He tenido una relación importante e intensa, como protagonista en distintos escenarios políticos de la ciudad y también como lector, porque diariamente uno se informa.
Cuando cursaba séptimo grado de la escuela primaria, una de las maneras de pagar el viaje de estudios era realizando suscripciones para EL DIARIO. A tantas suscripciones, se nos otorgaba un bono contribución.
Creo que sus grandes virtudes son el tesón, el esfuerzo y compromiso. Es una empresa recuperada y eso tiene un simbolismo importante. Recuerdo haber recibido, como parte del Concejo Deliberante de entonces, a los trabajadores frente a la incertidumbre de la pérdida de su fuente laboral.
Se trata de una empresa recuperada que es exitosa competitivamente. Y eso no es fácil. No sólo se contentó con recuperar las fuentes de trabajo, sino que tuvo ambiciones que fue logrando.
Los defectos surgen del mismo emprendimiento cooperativo. Me parece que no es fácil ponerse de acuerdo ante hechos de la realidad y mantener posiciones, a diferencia de una línea editorial clara que puede surgir de los propietarios en una empresa.
Evidentemente que pueden haber existido momentos, sobre todo en la función pública, en que uno no ha coincidido con una opinión o un criterio, e incluso alguna vez algo molestó. Pero no recuerdo cuál, eso quiere decir que no existieron grandes situaciones de tensión. Hubo una relación de respeto mutuo.
Desde la Universidad valoramos enormemente a EL DIARIO, es un medio muy importante y movilizador.
La tapa del megacanje fue mortal. Fue terrible en términos políticos. Una tapa que no pudimos revertir, había muchos elementos para explicar a la sociedad, pero lo que decía esa tapa en tres palabras nosotros necesitábamos cincuenta horas para contestarla.

Dr. Martín Gill,
rector de la Universidad Nacional de Villa María,
ex concejal, secretario de Gobierno e intendente interino