Escribe Héctor Cavagliato
Cuando la gente fue convocada por la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Italia Unida a una presentación artística en la sala teatral Jorge Bonino del Centro Cultural Comunitario Leonardo Favio, ni el más osado concurrente imaginaba encontrarse con toda una orquesta cuyos instrumentos serían ejecutados por una sola persona.
La capacidad del teatro (203 butacas) se vio colmada y el esfuerzo organizativo, motorizado por el Instituto Italiano Cultural Córdoba y el Comitato degli Italiani all’ Estero (Comites) con el apoyo de la Municipalidad, coronaba los actos comenzados a la mañana en la plaza Centenario, conmemorando los 69 años de la República de Italia, el centenario del edificio de la Sociedad Italiana en Yrigoyen y Mendoza y los 20 años de la instauración del Día del Inmigrante en honor al natalicio del General Manuel Belgrano, cuyo padre habría sido el primer inmigrante, y contó con la presencia de Miguel Belgrano, un chozno nieto (quinta generación) del creador de nuestra enseña nacional. Se presentaba el sábado el músico italiano Paolo Angeli, nacido hace 44 años en la isla de Cerdeña y radicado hace un tiempo en Barcelona.
Extrovertido, cordial y de contagioso optimismo, fueron ingredientes que facilitaron la entrevista detrás de los telones.
Poco se conocía de sus condiciones hasta que el asombro se apoderó del público que vivió una hora absolutamente diferente en materia cultural.
Es que Paolo Angeli es mucho más que un músico. Es un verdadero luthier que construyó un instrumento híbrido único en el mundo compuesto por una guitarra con doble encordado más un sinfín de elementos y dispositivos electrónicos que se suman a otro grupo de elementos (totalizando 18 cuerdas) que maneja con sus manos y sus pies descalzos y arranca sonidos de percusión que transforman al conjunto el matiz de una verdadera orquesta, incluyendo bajo, violoncelo y otras variantes para darle vida a diferentes ritmos.
Fue, por momentos, como escuchar a toda una orquesta de hasta seis instrumentos simultáneos con temas abstractos, populares y, especialmente, música árabe de su autoría, a lo que le sumó el canto de su voz. Los aplausos obligaron a bises. El tenor Francisco “Pancho” Sierra cerró la noche con su proverbial registro de voz.
Así, la gente salió pletórica de un espectáculo diferente de altísimo nivel.