El adiós
Según cuenta el sindicalista Camilo Rodríguez, la mañana del 24 de marzo de 1976 se encontró con Juan Carlos Rabbia, también dirigente del gremio de los empleados municipales, con quien compartió la noticia del golpe de Estado. Ante tan grave novedad decidieron ir, en moto, hasta la casa municipal. Ingresaron al despacho del entonces intendente de la ciudad, el médico Carlos Emilio Pizzorno. Al rato entró allí el mayor del ejército, José Cayetano Torres, señalando que venía a tomar el poder político local en nombre del jefe del Tercer Cuerpo de esa arma. Preguntó quién era el intendente municipal; cuando Pizzorno se identificó, el militar le pidió que presentara a todos los demás que ocupaban la sala.
A pocos días de comenzar a desojarse el almanaque de 2001, los diarios dieron una triste noticia. Era muy delicado el estado de salud del médico y conocido vecino de la ciudad Carlos Emilio Pizzorno. Se informó que el segundo día del año sus familiares lo internaron en la Clínica Marañón y en la jornada siguiente ya estaba en coma a raíz de padecer una infección respiratoria. Había sido trasladado hasta el nosocomio desde su casa particular en la cuadra del 200 de la calle Mariano Moreno, donde se descompuso. Durante la jornada del jueves 4 de enero la vida escapó del cuerpo del reconocido dirigente peronista. La ciudad lamentó la muerte de Pizzorno, más allá de cualquier parcialidad política, se rescató su hombría de bien. Había nacido en Italia y llegado al país junto con sus padres en los años 20. La familia primero se instaló en Tandil, luego Carlos fue a Córdoba, donde estudió Medicina. Especializado en Neurología se radicó en Villa María; militando en el peronismo llegó a ser intendente en la ciudad y luego concejal, entre 1991 y 1995.
Expresiones públicas
Cuando dejó de existir, los medios de prensa publicaron diferentes expresiones de figuras públicas locales y de la región. Así, Alicia Giubergia, por entonces intendenta de Pasco, señaló que para ella “… Carlos Pizzorno fue uno de los grandes dirigentes que tuvo el peronismo. Tenía todas las cualidades desde la honestidad hasta la solidaridad, pasando por su contracción al trabajo, la búsqueda del diálogo… El justicialismo perdió a uno de sus grandes dirigentes, a alguien que en tiempo de proscripción política se jugó por el partido y apoyó a los más humildes. Tuvo coraje como hoy no lo tienen muchos dirigentes”.
En tanto el dirigente Jorge Valinotto, de origen radical y por entonces presidente de Asociación de Empresarios de la Región Centro Argentino, manifestó que “… además de haber sido intendente, fue muy conocido por todos por su tarea de médico. Fue un gran profesional… Recuerdo que Obregón Cano era el gobernador en 1973, rescató la tarea de Pizzorno cuando vino a participar de los festejos por un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad”.
Por su parte, otro dirigente histórico del peronismo local, Rogelio Sánchez, quien ocupó la Presidencia del Concejo Deliberante entre 1973-1976, es decir, que sufrió junto a Pizzorno la destitución del poder político por parte de la dictadura cívico-militar desaparecedora de personas. Sánchez expresó que quería recordar una anécdota de aquel tiempo “… el mayor Cayetano Torres fue quien a punta de fusil tomó la Municipalidad y lo derrocó a Pizzorno, en el golpe de 1976. El militar lo primero que hizo fue una profunda investigación para detectar posible irregularidades. Incluso consultó a proveedores del municipio. Como no encontró nada, nos llama a su despacho a Pizzorno y lo felicita por la honestidad que le imprimió a su gestión, pero lo que no se esperaba Carlos es que Torres le pidiera ayuda y colaboración en su rol de comisionado municipal. Pizzorno le dio algunos concejos y le recalcó que no era bueno tomar, por las armas, una Municipalidad…”. El recuerdo de Sánchez lo muestra a Pizzorno, sin que éste fuera del sector de izquierda del peronismo, con una actitud íntegra frente a quienes tomaron el poder usando la fuerza, cuestión que incluso lo diferencia de varios de quienes fueron sus colaboradores en el gabinete municipal.
Cuando falleció Pizzorno, quien fuera el primer intendente de la democracia recuperada en 1983, el contador Horacio Cabezas, también realizó declaraciones rescatando la figura del último jefe comunal antes de la hora del terror y a la vez remarcó que a pesar de pertenecer a parcialidades políticas diferentes, uno peronista y el otro radical, los unía una gran amistad.
Si bien durante la Intendencia de Pizzorno se desarrollaron conflictos gremiales de relevante importancia, incluso importantes enfrentamientos entre trabajadores huelguistas y grupos rompehuelgas organizados desde el poder político local, el exintendente logró tener el reconocimiento de los dirigentes gremiales de los municipales. En el año 2001, el sindicalista Juan Carlos Rabbia manifestó que según su óptica “… para los trabajadores, Pizzorno fue uno de los grandes jefes comunales que tuvo la ciudad” a la vez que rescató su política de diálogo.
Un mirador, a orilla de nuestro río Ctalamochita, lleva el nombre de Carlos Emilio Pizzorno, se trata de uno de los homenajes que la ciudad le ha rendido a quien ejercía la Intendencia municipal cuando en todo el país fueron derrocadas las autoridades elegidas democráticamente. Aunque recordemos que nuestra provincia hacía un tiempo, en 1974, había sido intervenida a raíz del accionar delictivo del jefe de la Policía provincial, el teniente coronel (retirado) Antonio Domingo Navarro y sus secuaces que tomaron el poder con la clara anuencia del Gobierno nacional. Luego de eso se dictó la intervención provincial alejando de su cargo al gobernador Ricardo Armando Obregón Cano y su vice, el gremialista Hipólito Atilio López.
A la hora de pensar el contexto político del golpe del 24 de marzo de 1976 en Córdoba, debe tenerse en cuenta la intervención provincial del 74 que liberó las horribles fuerzas del terror, en Córdoba lideradas por el Comando Libertadores de América, nombre de la Triple A en esta provincia. Aquí, en Villa María, aquel fatídico 24, tal cual lo describió Camilo Rodríguez, llegó con Torres representando el Ejército para desalojar de su cargo al intendente municipal Carlos Pizzorno que había sido elegido democráticamente en 1973. Hombre que, más allá de sus aciertos y errores en lo político, al marcharse dejó un buen recuerdo en sus conciudadanos.