Escribe Iván Wielikosielek
Sonríe El Zorzal desde la eternidad en las veredas y la gente se detiene embelesada, como si todos tuvieran un irresistible impulso de rezar, atraídos por la estampita del máximo santo argentino. Y si digo “Carlitos sonríe desde la eternidad” lo que quiero significar es que su risa no está en un mausoleo sino en la tapa de un disco; ese único lugar donde vive para siempre y canta, según dicen los que saben, “cada día mejor”. En estos precisos momentos hay tres parroquianos de los que “saben”, y todos charlan entre sí en esa improvisada disquería callejera. Uno levanta los “14 viejos éxitos” en 33 RPM y dice “¡Mirá lo que es esta joya!”. El otro toma un pequeño de 78 revoluciones y dice “¿Y éste? ¡Mirá, trae ‘Volver’, ‘Cuesta Abajo’, ‘Lejana tierra mía’ y ‘Soledad’! …Como para ir arrancando…”

La charla tiene lugar sobre el tablón que hace de batea y sostiene cientos de polícromas carátulas de medio siglo. Mientras tanto, estoy dentro de la casa de antigüedades de Daniel Larroque, el responsable de que hoy, en pleno 2015 y tras la muerte del casete y el CD, haya una disquería de vinilo en plena ciudad.

“A los discos los compramos hace poco -comenta Larroque- .  Pertenecían a un coleccionista que falleció. Lo que más hay es de tango y de folclore. Lo curioso es que toda la gente que pasa se queda mirando y charlando en la vereda”.

-¿Se refiere a gente mayor?

-No sólo a gente mayor. Curiosamente hay muchos jóvenes. Hace poco vino un piba y me compró un long play de Los Cantores del Alba para regalárselo a su abuelo. Me dijo que el hombre todavía escuchaba con un tocadiscos…

-¿Vendió muchos long plays desde que los sacó a la calle?

- No es que se venda mucho pero se venden siempre. Tres o cuatro por día. Los cobramos todos a 50 pesos y 20 los chiquitos de 78 RPM. Los discos están impecables porque su dueño era muy cuidadoso. 

 

Coleccionismo y sonido único

-¿Qué valora la gente del vinilo, su antigüedad o su sonido?

-Las dos cosas, pero sobre todo el sonido. El que ama la música elige siempre el vinilo. Todos dicen que tiene una fidelidad muy superior al CD. También hay muchos que nunca dejan de buscar algunas joyas que les faltan…

-Por lo visto, hay varias joyas en la mesa…

-Sí, hay muchos discos de los primeros tangueros como Magaldi, Gardel o Canaro; rarezas como el de Osmar Maderna y mucho folclore: Los Quilla Huasi, Antonio Tormo, Los Cantores del Alba... 

-Para los amantes de la música villamariense hay un disco de Los Haravecos… 

-Y otro de Las Voces Nuevas, que también son de acá y estuvieron en Cosquín. Es la primera vez en mi vida que tengo un disco de Los Haravecos en el negocio…

-¿Por qué se para tanta gente a mirar siendo que compran pocos?

- Porque hoy es difícil encontrar tantos discos juntos y más a alguien que tiene 400 a la venta. Quedan pocos discos porque la gente los fue tirando. Iban falleciendo las personas y los familiares no sabían qué hacer y los dejaban en la calle. Me lo han contado muchas personas…

-¿Hay un “boom” del vinilo en los últimos años?

 - Para que te des una idea, en Buenos Aires relanzaron hace poco discos de Charly García y Pescado Rabioso ¡Había media cuadra de cola y valían 500 pesos cada uno! Eso te da una idea de la atracción que ejerce. Yo lo veo acá cuando la gente se para y se pone a charlar, como ahora… 

Y al escuchar al especialista y a los clientes que disertan sobre tango, Gardel ha vuelto a sonreír desde su carátula gastada, desde esa vieja foto en sepia sabiéndose más que nunca parte de la eternidad.