En calle Independencia al 200, entre La Rioja y Entre Ríos, los vecinos están en permanente alerta, comunicándose entre ellos y atemorizados.
La calma de siempre de este sector del barrio Florida desapareció hace tres semanas por el accionar diario de vándalos.
No hay robos, no. Lo que sucede es “una lluvia de piedras”.
Una decena de ciudadanos se reunieron en una casa y dialogaron con EL DIARIO. Por temor (según argumentaron), pidieron que no se publicaran sus nombres y no aceptaron fotografías.
“Hace 20 días empezaron arrojando piedras a nuestras viviendas. Creímos que era algo excepcional, pero continuaron los días siguientes”, explicó una señora.
“Vienen siempre en la misma dirección”, precisó otra, en alusión a que llegan desde la zona oeste de la barriada. Y pasan y tiran cascotes hacia todas las viviendas, sin importar las consecuencias. Así, ya rompieron un vidrio y con un pedazo de ladrillo “golpearon a un policía que estaba haciendo guardia” a raíz de esta situación.
No tienen identificados a los autores. Todos los que hablaron con este diario aseguraron que no hay problemas entre vecinos, conflictos ni nada por el estilo. “Todos nos llevamos bien con todos. Nunca había pasado nada, esta zona siempre fue tranquila. No hay junta, acá todos somos familias trabajadoras, nadie va a andar molestando al otro porque todos trabajamos”, concordaron.
“Las noches de verano hasta las 2 de la mañana en la vereda” pasaron a ser un grato recuerdo. Ahora temen estar en la calle, porque se sienten expuestos a sufrir heridas. No sólo de noche sino a cualquier hora.
“Muchos de nosotros tenemos niños y es un riesgo, un peligro. Estamos alarmados”, confesó una mujer con amargura y tres pequeños frente a sus ojos, quienes tocaban los cascotes que juntaron los adultos.
En la charla con este medio hubo quejas hacia la Policía. “Nos dijeron que actuarán si hay lesionados”, rezongó uno. Piden más patrullaje (“de día andan, pero de noche no, salvo por el bulevar Argentino”) y presencia de la fuerza policial para desalentar el vandalismo.
“En mi casa tiraron botellas de vidrio. Antes estabámos siempre tranquilos. Ahora tenemos miedo y no sabemos quiénes son ni por qué”, ilustró una vecina para concluir.