Los destrozos ya ocurrieron muchas veces y esta vez, además, robaron.
La Capilla Divino Niño, de barrio Las Acacias, ha venido sufriendo varios hechos de vandalismo que repercuten esencialmente en niños y niñas de sectores humildes.
Según narró el sacerdote Francisco Iglesias a EL DIARIO, el lunes 27 sustrajeron un estéreo de un automóvil que se encontraba estacionado mientras sus propietarios rezaban en el templo y el miércoles 29 abrieron tres autos: de uno se llevaron dos celulares, de otro una rueda de auxilio, un gato y una llave cruz y en el tercero sólo revolvieron papeles. Los vehículos, cabe consignar, se hallaban en el patio del templo.
Finalmente, el jueves 30 ingresaron a la sede de Cáritas, la casa ubicada al lado de la iglesia.
“Forzaron la puerta de metal, rompieron vasos, cosas, tiraron toda la ropa, se llevaron los alimentos del comedor, se robaron la única máquina de coser eléctrica, que se utiliza para arreglar las prendas donadas, y también un televisor que fue donado para que puedan ver los niños que asisten a la copa de leche”, describió el cura, preocupado.
“No sé qué buscaban”, se planteó desorientado.
En la charla con este matutino, y ante nuestras preguntas, comentó que la sustracción de alimentos (“por ejemplo, 20 kilos de azúcar”) ocasionó que el viernes pasado no se pudiera servir la copa de leche a los cerca de 80 chicos que concurren.
El pastor contó ayer que todavía no había hecho la denuncia policial, pero que consideraba hacerla.
“Ya hay otras tres denuncias por rotura de cerradura y porque han entrado en otras ocasiones”, recordó. No obstante estos antecedentes, esta fue la primera vez que robaron elementos. “Antes siempre se hizo daño, pero no robaban”.
Iglesias subrayó que el sector donde está emplazado el templo, en calle Las Magnolias y Los Sauces, de Las Acacias, “es muy oscuro”.
Lo necesita la gente”
Cuando se le preguntó si quería dar un mensaje a los autores del hecho, les pidió que “tengan en cuenta que esto funciona para ayudar al barrio, para personas que lo necesitan”.
“No hay ni se guardan objetos de valor, son elementos para trabajar, para ofrecerles algo a los niños, para contener, que tanto hace falta”, recalcó.
En ese marco, rogó “a la comunidad que prestemos atención a lo que sucede, que seamos solidarios” y solicitó reflexión comunitaria.
“Veamos también en qué fallamos nosotros, porque si ocurren estos hechos es porque hay personas que se sienten excluidas o que no se sienten contenidas, queridas”, subrayó el prelado.