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17 de Mayo de 2015
David Collin o la construcción del azar
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El novelista francés radicado en Suiza acaba de ser publicado en nuestro país por Eduvim, la editorial de la UNVM. “Los círculos de la memoria” (“Les Cercles Mémorieux”), además, fue presentada en la Feria del Libro de Buenos Aires y su autor estuvo el martes en Villa María, donde dio una charla en el Campus y una conferencia de prensa en la Medioteca. Avido lector de Borges y Sabato, esta es la historia de un escritor que dice tener “una gran deuda para con la literatura argentina” que lo ayudó a convertirse en escritor


No es casualidad que David Collin esté sentado a una mesa de la cantina de la Medioteca con Miriam Tressore, la blogger villamariense.  Tampoco que tenga entre sus manos un ejemplar de “L’Ange des ténèbres” (“El ángel de las tinieblas”, es decir, “Abbadón el Exterminador”, la última novela de Ernesto Sabato) ni que le parezca perfectamente normal estar hablando de su libro en Villa María. Sencillamente porque para él, para David Collin, la palabra “casualidad” no existe. Por eso, cuando Magalí Castro (del staff de Eduvim) me lo presenta y le pregunto si se compró la novela de Sabato para leer en el viaje y tener una aproximación a la Argentina, me dice que “por el contrario, este viaje es una consecuencia de haber leído libros como este desde la adolescencia; o sea que este viaje ya empezó mucho antes”. Le pregunto cuánto antes. “Desde que estudié español en la escuela”, me responde. Y a pesar de que esta charla se ha empezado a desarrollar en francés (lengua que este periodista ha casi perdido ya, aunque la pueda entender muy bien y le parezca más conveniente para que el entrevistado se desenvuelva a sus anchas) doy fe de que el español de David, producto de aquellas clases de hace más de 30 años, es más que bueno. Entonces, la primera pregunta es, precisamente, por qué se interesó por el español  de una manera tan temprana. “No sé por qué pero siempre amé esa lengua, sobre todo el modo en que se hablaba en América Latina. Además, mi profesor del secundario, casualmente nos hablaba mucho de América Latina. Desde entonces me interesé no sólo en el continente sino en sus escritores, en Borges y en Cortázar especialmente”. 

-Por lo visto esas lecturas continúan mucho tiempo después…
-Sí, claro. A tal punto que Borges se volvió uno de mis escritores preferidos, casi te diría que indispensables. Luego descubrí a Bioy Casares y a Ernesto Sabato, y también a Juan Rulfo de México junto con los escritores del realismo mágico y García Márquez.
 
-¿Ya sabías en el secundario que querías ser escritor?
-No sé cuándo sentí exactamente que quería ser escritor, pero seguro que al primer impulso lo tuve leyendo autores argentinos, ya que Borges y Sabato hablan mucho de literatura en sus libros y eso me hizo dar ganas de escribir también. Además, siempre sentí una proximidad con el imaginario de ellos dos, con la mitología que subyace en sus obras. Por esos tiempos empecé a escribir un diario, que de alguna manera fue mi primer trabajo literario, ya que podía recrear las historias. Todavía lo tengo guardado en un cajón pero no se lo mostré a nadie ni creo que valga la pena (risas). 
-¿Y la literatura de ficción cuándo llega?
-Poco tiempo después con mis primeros cuentos y relatos. Como no estaba muy seguro de su calidad, empecé subiéndolos a Internet de manera anónima. Y al cabo de un tiempo vi que algunas de mis cosas suscitaban interés. Así, al mismo tiempo, escribí mi primer libro sobre un artista al que se le muere un amigo. Fue el comienzo de una escritura “de” y “sobre” artistas que aún continúo, ahora profundizando en la obra de un pintor argentino: Hugo Bonamin. También empecé con la poesía pero la abandoné pronto.
 
-¿La poesía no era para vos?
-Creo que no me sentía muy cómodo escribiendo “poesía en sí”. Pero por el contrario soy feliz metiendo la poesía en mis novelas, haciendo que la experiencia poética tenga su latido propio dentro de la narración. Por eso es que me gusta mucho la literatura argentina y latinoamericana, porque amo las novelas que tienen cosas poéticas. Acá hay muchísimos ejemplos de esto que te digo.
 
-Yo creía que los mayores cultores de la prosa poética estaban en francés, con Proust y Céline…
-Sí, claro, ellos son geniales; pero eso fue hace mucho y ya no hay escritores así. Creo que los autores contemporáneos tienen miedo de cultivar la prosa poética en francés, acaso porque a los lectores no les interesa. La gente quiere la poesía por un lado y la novela por el otro. Sin mezcla. Los lectores quieren leer una prosa fácil y directa que no conlleve ningún esfuerzo. Y los escritores, en su gran mayoría, se adaptan.
 
-¿Querés decir que las novelas francesas y suizas actuales son “pobres”?  
-En la gran mayoría de los casos, sí. Para mí, la novela es una mezcla de muchos universos y niveles de realidad. Se puede hablar de arte, de pintura, de escultura o de arqueología en una novela. Y también se la puede escribir con calidad poética. Y esa riqueza es lo que hoy da miedo a los lectores y escritores. A mí, personalmente, me gustan las novelas que hablan de todo, que reflexionan sobre el universo, que son una “cosmovisión” como se dice en español. 
-¿Y creés que esa “cosmovisión” está en Argentina? 
-¡Claro! Pienso en “La Biblioteca de Babel”, de Borges, por ejemplo; en “Rayuela”, de Cortázar e incluso en la trilogía de Sabato: “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abbadón el exterminador”… Pienso que el lector argentino tiene una fabulosa cultura literaria. Al menos es lo que he visto en Buenos Aires, con su cantidad de librerías y de gente que se interesa. Y por eso pensé que “Los círculos de la memoria” sería bien recibida aquí.
 
De Friburgo a la Villa
-¿Qué pensás de Eduvim?
-Que es una pequeña editorial con un equipo muy joven y lleno de entusiasmo; y que además acompañan muchísimo la publicación. De hecho, yo soy una prueba viviente de eso. Vi algunas colecciones muy bellas aquí, como los ensayos sobre literatura argentina moderna con Bioy Casares y muy pronto Cortázar…  La calidad de los libros de Eduvim es muy buena, y estoy contento y orgulloso de haber sido convocado. 
 
-¿Y cómo llegás acá?
-¿Querés decir a esta “pequeña editorial del interior del interior”? –me dice David en perfecto español y entre risas, repitiendo el eslogan que muchas veces se usa para definir a esta ciudad- Fue en 2012. Yo estaba en la Feria del Libro de Frankfurt, en el stand de Suiza, y allí presentábamos doce libros en los cuatro idiomas que hay en el país. Uno de esos libros era “Los círculos de la memoria”, que estaba en francés. El equipo de Eduvim justo pasaba por ahí y Carlos Gazzera, Emanuel Molina y Susana Nigro se interesaron en la novela ya que tenía relación con la Argentina. Por la noche la leyeron, les gustó mucho y me ofrecieron traducirlo y publicarlo aquí, siendo el primero de una colección de autores extranjeros. La propia Susana hizo la traducción. 
 
-¿Cuáles son tus expectativas respecto a esta traducción en Argentina?
-Siempre soñé que si alguien traducía mi libro al español, fuese desde acá. Y de casualidad fue exactamente lo que pasó. Tengo muchos amigos en Argentina, amo la literatura de este país y buena parte de mi familia política vive aquí. “Los círculos de la memoria”, además, tiene mucha relación con la historia reciente del país; así que es muy importante para mí que el público argentino pueda leerlo y compartirlo. 
 
-¿Cómo es que el escritor argentino Alberto Manguel ha escrito tu contratapa?
-¡Fue una gran casualidad también! Tengo un amigo que me aconsejó enviar mi libro a una editorial de la zona de Bordeaux, “L´Escampette”. Es una editorial pequeña pero muy buena, con muchísimas traducciones del español. Recibí una pronta respuesta de su editor, muy entusiasta, que me dijo “apenas me llegó tu libro me dije: se lo voy a pasar a Alberto Manguel que vive cerca de mi casa. Así que Manguel fue la primera o segunda persona que leyó mi novela. Estuve muy orgulloso porque Alberto es un gran lector, alguien que habla constantemente de libros y que fue lector de Borges cuando estaba ciego. Además, yo lo había conocido personalmente cuando estuvo en Suiza, de casualidad también.
 
-No es la primera vez que decís la palabra “casualidad” en esta entrevista ¿Tu vida está atravesada por el azar?
-Absolutamente, pero no el “azar” como sinónimo de “casualidad banal”. Es, en realidad, el azar que uno cultiva. Me encanta conocer gente y generar futuros encuentros que son los que, en general, producen esas casualidades felices. 
 
-¿Cuáles son esas “casualidades felices”?
-Cuando vine a Villa María, por ejemplo, me encontré con Miriam Tressore, con quien me escribo desde hace cinco años ya que soy muy lector de su blog de poesía (Emma Gunst). También me encontré con un escritor de novelas policiales que vive a 50 kilómetros de acá. A él lo encontré en el vagón-restaurante de un tren de Suiza. Lo había escuchado hablar en español y me di cuenta de que era argentino y entonces empezamos a charlar. Por eso quedamos en encontrarnos hoy. Las coincidencias se producen si uno las crea, si uno las favorece. Borges y Sabato decían que el azar no existe. Y creo que tenían razón…
 
-Tampoco es azaroso que vivas en el país al cual Borges consideraba una de sus patrias… 
-¡Claro! Yo vivo en Friburgo pero fui muchas veces a la tumba de Borges en Ginebra. Además, recorrí caminos y líneas secretas que nos conectaron; no sólo libros sino también personas como el mismo Manguel o el hecho de estar hablando ahora con vos. Et Voilá c´est tout, c´est la vie… La vida que influencia la literatura y la literatura que influencia la vida… 
 
Iván Wielikosielek



La novela de un discípulo de Borges, Cortázar y Bioy

“Los círculos de la memoria” puede ser leído como un viaje astral y espiritual en busca de la identidad perdida; como el arribo de ese estado de desnudez primordial en el cual se han desvanecido todas las máscaras del ADN social de una persona. Y así, sin huellas que lo configuren o lo condicionen, “El Náufrago” (tal es el nombre del personaje de esta novela) despertará de un viaje más temporal que espacial en el desierto de Gobi, en Mongolia. Allí, con la ayuda de un chamán, intentará reconstruir su historia y saber exactamente “quién es”. Esta búsqueda (reminiscencia de aquel mandamiento del oráculo de Delfos de “Conócete a ti mismo”) lo llevará en un viaje por el mundo hasta llegar a la Argentina, donde los acontecimientos se verán alterados por la cruda realidad de la última dictadura; y con ella, su táctica masiva de destrucción de las conciencias. 
El escritor argentino-canadiense Alberto Manguel, radicado en Francia, ha escrito en la contratapa del libro: “David Collin ha escrito una novela mágica, con gran inteligencia y sutil inventiva, llena de giros sorprendentes y salpicada de guiños literarios, en la gran tradición de las novelas fantásticas argentinas. Los círculos de la memoria demuestra que los destinos literarios son misteriosos: es en Francia, y no en América del Sur, que los grandes escritores Bioy Casares, Cortázar y Borges han encontrado a un talentoso discípulo”.
El libro se puede conseguir en la librería de Eduvim (Chile 253) así como también en los locales del Campus y de la Medioteca. El precio es de $130 con un 40% de descuento para estudiantes, profesores y no docentes de la UNVM.


 

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