Rescatando valores revolucionarios
En un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo y que desde hace algún tiempo revivimos más intensamente, queremos desde esta parte profunda del territorio nacional, honrar la voluntad férrea de tantos hombres y mujeres que en esta rica, pero joven edad de nuestra Patria, han ofrendado su vida, su saber y su compromiso para que el grito revolucionario independentista nunca afloje, nunca se debilite, nunca se calle.
A modo de relato de los hechos, diremos que La Revolución de Mayo fue la serie de acontecimientos ocurridos en mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España, y que desencadenaron la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y su remplazo por la Primera Junta de gobierno. Estos eventos de la Revolución de Mayo se sucedieron durante el transcurso de la Semana de Mayo, entre el 18 de mayo, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha de asunción de la Primera Junta.
Este proceso culmina con la declaración de la independencia del 9 de julio seis años más tarde en Tucumán. En estos seis años, muchos acontecimientos heroicos se dieron; pero es necesario recordar que también muchos acontecimientos miserables ocurrieron en detrimento de esa gesta revolucionaria.
No todos querían la soberanía, no todos querían ser libres, no todos querían dejar de ser colonia y esos que no querían estaban en el propio territorio que se gestaba como Nación.
El 25 de mayo además del valor histórico y revolucionario, tiene una significación, un simbolismo que atraviesa toda nuestra historia nacional hasta nuestros días, porque ese grito de libertad de parte de muchos y esa negación de soberanía e independencia de algunos pocos pero poderosos, todavía existe y se da en diversos terrenos: entre ellos en el de la economía, en el de la política y en el de la Justicia.
Hoy el 25 de mayo no es sólo el recuerdo de una fecha histórica, sino que es la ocasión para confirmar la vocación por la defensa de los valores nacionales, populares e inclusivos. Es ocasión para plantear con mayor fuerza, que como en 1810 no queremos estar sometidos y mucho menos sometidos por extraños…
En nuestros días y con una democracia joven aún, el grito de “renuncia a los extraños y opresores” aun sigue siendo necesario.
El colonialismo que aún hoy se cierne sobre nuestra patria, ha tomado otras formas más sutiles pero no menos efectivas. Se necesitan hombres y mujeres con decisión firme para enarbolar ese grito revolucionario a través de nuestra historia.
Estos hombres y mujeres están entre los ciudadanos y deben estar entre los dirigentes, de toda la institucionalidad argentina. Tener siempre presente aquellos valores identitarios de nuestra nación, hará que el norte de nuestro camino llegue finalmente para la felicidad del pueblo.
En este sentido quiero concluir con las palabras de un presidente que le tocó asumir como tal en un país quebrado, que planteó la memoria de aquellos sueños revolucionarios. Me refiero al compañero expresidente Néstor Kirchner en su discurso del 25 de mayo de 2003, en el cual finalizaba diciendo:
“No he pedido ni solicitaré cheques en blanco. Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales. Pero sé y estoy convencido de que en esta simbiosis histórica vamos a encontrar el país que nos merecemos los argentinos.”
En esta hora de nuestra nación, es importante rescatar aquellos valores revolucionarios de mayo ¡Viva la Patria!
Concejal Rafael Sachetto