Buscan al animal, tratan de curarlo, avisan a los colaboradores permanentes o a los veterinarios amigos. “¿Quién cuida a este cachorrito que encontramos ayer, flaco, sin comida y bajo el frío?”, preguntan, casi permanentemente. Son las integrantes de “Patitas Felices”, una de las agrupaciones que -sin ningún interés más que el amor por los animales- salvan del abandono y las enfermedades a los perros y gatos que andan por la calle.
Las chicas lo hacen en forma anónima, en silencio, hasta que la realidad las lleva a pedir públicamente un poco más de sensibilidad y compromiso. Y así lo hicieron Agostina y Silvina, quienes comentaron que creció la violencia hacia los animales en las calles de la ciudad y que los problemas que marcaron desde hace un tiempo siguen sin solución.
“Hay mucho maltrato, muchos cachorros abandonados, con o sin mamá; nosotras encontramos cerca de 80 en los últimos diez días”, comentaron las rescatistas independientes.
“Se acrecentó en la ciudad la violencia contra los animales; siempre la hubo, aunque nunca al extremo con el que se encuentra ahora”, agregaron, para luego detallar que, entre los casos, está “quemar vivo a un animal o maniatarlo sin sentido”.
Ante la situación de abandono, “Patitas Felices” entra en acción, pero eso “no alcanza”, según remarcan, ya que se necesita “un cambio” en el método del Gobierno local.
Para las mujeres, “la única manera de que esto se termine es castrando”, pero aducen que la Municipalidad tiene un mal procedimiento al respecto.
“Quien tiene un animal que saca de la calle debe ir al municipio, llenar una planilla, sacar un turno… Hasta que te toman el perro en el municipio, te cansan”, afirman.
En ese sentido, recalcan que una salida sería imitar “lo que se hace en Rafaela, donde una ambulancia se queda una semana en un barrio específico y allí los vecinos de ese barrio llevan a todos los animales, sea propio o de la calle, para la castración masiva”.
Como contraste, en Villa María, “Patitas Felices” denuncia que “la ambulancia que se había presentado con el Centro de Adopción Municipal (CAM) está guardada en el barrio Las Playas, desde febrero”.
Mientras, dicen que “los animales que llegan al CAM no sólo no reciben la atención que corresponde, sino que desaparecen de manera misteriosa, sin un dato certero de la persona que lo adoptó”.
“Cuando fuimos al CAM nos encontramos con cachorros muertos, perros mamando con frío, a la intemperie, en lugares donde se pelean entre ellos porque no tienen el contacto lógico con la gente”, comentan, para luego añadir que “los perros no están separados siquiera por carácter y quedan confinados al abandono y al olvido”.
En ese contexto, Agostina y Silvina remarcan: “No podemos dejar de reconocer que, pese a nuestro amor y entrega a los animales, además del apoyo desinteresado de los veterinarios amigos y de la gente que colabora, no está a nuestra mano la solución a la problemática. Sin la ayuda de quien tiene los recursos económicos y físicos y la obligación como Estado para solucionarlo, el problema se agiganta”.
“Mientras desde el municipio no se haga concientización y no efectúen castraciones masivas, esta problemática no tendrá final”, señalan, como un pedido urgente.