Néstor “Pipo” Rossi, un fabuloso “centrojás” (tal como se denominaba por aquellos días), regresaba hace 60 años a River Plate, el club en el que descolló, procedente de un Millonarios de Colombia, donde fue figura junto a Alfredo Di Stéfano.
Corría fines de abril de 1955. El DT de la entidad de Núñez, José María Minella, hizo el pedido correspondiente a los dirigentes y la solicitud consistía en el retorno de ese mediocampista “patrón” de la zona central.
El partido del regreso para “Pipo”, dueño ya en esos tiempos de un vozarrón singular, se dio en el estadio Monumental ante un Tigre que había contratado a dos cracks de los 40: Norberto “Tucho” Méndez y el cordobés Carlos Lacasia.
Ganó River por 1-0, gol de Santiago Vernazza, de penal. Rossi se hizo dueño de la zona central.
“Pipo” era un verdadero cultor de la “pelota bien jugada, al ras del piso”, cuentan los testimonios de la época. “El que la entrega mal, es mala persona” revelan que decía cuando un compañero no se la “daba al pie”, tal el mandato aprendido en las divisiones formativas.
De acuerdo a lo recogido por diarios de aquellos años, Rossi mantuvo distintos entredichos con un compañero llamado Gilberto Sola, que revistó esporádicamente en la entidad millonaria entre 1955 y 1956.
El “Ñato” Sola solía “plantársele” en vestuarios y remarcarle: “‘Pipo, a mí no me grités más’”, contó años después Federico Vairo, lateral izquierdo que fue titular del seleccionado argentino durante cinco temporadas.
Dicen que ese episodio valió para que Rossi cambiara su concepto sobre Sola, que más tarde vistió la camiseta de Banfield.
“Pipo” fue un arquitecto del buen pase y también se animaba con los remates a distancia. En uno de sus últimos goles, ya con la camiseta de Huracán, hacia los 60, el volante sorprendió a Antonio Roma, arquero de Boca, para decretar un empate 2-2.
Víctima del mal de Alzheimer, Rossi, que también se destacó como entrenador, falleció a los 82 años, en junio de 2007.