“Yo armé todo y después no lo pude parar… pero lo hecho, hecho está”.
Según Franco Damián Irigoita, esa frase salió de la boca de Nora Lilián Abelleira (57), la mujer que está sospechada de haber contratado a José Alberto Deheza (50) para asesinar a su concubino y, de ese modo, quedarse con una fortuna estimada en tres millones de dólares.
Así, el testigo considerado “clave” en esta enmarañada causa penal ratificó todas y cada una de las expresiones que había vertido durante la etapa de investigación realizada por el fiscal Gustavo Atienza y complicó seriamente la situación procesal de ambos imputados cuando todavía falta mucho para la definición del juicio.
Irigoita aseguró que, llorando, Abelleira le confesó su responsabilidad en la muerte de Enrique “Kike” Espósito (52), pero que debía callarse la boca porque “lo hecho, hecho está”. Y a partir de allí empezó a sufrir amenazas que terminaron por llevarlo a denunciar todo lo que sabía casi un año después del crimen.
A poco de comenzar su declaración, Abelleira lo trató de mentiroso a viva voz y luego comenzó a llorar desconsoladamente, a tal punto que por pedido de sus defensores fue retirada de la sala.
Gritos y agravios
El incidente se produjo cuando Irigoita dijo que, horas antes del asesinato, fue a la casa de Espósito a llevarle el dinero del reparto de ese día y golpeó la puerta, a lo que la acusada exclamó: “¡Mentiroso, mentiroso… vos tenías llave!”. Entre sollozos, la mujer se puso de pie y pronunció otras palabras que resultaron inaudibles, al tiempo que las agentes penitenciarias que la acompañan la contuvieron.
La sala se alborotó por unos instantes, por lo que el abogado cordobés Tomás Gait Puga solicitó al presidente del tribunal permiso para que su defendida fuera retirada. Y precisamente cuando salía del recinto, Abelleira no se guardó nada: “¡Sinvergüenza, delincuente!”, le gritó a Irigoita desde la puerta, y la remató tratándolo de “protegido de la Policía”.
Fue entonces cuando el testigo, visiblemente conmocionado por lo que había sucedido, le reclamó al tribunal que en esos términos no iba a seguir declarando. Sin embargo, el propio juez René Gandarillas apaciguó el ánimo de Irigoita y logró que continuara con su relato.
Pese a que el episodio no pasó de un intercambio de palabras, quedó muy angustiado. La tensión que dijo haber vivido en los últimos dos años y medio (desde que declaró en la Fiscalía de Atienza, incriminando a Abelleira y Deheza), lo había puesto por demás nervioso.
En rigor de verdad, apenas ingresó a la sala para prestar testimonio se lo notó temeroso y dubitativo.
“¿Tiene miedo?”, le preguntó el presidente del tribunal.
“¡Imagínese!”, respondió el testigo. Y agregó: “Tengo miedo por mi integridad física y la de mi familia por las amenazas que he recibido de las dos partes”, en alusión a ambos acusados.
Para más datos, Irigoita tiene frente a su domicilio una consigna policial que lo custodia a él, a su esposa Claudia Andrea Farinone (también declaró durante la audiencia de ayer) y a los cinco hijos de la pareja desde diciembre de 2012, es decir inmediatamente después que implicara en el crimen a Deheza y Abelleira, lo que derivó en la detención de los dos sospechosos el 18 de ese mes.
El relato, paso a paso
Por espacio de dos horas, durante las cuales aportó reveladores detalles del caso, quien fuera empleado de Espósito en el negocio de venta de quesos que aquel tenía en Villa Nueva contó su versión de los hechos en estos términos:
- “Conocí a la señora porque un familiar de mi esposa estaba realizando allí tareas de albañilería y pintura”.
- “Empecé a trabajar con ‘Kike’ manejando un camión térmico con el que hacía reparto de quesos en distintos negocios de Villa María y la región, e incluso viajaba a otras localidades, como Carlos Paz, a entregar mercadería”.
- “Siempre tuve una buena relación con ellos. Fueron muy buenas personas. Pero después del fallecimiento de él, la relación laboral se empezó a cortar”.
- “Ese viernes (día del crimen) Nora me llamó varias veces al celular para que fuera a la casa porque los dos iban a salir a cenar”.
- “Fui hasta la casa en mi auto a eso de las 9 de la noche. Cuando llegué, por el frente pasó el vigilador del barrio (Jorge González, ya fallecido, quien también declaró en la causa), lo saludé y golpeé el portón”.
(Aquí fue cuando se produjo el incidente antes relatado)
- “¡Niego totalmente haber tenido llave de la puerta de entrada a la casa!”.
- “Kike era una persona desconfiada. No le daba la llave a cualquiera”.
- “Me hizo pasar, fuimos al escritorio (en la planta baja), me invitó un café y le entregué el dinero del reparto. El hizo unas anotaciones en la computadora y yo le dije, ‘hágalo rápido, don Kike, porque ya se tiene que ir a comer con su esposa’. ‘¿Yo?’, me preguntó, y me dijo que no iba a salir, sino que Nora se había ido a cenar con una amiga”.
- “Cuando me fui, me acompañó hasta la puerta y justo en ese momento volvió a pasar el guardia de seguridad. Subí al auto, me fui a una pizzería y de ahí a mi casa”.
- “Como a las 11 menos 20 de la noche me llamó Nora y me preguntó si había estado con Kike. Le dije que sí, pero que ya estaba en mi casa porque tenía que salir a trabajar muy temprano”.
- “A las 4.30 de la madrugada teníamos que viajar con José Manuel Roldán a Carlos Paz para llevar quesos, pero un ratito antes me llamó Verónica (Volpe, la hija de Abelleira) y me dijo que no saliéramos, que habían asaltado a Kike. Y cuando le pregunté qué había pasado me dijo que lo mataron”.
- “Pasaron los días y yo seguí trabajando. Empecé a notar que el dinero que le llevaba del reparto, ella lo despilfarraba rápidamente. Me pidió varias veces que la llevara en su auto al supermercado y a comprar cosas de oro, y gastaba mucha plata”.
- “Una vez me pidió que le llevara un sobre con dinero a un señor frente al Hogar de Ancianos de Villa María. Me acompañó mi esposa y cuando llegamos al lugar estaba Deheza (a quien no conocía). El me preguntó: ‘¿Vos me venís a entregar lo mío?’. Y cuando le di el sobre me reclamó diciendo ‘¡esto no es lo mío!’. Le dije que hablara con Nora porque yo sólo le había llevado el paquete”.
- “Cuando nos íbamos, Claudia me dijo que a ese tipo lo había visto en la cárcel”.
En efecto, al momento del hecho narrado, la esposa de Irigoita tenía a su hermano Arnaldo “Pinky” Farinone detenido en el penal de barrio Belgrano.
- “Algunas semanas después, Nora volvió a pedirme que llevara otro sobre al mismo hombre, pero yo le dije que no quería hacerlo. ‘¿Por qué el dinero?’, le pregunté, y ella me respondió que era para pagar los arreglos que había hecho en el panteón de Kike. Yo le dije ‘¡qué albañil caro!’. A partir de allí el trato laboral cambió. Ya casi no me llamaba para repartir quesos”.
- “Un día la hija de Nora me citó en el bar que está en la esquina de San Juan y General Paz, frente a la Policía, y cuando estaba sentado con ella llegó Deheza con una mujer. Lo reconocí, pero no dije nada. Verónica empezó a preguntarme qué sabía yo del homicidio de su papá, pero le dije que no sabía nada”.
- “Unos días más tarde, cuando estaba frente al Hospital Pasteur, apareció Deheza y directamente me amenazó de muerte. Me señaló a otras tres personas que estaban arriba de un auto y me dijo que me callara la boca, porque si no iba a tener la muerte del pato. Y poco después ella (Abelleira) también me llamó para amenazarme”.
En este momento de la declaración, Irigoita se quebró emocionalmente y comenzó a llorar. Luego de unos momentos se repuso y continuó con la parte más sustancial de su relato.
- “Unos días después fui a la casa de Nora y le dije que yo sabía todo. En realidad le saqué de mentira a verdad y ella se largó a llorar. Me confesó que Deheza había matado a Kike y que no lo había podido parar. También me contó que poco antes del hecho, Deheza había ido a la casa haciéndose pasar por vendedor de trapos de piso”.
- “En esa oportunidad me dijo que ella había ‘armado todo’ y que ‘no lo pudo parar’ (a Deheza), pero que ‘lo hecho, hecho está’. Después de esa charla se cortó definitivamente el trato laboral”.
Sobre los hermanos
En otro pasaje de su pormenorizada declaración, Franco Irigoita dijo que Nora llegó a contarle que había puesto la mayoría de los bienes de Espósito a nombre de otras personas “porque los hermanos de Kike quieren cagarme toda la plata”.
Preguntado sobre si alguna vez había visto mucho dinero en la casa de barrio Costa de Oro, donde Enrique fue asesinado, el testigo señaló: “Una vez sacó una mochila que estaba llena de plata, incluso había dólares y papeles del Banco HSBC. Me pidió que rompiera esos papeles, porque no servían”.
Más adelante, Irigoita dijo que en los días posteriores a la muerte de su patrón, Abelleira compró “un auto para ella y uno para su hija, dos departamentos, una casa, varios terrenos, un camión y hasta una Ford Transit que puso a nombre de la hija del doctor (Juan Antonio) Rusconi, que era su abogado”.
Claudia, la esposa
Además de Irigoita, durante la audiencia de la víspera (la cuarta desde que comenzó el juicio, el lunes pasado) también testimoniaron su esposa, Claudia Farinone, y Diego Eduardo Arenas, un expresidiario convocado por la Defensa de los acusados.
La mujer declaró en términos similares a los de su marido, aunque agregó otros detalles no menos reveladores:
- “Conocí a Nora un 31 de diciembre y después me ayudó varias veces con mercadería”.
- “Entablamos una buena relación. Fui varias veces a su casa a tomar mate y en algunas oportunidades hice tareas de limpieza en unos departamentos que tenía”.
- “Un domingo, tipo 3 de la tarde, me acompañó a la cárcel. Yo fui a ver a mi hermano y ella entró conmigo. Estuvimos con Pinky un rato, tomamos unos mates y en un momento fue al baño, pero volvió a los cinco minutos”.
- “El día del hecho, Nora fue a mi casa y me dijo que estaba enojada porque había peleado con Kike. No me contó los motivos de esa discusión”.
- “En su casa Nora manejaba todo. Ella decía que Kike la trataba mal y que no le daba plata, pero para mí era al revés. Yo veía que él la trataba bien y ella le sacaba dinero a escondidas”.
Arenas, otra versión
El tercer y último testigo de la jornada fue Diego Arenas, quien declaró que, estando detenido en la cárcel, Arnaldo Farinone le contó que Franco Irigoita había estado metido en la muerte de Espósito.
El testigo añadió que “Pinky” se había enojado con su hermana Claudia y su cuñado porque “no le dieron la tecla” (en la jerga carcelaria, la parte que les tocaría de un botín) y que, según le dijo Farinone, “el abogado Rusconi también estaba metido” en el asunto.
“Si ese gordo no me saca rápido de acá, también va a caer, porque está metido con unos pagarés”, refirió Arenas aludiendo a palabras del joven convicto, quien actualmente está prófugo de la Justicia.
El testigo, por demás confuso y contradictorio en sus dichos, señaló que Pinky “está viviendo en Córdoba, en (el barrio) Ciudad de mis Sueños, ante lo cual el fiscal Francisco Márquez solicitó al tribunal que se oficie a la Policía para que proceda a la detención de Farinone, quien tiene una causa pendiente en la Justicia de Villa María, donde está acusado de haber sustraído alhajas de oro en el domicilio particular de Verónica Volpe, la hija de Abelleira.
Sigue el martes
Como hoy no habrá audiencia por pedido de una de las partes y el lunes es feriado, el juicio continuará el próximo martes, a partir de las 9.30, oportunidad en la que se receptarán otros cinco testimonios.
Fotos:
Irigoita fue contundente. Dijo que Abelleira le confesó que había contratado a Deheza para matar a Espósito
Nora Abelleira sufrió ayer otra crisis de nervios y llanto a poco de que comenzara a declarar su exempleado
Claudia Farinone, esposa del testigo “clave”. Declaró en similares términos que su marido
Diego Arenas dijo que Irigoita estuvo implicado en el hecho según le contó un preso
En primer plano, el fiscal Francisco Márquez (a la izquierda) y el abogado José Luis Bertoldi, representante de los hermanos Jorge, Mauricio y Gustavo Espósito (sentados detrás), hermanos del comerciante asesinado