez, español que el primer día de marzo de 1916, junto a trece alumnos, inició la actividades de su querido Colegio Sarmiento. Un trabajador del periodismo y la educación que de esa manera arrancó con su desempeño en esta institución que tendría gran importancia en el desarrollo educacional de la ciudad. El local estaba situado en la calle 9 de Julio, allí continuó con la obra emprendida por el maestro Alfredo C. Vítulo quien fue director de la Escuela Fiscal de Varones y, en 1908, fundó el Instituto Sarmiento en un local situado en la calle Entre Ríos al 1150. Bernardino Calvo, en su libro “Historia de la educación en Villa María” señala que “Ramiro L. Suárez… venía de desempeñarse como periodista en diarios de la ciudad de Córdoba -es calificado de finísimo poeta y elegante escritor- quien, desde el año 1916, en la calle 9 de Julio 155…” abrió sus puertas el denominado Colegio Sarmiento.
En ese mismo domicilio tiempos antes había recalado Vítulo con su Instituto Sarmiento, luego de haber tenido sede en la esquina de las calles Paraguay (actual Bartolomé Mitre) y Entre Ríos. En este instituto se ejercía la enseñanza laica y al mismo concurrían tanto niñas como niños. Dos años antes que Suárez reabriera las puertas del local, ahora como Colegio Sarmiento, Vítulo desarrolló, con relativo éxito, un ensayo de escuela de nivel medio que terminó abandonando por no contar con suficiente matrícula. Igual debe destacarse que en esa escuela secundaria estudió, durante dos años, un niño que siendo hombre sería protagonista de grandes hechos relacionados con la educación en la ciudad. Ese estudiante, que cuando cursó en la escuela de Vítulo rendía libre en Río Cuarto, no fue otro que Antonio Sobral quien luego continuó sus estudios fuera de la ciudad recibiéndose de abogado.
El Colegio Sarmiento dirigido por Suárez era de carácter privado y en el año 1918, a dos años de ser creado, fue incorporado a la enseñanza oficial mediante el correspondiente decreto. En sus instalaciones desarrollaron sus experiencias alumnos pupilos, medio pupilos y externos. Los estudios eran los correspondientes a la enseñanza primaria y también se desarrolló la enseñanza comercial y se preparaba para el ingreso al Colegio Nacional y Escuela Superior de Comercio de la capital provincial. Recordemos que entonces en Villa María no existían establecimientos de educación media. Por otra parte en horario nocturno se desarrollaban clases para adultos. Se completaba la oferta enseñando “correspondencia, dactilografía, cálculos mercantiles y teneduría de libros”.
Ejercicio profesional de la docencia
En 1919, luego de tres años de exitosa experiencia, y por aumento de su matrícula, Suárez contrató un edificio en la esquina formada por la calle Bolivia (luego Balerdi y actual Antonio Sobral) y Tucumán y allí trasladó la sede institucional. El local era modesto pero igual en él se ubicaron las instalaciones del Colegio Sarmiento y, también, la vivienda familiar del director. Así quedó registrado en una nota que dirigió al municipio el primer día de agosto de 1919.
En ese lugar según recordara el profesor Bernardino Calvo, en páginas de El Diario, “llegaría a tener la matrícula más importante de todos los establecimientos educacionales, oficiales y privados, de la ciudad: 375 alumnos, y una biblioteca de mil volúmenes para consulta del cuerpo de profesores y los alumnos internos y externos de la escuela…”. Otra característica de este importante establecimiento educacional fue su Museo Escolar en el cual se encontraban numerosos elementos utilizados como recursos didácticos para el desarrollo de las clases.
En la revista editada por la Asociación Española en 1932, puede verse una propaganda del “Colegio Sarmiento Incorporado” -a la enseñanza oficial- donde se aclara que fue fundado en 1916 y era dirigido por Ramiro L. Suárez.
También pueden observarse dos fotografías, al pie de una de ellas se describe la escena: “Mapa desarmable, construido en el colegio para la aplicación del método activo en la enseñanza de geografía”. Es que Suárez desarrolló una forma de enseñanza en la que ocupaban un lugar destacado los diferentes adminículos didácticos como distintos tipos de gráficos, piezas de museo e incluso documentales. En el referido Museo Escolar entre tantas piezas de valor se guardaba un proyector que vecinos y exalumnos habían entregado a Ramiro Suárez como obsequio de cumpleaños. Con ese aparato, en la escuela se proyectaban documentales y películas consideradas con valor didáctico. Era conocida la inclinación de Suárez por destinar la mayoría del dinero que recaudaba a mejorar la educación que ofrecía la institución. Así el periódico local Tribuna, en 1923, señaló que a lo recaudado por el Colegio Sarmiento, su director lo destinaba a “aumentar el personal docente, adquisición de libros para la biblioteca escolar, refacción de locales, compra de mobiliario y material de enseñanza, institución de premios-estímulo”. Suárez también supo fundar revistas cuyas suscripciones no siempre cobraba. Sin lugar a dudas era un gran educador, entregado por entero a su gran pasión.
En 1925 Suárez también desarrolló una importante experiencia al abrir la inscripción al Nivel Medio. En el primer año se inscribieron ocho alumnos, en tanto seis se apuntaron en segundo año. De nuevo la experiencia debió terminarse por la baja matrícula. Villa María debería esperar para contar con “educación secundaria”. El maestro continuó con su esfuerzo en pos de mejorar la oferta educativa local y en el año 1920 presidió la Biblioteca Bernardino Rivadavia, luego pasó a ocupar otros cargos. En 1927, junto a Antonio Sobral, participó de la creación de la Universidad Popular, interesante experiencia desarrollada por la mencionada Biblioteca. En 1930 fue parte del grupo de profesores fundadores del Instituto Secundario Bernardino Rivadavia que dirigió Antonio Sobral. En 1937, cuando la flamante Escuela Normal Víctor Mercante abrió su Departamento de Aplicación de Enseñanza Primaria, Ramiro Suárez, que era un español que sufría por su militancia republicana, decidió transferir todos los bienes del Colegio Sarmiento a la Escuela Normal. Incluso transfirió el contrato de alquiler del local que ocupaba el Colegio Sarmiento que de esa manera cerró sus puertas. Habían pasado veintiún años desde el inicio de esa experiencia que continuaría en la nueva institución que aún tiene su domicilio en el mismo lugar, y la familia de Suárez que recibió su legado. El maestro Ramiro, eternamente estará en la memoria de la ciudad por su entrega decisiva en momentos en que la ciudad buscaba la manera de estructurar su oferta educativa.