La hija mayor de Nora Lilián Abelleira, la mujer que está acusada de haber contratado a un sicario para dar muerte a su concubino, Enrique “Kike” Espósito, aseguró ayer que su padre (tal como ella lo consideraba, pese a no ser hija biológica) se encontraba en bancarrota y que casi todos los bienes de la pareja estaban a nombre de su mamá.
“Mi padre estaba en quiebra, estaba fundido, y no podía tener nada a su nombre porque tenía muchos juicios” en su contra, enfatizó Lida Verónica Volpe al declarar en la Cámara del Crimen de Villa María, durante la sexta audiencia del juicio que se le sigue a Abelleira y a José Alberto Deheza por el crimen del comerciante villanovense.
Además de Volpe, también comparecieron ante jueces y jurados la esposa de Deheza, Rosa Estela Almarante, y el matrimonio conformado por Ariel Marcelo Candelero y Mariela Beatriz Guzmán, quienes tuvieron una relación de amistad con Franco Damián Irigoita, el “testigo clave” de la acusación porque, según declaró, la viuda de Espósito le confesó que ella había “armado todo” para que un sicario asesinara a “Kike” y, de ese modo, quedarse con su cuantiosa fortuna, estimada en casi tres millones de dólares.
“El me crió”
Con lágrimas en los ojos, Verónica Volpe dijo que Espósito la había criado desde que estaba por cumplir 10 años (tiene 38). “Para mí era mi padre porque él me crió desde muy chica, y era el abuelo de mis hijas”, recordó con la voz entrecortada por la emoción.
La testigo compareció en la sala del quinto piso de Tribunales por espacio de una hora y 40 minutos, al cabo de los cuales se dispuso un cuarto intermedio hasta el próximo martes a las 9.30 para la continuidad del debate.
Durante su declaración, Volpe se refirió inicialmente a cómo se había enterado de la muerte de Espósito, acaecida la noche del 17 de junio de 2011, y después fue respondiendo distintas preguntas formuladas por las partes.
Entre otras manifestaciones, admitió que había tenido un poder otorgado por su madre para vender un campo de 112 hectáreas, ubicado en la zona de Arroyo Algodón, que estaba a nombre de Abelleira y que era propiedad de la desaparecida firma “Natalio Alba SA”, perteneciente a la familia Espósito.
Volpe relató que dicho campo se vendió en mayo de 2011 (es decir, un mes antes del homicidio de “Kike”), durante una transacción realizada en una escribanía de la localidad de Los Surgentes, en el sur provincial, a la que asistieron ella, el abogado Juan Antonio Rusconi (actual defensor de Abelleira) y el comprador, Marcelo Dichiara, un productor agropecuario de Marcos Juárez.
Casi un “palo verde”
Interrogada de manera puntillosa por el letrado José Luis Bertoldi, representante legal de los hermanos Espósito (son querellantes particulares en la causa), la testigo dijo que el predio rural se vendió en 970 mil dólares y que Dichiara entregó dinero en efectivo (pesos y billetes de la moneda norteamericana) y varios cheques.
De regreso a Villa María, acompañó a Rusconi hasta la sede de AERCA, donde el letrado se bajó y guardó la cuantiosa suma en una caja de seguridad que, por entonces, Abelleira tenía en la entidad empresarial con sede en calle San Juan.
Volpe contó que su madre no había podido intervenir en aquella venta “porque estaba enferma” y que su padre, Enrique Espósito, había viajado a Villa Carlos Paz por cuestiones relacionadas con su trabajo, la comercialización de quesos.
Refirió que su madre le había dicho que “Kike estaba al tanto de esa operación” y que la pareja tenía pensado irse de Villa María porque en los últimos años “les estaba yendo mal”. Asimismo, dijo que pocos días después de venderse el campo, Abelleira compró un automóvil.
Al ser preguntada por el fiscal Francisco Márquez, la testigo respondió enfáticamente que su padre “estaba en quiebra, estaba fundido”, y tras cartón añadió que “no podía tener nada a su nombre porque tenía muchos juicios”, en alusión al la crítica situación por la que estaba atravesando “Natalio Alba SA” desde comienzos de los años 2000.
Víctima de un asalto
En otro pasaje de su declaración, Volpe dio cuenta que el 21 de septiembre de 2013 sufrió un violento asalto en la casa que en aquel momento ocupaba en Liniers al 200, en barrio Palermo de esta ciudad, cuando tres sujetos armados golpearon a su actual pareja, Richard Alberto Clavero, y le colocaron una pistola en la cabeza a la hija de ambos, una beba de pocos meses, para que les entregara “el dinero y los paños de oro” que tenían.
“¡De esto tengo miedo!”, balbuceó la testigo cuando le pidieron que diera detalles sobre el hecho. Sin embargo, dijo que poco después reconoció a dos de los delincuentes durante una rueda de presos realizada en la cárcel, en el marco de la investigación de ese atraco, mientras que el tercer sospechoso está prófugo de la Justicia.
Los presuntos asaltantes son los hermanos Rafael y Matías Nieto y el fugitivo en cuestión es Arnaldo “Pinky” Farinone, hermano de Claudia Farinone, la esposa del “testigo clave”, Franco Irigoita. Cabe agregar que los Nieto son cuñados de “Pinky” Farinone porque este último está en pareja con una hermana de aquellos.
Todas las alhajas de oro que guardaban Volpe y su pareja eran propiedad de su madre y buena parte de ellas había sido adquirida por la propia Abelleira en la ciudad de Rosario poco tiempo después del crimen de Espósito y para ir a comprarlas la viuda fue llevada por el mencionado Irigoita, que, por entonces, todavía seguía trabajando para la acusada a consecuencia de haber sido empleado de “Kike” en el reparto de quesos.
“El es inocente”
Otro de los testimonios relevantes de la jornada fue el de la esposa de José Deheza, quien de arranque nomás dijo que su marido “es inocente” y que el día del asesinato “él estaba descompuesto por el asma” que padece.
Rosa Almarante aseguró que “esa tarde, había estado arreglando nuestro auto” (un Renault 18) con un amigo y que pasadas las 20 de aquel viernes 17 de junio “organizaron un asado; después comimos y nos fuimos a dormir a la madrugada”.
En otro pasaje de su declaración dijo que es propietaria de un geriátrico ubicado en calle Deán Funes al 800, en Villa Nueva, y que su suegra, María Elsa Liziaga, más conocida como “Marita”, fue una parapsicóloga que tuvo muchos clientes y un holgado pasar económico producto de esa actividad.
Dijo también que la madre de Deheza atendía en su propia casa, aunque también solía hacerlo en el domicilio particular del acusado, sito en Sarratea 1613, en el barrio Industrial de Villa María.
La testigo señaló, además, que “Marita” ayudaba económicamente a José, sobre todo después de que salió de la cárcel, el 4 de mayo de 2011, por una causa anterior.
Cabe añadir que Deheza fue nuevamente detenido el 18 de diciembre de 2012, tras ser involucrado por Irigoita en el “caso Espósito”.
Preguntada por el abogado Bertoldi sobre los vehículos que había tenido, Almarante dijo que al R-18 lo cambió por un Volkswagen Polo y que luego tuvo una Suran, la que vendió a fines de 2012 para poder pagar el abogado que está defendiendo a su esposo.
Examigo de Irigoita
La sexta audiencia de este trascendental juicio comenzó con la declaración de Ariel Candelero, quien admitió haber sido amigo y socio de Franco Irigoita “apenas tres días”, cuando juntos montaron una verdulería en barrio Las Playas en el año 2012.
Al ser interrogado por el fiscal Márquez, el testigo admitió que está “muy enojado con él porque me quiso cagar”, aludiendo a que Irigoita le robaba mercadería en aquel frustrado negocio que acababan de comenzar.
Candelero dijo también que, a mediados de 2011, Irigoita lo invitó a pasar un fin de semana a Villa Carlos Paz con sus respectivas familias y recordó que antes de emprender el viaje, Franco le dijo que tenía que pasar a “dejarle un sobre con plata a un amigo” en las inmediaciones del ex-Hogar de Ancianos.
Fue así que Irigoita, junto a su esposa Claudia Farinone y sus hijos, pasaron a buscar a Candelero y su familia por la casa de éstos en Villa Nueva. A bordo de la Renault Kangoo que el “testigo clave” le había comprado a Abelleira, fueron hasta la zona de la Terminal de Omnibus, donde el conductor adquirió una tarjeta telefónica, y después se fueron hasta cerca del ex-Hogar de Ancianos, donde se encontró con la persona a la que le debía entregar el dinero.
Según declaró Irigoita en la causa y lo ratificó el jueves de la semana pasada cuando compareció en la Cámara del Crimen, esa persona era José Deheza, cuyo domicilio particular está ubicado cerca del lugar donde recibió el sobre.
En términos muy similares declaró la esposa de Candelero, Mariela Guzmán, quien dijo que no había visto a la persona que recibió aquel sobre con dinero “porque estaba oscuro y yo me encontraba sentada en la parte de atrás de la Kangoo”, un furgón que no tenía ventanillas en esa parte.
La testigo señaló también que había conocido a Abelleira por intermedio de Claudia Farinone, ya que ambas fueron varias veces a limpiarle la casa de barrio Costa de Oro, escenario del crimen de Espósito.
Guzmán sostuvo, además, que se había enemistado con Irigoita a raíz de aquel episodio relatado por Candelero sobre el robo de mercadería. “Me llevé el negocio a mi casa y él fue y me dijo de todo”, añadió.
FOTO 2: Cuando promediaba la declaración de su esposa, José Deheza se exaltó por algunas preguntas que le hacían. Fue advertido por el juez Gandarillas y se calmó, pero poco después volvió a hablar y fue retirado de la sala
FOTO 3: Ariel Candelero, examigo y exsocio de Franco Irigoita
FOTO 4: Rosa Almarante, esposa del coimputado José Deheza
FOTO 5: Mariela Guzmán declaró casi lo mismo que su esposo
FOTO 6: Los 12 miembros del jurado popular siguen atentamente y en silencio las alternativas del juicio y toman nota de todo lo que dicen los testigos. Ocho de ellos decidirán sobre la inocencia o culpabilidad de los acusados