A pocas cuadras de Colón al 1177, en la Docta, hace exactamente 30 años y dentro de la peña El Carrillón, nacía un dúo que no iba a ser uno más.
Llegados de Santiago del Estero, comenzaba la historia de Julio Paz y Roberto Cantos, “Los Copla”, con guitarra y bombo en mano.
“A esta hora estábamos en pleno trabajo de parto”, suelta Roberto, mientras rememora que esa noche “no llovía y estaba medio fresco. Pero adentro del Carillón siempre hacía calor y con mucho humo. Mis amigos, la mamá de Julio y su hermano estaban, y gente que se topó con nosotros, además de músicos conocidos de distintas guitarreadas”.
Sin proyectos para más adelante, esa había sido la primera muestra de que toda su carrera iba a estar marcada por la palabra “fluir”. Roberto no duda en lo que pasó esa noche: “Nació inconscientemente en cada uno esto de la música, porque disfrutamos mucho ese recital. Pero la cosa vocacional y sobria se fue consolidando con el tiempo. Y con la experiencia”.
Corazón sin tiempo
“Uno sólo lleva lo que tiene adentro”, cantan en “Corazón sin tiempo”, tema que dio nombre al disco correspondiente a los 20 años. Esa parece ser la explicación de su relación con el público y no solo en el nombre, que es una suma del castellano “copla” y del quechua “nacu”, que habla de encuentro y reciprocidad.
En la misma línea, Julio toma la palabra y asegura: “Tenemos una cosa muy verdadera y sincera con la gente. Sabemos que nos quieren un montón y por eso somos muy afortunados”.
Roberto suma a la idea: “No nos gusta hablar de éxito, porque tiene otra concepción: es mediático, superficial, a veces manipulado o producido a propósito. Preferimos hablar del vínculo con la gente. Tampoco hablamos de una esencia en este tiempo, porque es una energía muy concentrada, y nosotros fluimos un montón”.
Tal vez eso sea lo que más llama a la juventud. El dúo siempre encontró en el estudiantado de Córdoba un público fiel. Según Julio tiene que ver con “personas que vienen a estudiar de otro lugar y por edad empiezan a descubrir, y descubrirse ellos dentro de la atmósfera de las peñas. Los incita a participar, a dejar atrás temores. Hay una cosa de activarse y es muy lindo. El ámbito que se genera allí, les permite la expansión en su personalidad. Creo que eso puede atraer a los jóvenes. Los más grandes van desde una actitud más militante, dentro de lo que es lo cultural. Una persona cercana a los 30 tiene otra actitud, no va por curiosidad. Y hay una cuestión de gusto también, simplemente”.
Roberto afirma que el hecho también es por tener “una manera desacartonada y desprejuiciada de la música”. “Una actitud que con bombo y guitarra se genera. Sin gritar, pero cantando fuerte. Son manifestaciones que más tiene que ver con el rock, y por eso nos han dicho que éramos más rockeros que los que hacían rock. Eso puede ser contagioso para los jóvenes también, la transgresión, la cosa nada solemne ni estricta aunque seria. Siempre fuimos muy serios con lo que hicimos”.
Festejo con disco nuevo
Anoche, en el Comedor Universitario, presentaron el flamante álbum que lleva el nombre de “Mayu maman” (Madre del río), acompañados por varios músicos.
“Decidimos regalarnos un disco para festejar los 30 años. No es un disco que represente los 30 años, sino el hoy”, señala Julio, quien también explica que se vio muy inspirado en hacer la pintura de la tapa. También subraya: “Hay temas nuevos de mi ‘cumpa’ y canciones hermosísimas, que están hechas sobre bases rítmicas de huayno, canciones pinceladas de chacarera. Pero en las canciones de Roberto hay herencia rítmica de Santiago, del norte, o de lo que escuchaba. Mucha sensibilidad y altura estética muy importante”.
Ambos también sostienen que la risa está siempre presente y confían en que es vital para tanto tiempo juntos. Así creen que el proceso es divertido y natural, acompañado de la carga emotiva y comprometida de sus letras. Sin ninguna especulación o estrategia, sino por amor y placer a lo que hacen. “Nos juntamos a cantar y el camino fue dando dimensión a eso”.
Juan José Coronell
Especial