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24 de Mayo de 2015
NOTA Nº 413, escribe Jesús Chirino - Salomon Deiver - Discurso de 1942
Su visión de la política­­
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El periódico local Democracia era una ­­publicación de seis páginas, cuya redacción estaba en la calle 9 de Julio 46, su dirección la ejercía Faustino López. En su tapa traía impreso el lema “Cerebro, corazón y voluntad para su pueblo. Una palabra escrita en la verdad”. En su edición del día jueves 13 de mayo de 1943 inició la publicación del mensaje que el intendente municipal por entonces pronunció ante el Concejo Deliberante. La publicación de la pieza discursiva (que se hace en dos números del periódico) resulta de gran importancia para acceder a algunos de los conceptos con los cuales se manejaba el propio Deiver y el secretario municipal Félix Grisoni, quien también firmó el escrito.

 
Enfrentando la ­­oposición política
Luego de dirigirse formalmente al presidente del “Honorable Concejo Deliberante, Don Felipe Botta” deja en claro que está allí por lo “dispuesto por la Ley Orgánica Municipal y también con una convicción íntima de mis sentimientos”  y que pretende dar cuenta “de la intensa labor social y edilicia” a lo largo de un año de gobierno, a la vez señala el encono de los sectores políticos opositores que lo han acosado. Es desde allí que remarca que ese período “puede considerarse como una época transcurrida en medio de esa pasión que, encendida como en el primer día de mi gestión gubernativa, continúa hoy utilizándose hasta con aspectos dramáticos, en la persecución que de toda índole se realizó y se realiza en contra del ciudadano que habla y de la Administración que dirige”.  Entonces pasa a describir la situación producida cuando el 31 de diciembre  de 1942, a las 10.25 horas la Casa Municipal de la calle Mendoza fue allanada por 25 agentes policiales y el jefe político,  con una orden del juez de Instrucción. La causa judicial se inició por la denuncia de dos empleados municipales suspendidos, según los cuales, Deiver  había pagado sueldos a dos personas que no trabajaban en la comuna. En su mensaje ante el Concejo, Deiver coloca ese hecho como corolario de una serie de “episodios ingratos que culminaron con la villanía de los procedimientos, puede destacarse como un símbolo de vergüenza imborrable para la cultura de Villa María, el zarpazo que intentó dar el malón de la política... en que las fuerzas policiales armada con toda clase de pertrechos guerreros, hicieran irrupción en la Casa Municipal arrasando su autonomía y clausurando sus puertas, en momentos en que la actividad de la administración se desarrollaba entregando los bonos de nafta y las nuevas patentes de rodados”. Luego rescata su serenidad ante los hechos a la vez que manifiesta que “la Justicia tiene en sus manos lo necesario para sacar la verdad y a muy seguro que nada de amoral debe haber encontrado en los miles de recibos y cientos de planillas que tiene en su poder”,  a la vez aclara que “la ciudad de Villa María de pie, se solidarizó con el intendente”.
 
Hombre de la democracia
 En un momento de su mensaje señala que quizás ese sea su “último mensaje  por cuanto razones políticas es muy posible que me hagan retirar antes de terminar el período, por exigirlo así las circunstancias que han de reclamarme al proselitismo que debo realizar dentro de la acción partidaria”. En realidad la administración municipal sería interrumpida por el Golpe de Estado realizado el 4 de junio de  1943. Deiver se plantea como un hombre de la democracia y, consciente de su origen humilde,  señala que de “no mediar la Democracia a muy seguro que la alta jerarquía de intendente que invisto en esta importante ciudad, no me hubiese correspondido, porque por anticipado es necesario decirlo con toda franqueza, no estaría yo entre los hombres calificados que en otra época ocuparon el Poder Público”. Dentro del sistema de partidos políticos se reconoce “como ciudadano de la Unión Cívica Radical”  no sin realizar críticas a cierta manera de hacer política a la vez que dice conservar  “aquellos principios de moral y disciplina que encauzaran los fundadores del radicalismo”,  tratando  “desde la función pública, de romper con las viejas prácticas demagógicas, cambiándolas por la generosidad sentida en  distribución equitativa de las cosas que han ido a manos directas del hogar necesitado”. Sin lugar a dudas Deiver abreva de los principios planteados de los líderes radicales mencionados, que no son otros que los pregonados por Amadeo Sabattini, pero con quien debió enfrentarse en la lucha interna del partido.
  Su crítica a una manera de hacer política es dura, habla de opositores internos y los señala como “aquellos políticos que han confundido al radicalismo con una estancia cuyo patrimonio les pertenecía a los caudillos capataces que, al verse reemplazados por nuevos valores, ya la democracia no les fue útil y se han valido de procedimientos tiránicos para la eliminación de hombres que ayer fueron amigos y hoy, porque no le responden genuflexamente a sus políticas bastardas y a sus oscuras aspiraciones para la libertad de la República, se trata de extorsionarlos con amenazas y persecuciones, queriéndolos poner como delincuentes ante esa consideración pública que no la han de cegar jamás, con hechos e inventivas pasiones que desbordan en el odio de la familia y de los pueblos”. Deiver ve venir ideas pocas moderadas en la Nación y ante una lucha interna del radicalismo pide que “los hombres de mi partido, para que pasada la lucha interna se den la mano que sea el eslabón más fuerte que evite la intromisión de ideas extremistas…”
 
Ideario de época
Según sus propias palabras, Deiver no sólo que reniega de su origen sino que sabe que el mismo no es aceptado por los habituales dueños del poder, habla en favor de llevar la satisfacción al hogar de los pobres, la necesidad de distribuir y la importancia de generar trabajo. Pero igual no puede escapar a ideas de la época y en una parte de su discurso, rindiendo cuenta de la actividad municipal de salud, carga contra las mujeres “sueltas” señalándolas como el origen de ciertos males. Lo hace en relación a las enfermedades de transmisión sexual, un importante problema de salud pública. Señala que desde la Asistencia Pública se atienden entre “600 a 700 personas -por año- en la mayoría de los casos, jóvenes de 18 a 30 años”. Para agregar que “si bien el tratamiento que le dispensa esta repartición, tiene toda la eficiencia de su curación… la enfermedad no debe curarse con el remedio, sino que debe irse al punto de origen, o sea a las mujeres sueltas que constituyen verdaderas plagas de focos infecciosos”.  La idea de “mujeres sueltas”, remite a aquellas que estaban sin maridos u hombres que rigieran sus vidas y de las que, la mayoría social, pensaba que ejercían el comercio sexual aunque eso no fuera estrictamente cierto. Desde una sociedad marcadamente machista se pensaba que eran ellas la fuente de contagio de las mencionadas enfermedades, dejando de lado a los hombres como transmisores de las mismas. Esta visión de la mujer por parte de Deiver no empequeñece su figura, pero su repaso en un hombre de tanto arraigo popular y concepciones progresistas puede ayudar a dimensionar el progreso que producido en algunas cuestiones relacionadas con la temática. Aunque aún falte mucho para avanzar. Igual dejemos palabras del propio Deiver para cerrar esta pequeña nota que no pretende agotar su ideario. En el discurso dijo: “…en mi alma y en mi espíritu de bien, no se cobijó nunca el deseo de la maldad y mucho menos el de hacer daño al prójimo, por medio de la violencia… porque las sombras que provocan las tinieblas, no las utilicé jamás para destruir a mis enemigos. Por eso soy amigo del sol, porque los dignos son capaces de mirarlo de frente”.

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