Desde hace un lustro, Silvina Muñoz es una de las asesoras letradas de Tribunales. Tiene una larga carrera judicial y actualmente defiende a personas que llegan a proceso penal y no tienen recursos para pagarse un abogado.
En una entrevista con EL DIARIO, la funcionaria consideró que como sociedad hay que sentarse a pensar en todos los jóvenes que entran al sistema penal por delinquir y del cual “es muy difícil salir”.
-Se ha tornado evidente que la gran mayoría de los imputados cuenta que tiene una relación fuerte con las drogas. ¿Qué puede decir?
-A partir de mi trabajo observo diariamente, al requerir las condiciones personales de las personas que están imputadas, que generalmente surge una vinculación con sustancias tóxicas. No me animo a decir si es un consumo problemático o adicción, a veces está más claro y otras no, pero por lo general el consumo sí es una característica.
-¿De qué sustancias estamos hablando?
-La marihuana es habitual, fundamentalmente en los jóvenes y no es visualizado por ellos como algo problemático. La mayoría lo refiere como algo ocasional, estableciendo que no existe una dependencia.
-Está naturalizada
-Sí, luego se agregan otras, fundamentalmente la cocaína, pero lo más común es la marihuana.
-¿Hay paco?
-La información que puedo dar surge de las entrevistas que mantengo con los asistidos, por lo que hablo en términos generales y no revelo nada que se vincule al secreto profesional. Podría decirte que de lo que yo conozco, no.
-¿Hay vinculación entre el consumo y el delito?
-En la mayoría de las oportunidades no es una situación que sea el determinante, no es que alcance para excluir las responsabilidades en los hechos, pero sí ha tenido cierta incidencia. Cuando uno consume, percibe cierta anestesia de la situación y a partir de allí pueden ser conducidos por otras personas a cometer delitos, a no poder utilizar sus frenos inhibitorios y cosas que quizás a lo mejor no realizarían, en ese estado sí pueden hacerlas.
-¿Algunas drogas pueden tornar los hechos más agresivos?
-No soy experta en la materia y de lo que hablo es lo que mis propios asistidos me comentan todos los días. Ellos refieren el consumo de marihuana como anestésico, el consumir el famoso porro los ayuda a superar un montón de conflictos que tienen, desde la falta de una familia, hogar, techo, el frío. Tampoco es visualizado por ellos como problema, no ven la necesidad de iniciar un tratamiento para dejar de consumir.
Sería importante que a través de los expertos en la materia, los profesionales predispuestos y la sociedad toda, se trabaje en conseguir la demanda de un tratamiento. De nada sirve que los jueces o fiscales impongan un tratamiento para un consumo problemático, si la persona que tiene que iniciarlo no lo percibe como una necesidad. Ahí está el problema.
Debemos tener en cuenta que el joven no se enferma solo, se enferma en una sociedad y en una familia. Por ende, tenemos que tratar de contrarrestar aquella situación que hace que el joven busque un cigarrillo de marihuana o una dosis de cocaína para superar ciertos contextos. Eso es lo más preocupante de mi rol, ver la cantidad de jóvenes de la ciudad que no tienen perspectiva de un futuro mejor y en el que la droga no es más que un elemento que los ayuda a seguir huyendo de su propia realidad.
No siento que el porro sea “malo” y venga e invada a los jóvenes, sino que son ellos quienes lo buscan para tratar de superar conflictos que tienen que ver con lo interno, con falta de proyectos.
También veo desde este lugar las consecuencias del consumo y veo que les cuesta a veces comprender algunas cuestiones y tiene que ver con esto, con lo que ha generado en su propio cerebro y físico un consumo de larga data, que arranca en la adolescencia o incluso de más chicos.
-¿Qué lleva a la persona a delinquir?
-No hay un solo origen. Desde este rol me toca asistir a gente que además de tener relación con el delito tiene un agregado, que siempre es un disvalor, que es ser pobre. Podés tener un consumo problemático de sustancias y si tenés recursos es una realidad, pero si además sos pobre, la realidad es otra. Lo mismo pasa respecto del delito.
En el sistema lo que más se ve son los delitos de fácil esclarecimiento, en flagrancia, y una vez captados por el sistema es muy difícil la famosa reinserción social, por eso me enoja mucho cuando está mal visto el garantismo. Las garantías son para todos los ciudadanos, todo el mundo como integrante de una sociedad debería plantearse que en algún momento puede estar sentado en el banquillo de los acusados. Cuando uno reclama la vigencia de ciertos derechos no los pide solamente para la gente que cometió un error y un delito, los pide para todos, porque nadie está exento de que un familiar realice un acto delictivo.
-¿Sirve para algo el paso por la cárcel?
-Yo pondría a todas las instituciones en algún punto bajo cuestionamiento. La sociedad ha ido cambiando y en algunos aspectos no nos hemos ido adaptando. Soy de la época en la que se decía que los jueces hablan a través de la sentencia, lo que es cierto, pero también es cierto que el distanciamiento entre Justicia y sociedad tiene que ver con algo de responsabilidad nuestra y con el no saber comunicar qué es lo que hacemos. La cárcel hoy por hoy es el único recurso social para que la persona que cometió un error encuentre las herramientas para reinsertase. Creo que deberíamos trabajar para mejorar las condiciones de encierro porque como sociedad nos interesa a todos la reinserción. Quizás a muchos les interesa que las penas sean largas; a mí, que voy una vez a la semana al penal, que cuando salgan tengan posibilidades de reinsertase. Un trato humano en prisión redunda en beneficio para todos.
-Hay diversos sectores que piden mano dura.
-Cuando uno no conoce una realidad, es difícil poder dar un panorama, uno mira desde donde está parado. Ni yo estoy equivocado ni vos, simplemente nos sentamos en diferentes lugares. Desde mi humilde punto de vista, el endurecimiento de penas no solucionará un problema; si así fuera, no preocuparía tanto el tema seguridad. Hay otras cosas que deberían ser motivo por lo menos de preocupación, por lo menos de sentarnos a conversar, por lo menos con los actores que están en permanente contacto con la realidad, lo cual no implica desconocer lo que significa para una víctima someterse a un proceso penal. Yo también pienso en la víctima, veo lo que le pasa. Es tedioso y se revictimiza a las personas. El planteo no es por qué no sirve la cárcel, la Justicia, sino que tenemos que replantearnos qué es lo que queremos y fundamentalmente mirar hacia los jóvenes, porque lo que me da miedo es la cantidad de pibes que tienen su primer contacto con el sistema penal, del cual es muy difícil luego salir.
Las causas del delito son muchas, pero deberíamos dotar a las personas de algunas herramientas que les permitan, a la hora de tener que elegir entre delinquir y no, no delinquir. Porque cuando vos tuviste una realidad familiar, social, desde tu nacimiento y no ves perspectiva de modificarla no conocés otro camino. Claro que podés conocer los dos caminos y elegir delinquir y ahí se te impondrá el castigo y te harás cargo de tus elecciones.
D.B.