“Ya están todas las abuelas en la mesa”, avisó Mari, de La Posada del Abuelo. Los preparativos del personal y los familiares, más la complicidad de algunas compañeras, fueron el preámbulo de la fiestita merecida para que “Pili”, “Juanita”, o Juana Nieto viuda de Ruiz, festejara su siglo de vida.
Allí, en la calle Mariano Moreno 225 de barrio Centro sur, llegó su hijo Julio, desde Zapala (Neuquén). Entre aquellas tierras y la ciudad de Río Cuarto, Juana, repartió su recorrido, hasta que hace unos siete años llegó a la Villa María que ayer le cantó sus 100 felices años. Porque en ese itinerario la abuela cantaba y cantaba con una voz privilegiada. Así la conoció Mari Pulisich de Vilella, de La Posada, donde ahora aloja esas ganas de entonar melodías y comparte las buenas tardes como la de ayer, cuando la torta llegó a la mesa rodeada y los afectos de sus cuidadoras le tendieron una mano y se sumaron a las de Julio y las demás abuelas. Todos cantaron el Feliz Cumpleaños, cenaron, le hicieron sentir su cariño y respeto. Todos por otros años más de felicidad.