Nada más alejado de Siegen que Villa María. De hecho, la ciudad que serpentea entre montañas al costado de un río por debajo de los castillos en nada se parece a esta Villa tranquila y sin resabios de Edad Media que se expande en medio de la pampa.
Sin embargo, y a pesar de las diferencias geográficas, Lena dice que “Villa María me recuerda mucho al norte de mi país, donde todo es plano y hay mucho verde. Acá sólo son distintos los pájaros”. Y, de hecho, confiesa que eligió la Argentina por el paisaje. “Cuando la coordinadora para Latinoamérica me dijo que los mejores convenios eran con México y la Argentina, no lo dudé. Y me vine acá después de ver las fotos”.
Lena estudia en su país la carrera de Literatura, Cultura y Medios de Comunicación, y así la define. “Son tres carreras en una, pero no es muy común estudiar eso. Si te interesa la literatura, estudiás alemán; y si te interesa el periodismo, estudiás Medios. ¡Pero a mí me gustaban las dos!”. Le pregunto por la salida laboral y me dice que “apenas terminás, normalmente entrás a un periódico. De hecho, yo trabajo para uno de la región y para otro de la universidad. Me pidieron que escriba una nota con mis experiencias villamarienses, pero le dije a mi jefa que no, que acá sólo quiero vivir. ¡Ya escribiré allá lo que estoy viviendo ahora!”.
-¿Y dónde aprendiste el español?
-En la secundaria. Hice dos años como lengua extranjera y después cursé un poco en la universidad. Pero hace tres años estuve en Perú y fue toda una experiencia. Hice prácticas en una escuela para niños pobres de Lima y no hablaba nada. Por suerte, los peruanos hablan lento y cortan las frases. No como acá, donde se habla muy rápido y juntan todo. Pero ya me acostumbré.
-¿Cómo te sentís en la Universidad de Villa María?
-Al ser mucho más chica que la mía (Siegen tiene 20 mil alumnos), nunca sos anónima y eso me hace sentir muy bien. Siempre que voy al Campus, encuentro algún conocido. La gente de acá, además, está muy abierta a conocer otras culturas, algo que no pasa en Alemania, donde somos más cerrados y necesitamos tiempo para hablar con alguien.
-¿Es muy distinto estudiar acá?
-Sí, porque allá tenés una materia una vez por semana mientras que acá la tenés tres o cuatro veces. Acá el profe “enseña” literalmente. En Alemania es sólo leer textos, aprender de forma autodidacta y después hablar en el grupo arreglándotelas solo.
-¿Qué cosas te gustan de la Argentina y de Alemania?
-Me gusta que los argentinos son muy curiosos, que siempre quieren conocer más, leer algo más de lo que tienen que leer. En Alemania, en cambio, la gente no quiere aprender más de lo que debe. Acá hay mucha más apertura cultural.
-¿Te parece?
-¡Sí, claro! Por eso no me gusta hablar mucho de mi país, porque no somos muy flexibles ni muy patrióticos. Pero te puedo decir que lo que no me gusta de Argentina es la burocracia. ¡Es horrible tener que esperar horas en todos lados sin saber por qué! En Alemania eso no pasa. Allá todo es muy ágil. Creo que eso sí me gusta contar de mi país.
-Hablame un poco de la literatura alemana, de tus escritores favoritos.
-Me encanta Thomas Mann. Es lo mejor para mí. Es muy realista para escribir, pero a la vez está lleno de sentimientos y con mucha descripción social. Amo La montaña mágica. También me gusta mucho Herman Hesse, que es un tipo muy melancólico y solitario, pero a la vez muy bueno.
-¿Y Göethe? ¿Y Kafka?
-No soy muy fan de Göethe. Sólo leí Fausto y Werther en la escuela. Me gustó más Werther, que tiene un lenguaje fabuloso. Lo que sí te puedo decir es que Göethe es el escritor más representativo de Alemania, casi una bandera. Kafka no me gusta para nada, es muy retorcido.
-Es inevitable que te pregunte por la guerra. ¿Todavía está presente entre ustedes?
-Muchísimo. A tal punto que en la escuela hay un año donde se habla solamente de eso. Vamos a visitar uno de los campos de concentración cercanos a la ciudad y tenemos charlas con personas mayores que se ofrecen de voluntarias para contarnos ese drama. Lo hacemos para que eso no ocurra nunca más. La guerra fue algo muy traumático y difícil de superar para todos. Mi tía, hermana de mi abuelo, me cuenta historias de cuando era niña, cuando debía caminar kilómetros porque no había transporte ni qué comer.
-Alemania pasó de la crisis a ser la mayor potencia europea en 70 años. ¿De eso se habla?
-Sí, claro. Y es paradójico porque hoy en Alemania no se sabe qué es la pobreza. Mi tía, por ejemplo, no puede entender que yo esté en la Argentina. Para ella es otro universo, imposible de acceder y carísimo. Tampoco entiende el estilo de vida de los jóvenes porque ella tuvo una fuerte experiencia de la pobreza de niña. Nosotros no podemos entender a los más viejos y ellos no nos pueden entender a nosotros. Hemos vivido en el mismo país y a la vez en dos países distintos.
Iván Wielikosielek
-Especial UNVM-