Juan Pedro Figueroa (foto), policía jubilado de 82 años, fue el segundo testimonio de la audiencia de ayer.
Recordó apenas lo ocurrido durante aquellos años de plomo. Su testimonio aportó a la investigación de las desapariciones de Ester Felipe y su esposo, Luis Mónaco, ocurridas el 10 de enero de 1978.
Tras el secuestro, Figueroa, que era un agente sin rango, fue comisionado para ir a buscar a la casa de Gregorio Felipe (padre de Ester), ubicada en el barrio Rivadavia, gasas y algodones que habían sido utilizados durante el secuestro de la pareja. No dio mayores precisiones, sólo reconoció que le llamó la atención ese encargo porque él no era jerárquico y, principalmente, se dedicaba a investigar “choreos”.
Señaló que si bien era su firma la que estaba en las actas en las que se detalla la investigación de esos secuestros, el que escribía el sumario era un policía de apellido Estévez, ya fallecido. “No leí lo que firmé”, dijo.
Nombró a Joaquín Mena, jefe de la Policía local de entonces, que también firmó el acta (analizan si lo llaman a a declarar) y aseguró que la división de Inteligencia de la fuerza “trabajaba sola”.
Recordó que el oficial a cargo de esa dependencia era de apellido Centani y que había un agente de apellido Demaría. No pudo precisar el nombre de los otros dos que integraban el área de Inteligencia.