Al terminar el difícil momento de dar testimonio del horror, Marta Zandrino habló con EL DIARIO. Todavía conmovida, dijo que sentía que había cumplido un deber “por los que no están”.
Al ser consultada sobre cómo la recibió la sociedad villamariense una vez liberada, fue cauta, pero no ocultó las dificultades que encontró: “Como en toda sociedad, hay buenos y otros no tanto. Por ejemplo, no pude estudiar. Cuando me rehabilité, me impidieron ingresar al Conservatorio para estudiar música. También quise agregar materias de Psicopedagogía (N. de la R.: es licenciada en Psicología), pero las Rosarinas no me dejaron. Fue regresar a casa con la cabeza baja. Hubo gente que quería impedir que me nombraran en un trabajo, pero otra gente que me ayudó. Pero como ve, seguí adelante”.
Estuvo trabajando muchos años en el exterior: Francia, Italia y España son algunos de los países en los que se desarrolló profesionalmente.
Ya jubilada, decidió regresar a la tierra de su familia. “Siempre mi familia fue fundamental, durante mi detención y mi recuperación”, concluyó.