Argentina 2015 - Virreynato 1810

 

Es imposible pensar en el país actual sin volver al origen cuando el poder del Virreynato del Río de la Plata estaba en manos de intereses económicos puestos en el puerto de Buenos Aires, el lugar ideal para tener enormes ganancias donde provechosos comerciantes y mercaderes llenaban sus arcas en desmedro de los criollos que sobrevivían en la penuria más grande que uno se pueda imaginar. Hoy son otros los nombres y apellidos, pero al igual que antes siguen intentando llenarse los bolsillos a costa del pueblo trabajador.

En nuestros pueblos del interior dependemos en gran parte de la economía que se desprende de los productores agropecuarios, ellos sojizaron nuestra zona, teniendo enormes ganancias por la bonanza de los precios internacionales y nuestras tierras tan fértiles; lograron así construir su futuro y dejaron de vivir en el campo para trasladarse a sus confortables viviendas en nuestros pueblos, comprando las maquinarias más modernas para mejorar sus rindes, lo que trajo aparejado mano de obra en los constructores, albañiles, pintores, industrias dedicadas a la fabricación de maquinarias agrícolas, entre tantas otras.

Oncativo y Oliva, ciudades vecinas, vivieron con alegría esos años tan importantes que permitieron el crecimiento de ambas. Hoy, que las ganancias de los productores no son las mismas, dejaron de construir o comprar viviendas, se las arreglan con maquinarias que ya tenían, haciendo que la economía de nuestros pueblos decaiga notablemente. Se nota especialmente en locales comerciales cerrados, vendedores parados en la puerta de sus locales esperando la llegada de algún cliente. Notamos de esta manera qué importante es el campo para los pueblos.

Volviendo a la historia, nuestros pueblos sufridos en 1810 lograron sobreponerse con ideas claras de formar gobiernos de identidad a pesar de los acomodados de esa época, hoy volvemos a renovar la esperanza en que los candidatos en nuestras comunidades prioricen de alguna manera reflotar políticas que ayuden a tener posibilidades a los habitantes a una vida más digna y que con sus gestiones permitan volver a darnos la grandeza que nuestras ciudades merecen.

 

Romina Peralta