La testigo Alcira Cristina Landaburu recordó el secuestro de una de sus hermanas, Leonor Rosario, cuando estaba embarazada, y pidió acompañar a las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de los niños apropiados por los represores durante la última dictadura cívico-militar.
Landaburu declaró ayer en el juicio que se lleva a cabo en los Tribunales Federales de Córdoba, en el marco de la “megacausa La Perla” por crímenes de lesa humanidad cometidos en ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio.
La testigo declaró en relación al secuestro de otra de sus hermanas, Elsa Alicia, ocurrido el 28 de marzo de 1976 en la casa de unos amigos, en barrio Alta Córdoba, junto a su compañero, Hugo Osvaldo López.
Asesinados en la calle
La pareja fue trasladada a La Perla, donde permaneció cautiva hasta el 2 de abril de 1976. En esa fecha fueron retirados del campo de concentración junto a Mario Luis Finger y José Heriberto Gutiérrez, y asesinados en un enfrentamiento fraguado frente al colegio Manuel Belgrano, en el barrio Clínicas de Córdoba.
Durante su testimonio, recordó el secuestro de otra de sus hermanas, Leonor Rosario, ocurrido en la noche del 31 de agosto de 1977, en su domicilio de la Capital Federal, cuando estaba embarazada de más de siete meses.
Leonor aún permanece en condición de desaparecida, en tanto que continúa la búsqueda de su hijo que nació en cautiverio y fue apropiado por los represores.
Al recordar esa situación, la testigo pidió “por favor que aparezcan los niños que fueron robados y tomados como botín de guerra”, y realizó un llamado a acompañar a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de esos chicos.
Revelador testimonio
Luego declaró Mirta Pizzolato en relación al secuestro de su esposo, Osvaldo Raúl Ravasi, ocurrido el 6 de enero de 1976 en su casa de barrio Parque Vélez Sarsfield en la ciudad de Córdoba. Permaneció cautivo en el centro clandestino de detención y exterminio Campo de la Ribera y aún permanece en condición de desaparecido.
Al comenzar su declaración Pizzolato expresó: “Hoy estoy aquí después de 39 años para dar testimonio de mi esposo desaparecido y de las consecuencias. El hecho de poder testimoniar no compensa su ausencia”.
Pizzolato relató que cuando se produjo el secuestro de su esposo ella estaba con sus hijos en las sierras y “cuando llegamos lo primero fue ir a ver la casa, estaba abierta, la imagen era impactante, era horrible, como que un grupo desquiciado y violento hubiera estado”.
“Estaba todo tirado: fotos, papeles, libros... no parecía mi casa; lo era, pero estaba habitada de mucha locura, se respiraba mucho atropello, el baúl de juguetes todo tirado. Me convencí de que habían hecho una minuciosa búsqueda, me di cuenta que habían robado. Cuando entramos a la pieza estaban las sábanas celestes rasgadas y lleno de puchos tirados en el piso”.
“Estas personas no sólo saquearon mi casa, le robaron a mis hijos su infancia y su identidad y yo no volví a ser la misma”, señaló Pizzolato.
Militante montonero
Finalmente declaró Eduardo Leandro Toniolli, diputado provincial en Santa Fe, en relación a la desaparición de su padre Eduardo José Toniolli, militante montonero, secuestrado el 9 de febrero de 1977.
Estuvo cautivo alrededor de dos meses en La Perla, donde otros prisioneros fueron testigos de los tormentos a los que fue sometido.
El testigo relató que posteriormente su padre fue trasladado a Rosario y llevado al centro clandestino de detención conocido como Quinta de Funes, donde “tenían unos 16 militantes que mataron... y uno fue mi padre”, dijo, que aún permanece en condición de desaparecido.