La creatividad

“La creatividad se define como la capacidad de un individuo para generar nuevas e inusuales ideas, desviándose de esquemas estereotipados de pensamiento donde todo debe encajar en un molde preestablecido. La actividad creativa es un proceso mental heterogéneo que incluye diferentes propiedades del pensamiento (facilidad para generar ideas, capacidad para la asociación semántica, originalidad de las ideas, imaginación, fantasía y procesamiento semántico). Incluye la integración de estas múltiples funciones cerebrales a la experiencia de vida de un individuo”. (1)

La vida social es decisiva en la evolución de la inteligencia creativa. Desde nuestro nacimiento necesitamos de la interacción con el entorno, siendo de suma importancia lo vivido los primeros años, lo cual se ve reflejado en nuestras decisiones y acciones a futuro.

El vientre de nuestra madre es la primera escuela a la que asistimos. Allí experimentamos nuestras primeras emociones: la ira, el dolor, la ansiedad, la alegría, que son los cimientos del pensamiento, de la conciencia, de la personalidad y de las inteligencias. Estos aprendizajes intrauterinos se registran en la memoria celular; en esta escuela biológica es donde el feto a las 10 semanas ya tiene formada parte de su corteza cerebral, que es la que le permite actuar dentro del ambiente intrauterino con creatividad e inteligencia para poder soportar los ambientes inhóspitos de un mal útero o, por el contrario, desarrollar al máximo su creatividad e inteligencias.   

Es fundamental comprender todos los aspectos biológicos, psicológicos y sociales que vive el niño desde su ambiente intrauterino para poder desarrollar estrategias didácticas y lúdicas pertinentes, que permitan un desarrollo apropiado de la integralidad  humana.

La creación requiere la combinación de todas nuestras capacidades cerebrales de manera eficaz. Todos somos capaces de crear, para ello debemos ser capaces de cambiar nuestra actitud. Podemos trascender lo meramente visible a nuestros ojos y ver más allá, escuchando nuevos sonidos, experimentando otras sensaciones. En otras palabras, podemos percibir el mundo ampliando los márgenes de acción, encontrando nuevas oportunidades tras encontrarnos con nosotros mismos.

La creatividad es un proceso dinámico que puede desarrollarse y promoverse. Asimismo, diferentes aspectos socioculturales o educativos pueden atrofiarla. Los círculos pueden ser virtuosos o destructivos, dependiendo de las experiencias vividas en la sociabilización primaria, pero,  por sobre todo, dependerá de nuestra capacidad para encontrarnos aptos a los cambios y situaciones que se nos presenten.

El mundo cambia y sigue cambiando. Siempre habrá mercados por descubrir, productos para desarrollar, nuevos negocios para incursionar y nuevos sistemas para crear propuestas de valor para los clientes. Lo que necesitamos para ver más allá del horizonte es, simplemente, intuición y creatividad.

Los seres humanos hemos sido dotados de un potencial creativo prácticamente ilimitado. Este potencial puede desarrollarse si aprendemos a utilizar nuestro cerebro y existen ejercicios para lograrlo.

Como primera pauta, los procesos creativos fluyen más fácilmente cuando se leja de lado el proceso consciente y se permite que el metaconsciente recorra todas las asociaciones. Por lo tanto, cuando se está en procesos de sueño profundo o de meditación se diluyen los controles conscientes y factores restrictivos para dar lugar a la creatividad. Una vez generadas las ideas, bajo proceso consciente deben ser analizadas. 

Es por ello que luego de varias horas de estar concentrados en un problema buscando una solución, al relajarse el proceso consciente y retomar más tarde la búsqueda de solución, la misma es hallada.

En realidad, si bien el cerebro consciente dejó de estar abocado al problema, el metaconsciente continuó trabajando tejiendo redes neuronales para encontrar la solución. 

 

Paradigmas y mapas mentales

Uno de los grandes obstáculos a la creatividad es el pensamiento estereotipado. Este apartado está dedicado a analizar el efecto de los paradigmas sobre los procesos de innovación. Para ello recurrimos a Joel Barker (2), un reconocido estudioso del efecto de los paradigmas, quien los define como un patrón o modelo que establece límites y proporciona fórmulas para resolver problemas con éxito. 

Al actuar como filtros la percepción es selectiva, lo cual acorta los tiempos de búsqueda y selección de la información, pero como contrapartida lleva a que determinados datos de la realidad sean ignorados, pasados por alto o distorsionados para que encajen con el paradigma vigente.

Por lo tanto, nuevas y valiosas ideas pueden ser rechazadas por quienes tienen un pensamiento estereotipado y con comportamiento atado a rígidas estructuras. El proceso creativo requiere desafiar los supuestos vigentes, para lo cual es útil preguntarse qué ocurriría si esto ya no fuese así. Es por ello que los emprendedores cuentan con una valiosa ventaja frente a empresas con muchos años en un negocio. 

 

La importancia de la intuición

En virtud de que cuando surge una innovación disruptiva los datos percibidos no encajan con el paradigma existente, es de vital importancia entrenar a la mente en los procesos intuitivos.

Ahora bien, ¿qué es la intuición? Es un proceso por el cual se elaboran conclusiones que no pueden ser respaldadas en su totalidad por los datos que están siendo percibidos en ese momento. Dicho de otro modo, no está sustentada en procesos conscientes, sino en información previa recopilada a nivel metaconsciente.

Ante una determinada situación, el cerebro recurre a dicha “biblioteca” que es el metaconsciente y, en función de ello, aparece una respuesta que es explicada como una “corazonada”. 

Es una especie de atajo que lleva a que el proceso de toma de decisiones sea más breve. Dado que no se siguen los pasos racionales, la elección se basa en experiencias pasadas. De allí la importancia de la calidad de las experiencias previas, las cuales generalmente se almacenan en el hemisferio derecho.

Frente a ello, surgen dos preguntas: ¿qué rol juega el hemisferio izquierdo y cuál las emociones? El inversor George Soros (3) cuenta que en determinadas ocasiones siente fuerte dolor de espalda cuando tiene que tomar decisiones basadas en datos concretos y reales que contradicen sus corazonadas.

Si se echa mano a los conocimientos generados por las neurociencias, se podría explicar que en este caso es el hemisferio izquierdo el que no está elaborando los argumentos para sustentar dicha intuición y, en lugar de ello, se somatizan. Es entonces cuando el cuerpo exterioriza algo que sucede en nuestra mente. 

 

Referencias:

(1) Braidot, Néstor. Neuromanagement. Ediciones Granica, Buenos Aires, 2008

 

 (2) Baker, Joel; 

Paradigmas: el negocio de descubrir el futuro, 2012

  

(3) Harvard Business Review, enero 2003  

 

 

El proceso racional de toma de decisiones