El viernes 1 de mayo, muy temprano, Vanesa salió de la pensión donde vive a buscar unas porciones de locro. Sabía que podía encontrarse con su expareja porque la estaba llamando insistentemente. Y así ocurrió.
A pocos metros de su casa, él la cruzó en su auto. “Se bajó, me tiró de los pelos contra la camioneta y me amenazó con un machete que lleva siempre abajo del asiento”, relató la joven de 29 años que quiere contar el calvario que vive como víctima de violencia de género.
“Un vecino quiso intervenir y él lo insultaba. Fue todo muy feo, así que fui a denunciarlo”, explicó.
La historia
La historia de Vanesa Fonseca y M. D. L. comenzó cuando una amiga en común los presentó. Pasaron buenos tiempos al comienzo, se ayudaron mutuamente. “Yo era muy tímida y él me ayudó a cambiar”, reconoció. A él lo habían echado sus padres de la casa “y yo lo contuve y le di una mano”, dijo.
Pero notaba que no todo era color de rosa. En muchas ocasiones se ilusionaban juntos con empezar una nueva vida. “Un día me decía que nos íbamos a ir al sur; otro, que nos íbamos a Córdoba. Pero cuando tomaba -asegura que él es alcohólico- me decía que conmigo no iba a ir ni a la puerta”, recordaba.
Siempre le echaba la culpa. “Porque salía, porque no había hecho una cosa o porque había hecho otra que a él no le gustaba. Siempre me decía que era la culpable de los insultos, que me los merecía”, relató Vanesa.
Hasta que llegó un día en que de la violencia verbal pasó a la violencia física. “Yo había salido con amigas y cuando volví, me dio una paliza y me quebró la nariz”, recordó.
En esa oportunidad, decidió no denunciarlo. “Yo había cobrado una plata tras la muerte de mi papá y si lo denunciaba, me dejaba sin nada”, dijo al rememorar el motivo por el cual no acudió entonces a la Justicia.
Después vinieron reconciliaciones y nuevos episodios de violencia, seguidos por nuevas reconciliaciones.
En septiembre del año pasado, la relación terminó. “Creo que tiene que ver con que a mí se me terminó la plata”, admitió.
Igual, él siguió acosándola verbalmente y con violencia física. “El 1 de enero de este año me decidí y lo denuncié. Pero todo sigue igual. Ya llevo como cinco denuncias presentadas y sigo viviendo igual”, relató.
Cabe señalar que en el Juzgado le dieron una orden de restricción impidiéndole a M. D. L. que se acerque. Esa orden no se cumple porque muchas veces se cruzan en lugares comunes y porque, como el viernes 1 de mayo, él fue a su encuentro con el fin de agredirla.
Ayer, Vanesa decidió asistir al Centro de Integración Social (CIS), donde los profesionales del lugar hicieron una evaluación técnica que le posibilitó recibir el botón antipánico.
“El viernes, después de que me pegó, fui a la Policía y ahí me dijeron que cómo no los había llamado en el momento. Te imaginás que mientras te tienen de los pelos y te amenazan con un machete, no podés llamar a nadie. En cambio, con el botón creo que va a ser más fácil defenderme”, dijo.
Vanesa está decidida a mejorar. Tiene familiares y amigos que la ayudan a salir adelante. Decidió retomar el secundario para mejorar sus posibilidades laborales. Empezó hace unos días a trabajar en una empresa de limpieza para lograr vivir con sus propios ingresos. Inició su nuevo camino. Es deseable que no esté sola en ese recorrido hacia una vida sin violencia.