La presidenta de la filial cordobesa de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), Eugenia Aravena, dijo que si bien no tiene datos específicos sobre lo que sucede en Villa María (porque se está tratando de consolidar una delegación local de este sindicato), sí puede confirmar que es una de las localidades de la provincia en donde mayor persecución policial viven las personas que ejercen el comercio sexual.
La dirigente dialogó con EL DIARIO en el marco de su disertación en el Centro Cultural Comunitario Leonardo Favio sobre “el reconocimiento del trabajo sexual”, en un evento impulsado por el Grupo de Estudios sobre Trabajos y Sexualidades, integrado con graduados y estudiantes de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Villa María, y con el impulso del Instituto de Extensión de esa casa de altos estudios.
En la charla con este matutino pidió que ninguna organización hable en nombre de ellas, quienes viven demandando que su actividad sea considerada un trabajo.
La entrevistada recordó a Sandra Figueroa, Susana Romero, Andrea Machado, Adriana Suárez y Débora Sily, quienes sólo en Córdoba “son algunas de nuestras compañeras trabajadoras sexuales asesinadas en los últimos años”. “Sus crímenes fueron brutales y en algunos casos planificados. Hombres que eran parejas, clientes y miembros de la Policía fueron sus asesinos”.
Desde AMMAR creen que “al estigma que un sector de la sociedad hipócrita aún nos endilga por trabajar ofreciendo servicios sexuales y que hace que nuestra muerte ‘valga menos’, se suma vivir en una sociedad misógina, donde en promedio se asesina cada 31 horas a una esposa, una novia, a una estudiante sólo por el hecho de ser mujer. Por el hecho de querer defender su autonomía, de decir que no”.
“La violencia que sufrimos no se reduce a los asesinatos y a los golpes. Desde el Estado se nos violenta cuando la Policía de Córdoba nos mete presas utilizando el artículo 45 del Código de Faltas o por ‘escándalo’, cuando la Justicia desprecia nuestras denuncias de malos tratos, cuando no se reconocen los derechos laborales básicos que nos permiten tener una mejor calidad de vida. Es violencia, cuando otros hablan por nosotras”, recalcó la referente.
Cuando este medio le preguntó para qué sirvió el cierre de los prostíbulos, afirmó que sólo empujó a la clandestinidad. Con esto, sostuvo que las mujeres quedaron en una situación de mayor exposición y vulnerabilidad.
Consultada sobre si muchas no elegían esta actividad por una cuestión de necesidad, Aravena se planteó “quién en este sistema capitalista no trabaja por necesidad”. “Muy pocos son quienes hacen su tarea porque les gusta o porque realmente la eligen. Hay muchos empleos por necesidad” y citó el caso “de los compañeros carreros”, que trabajan duramente y en condiciones precarias.
“Hay que preguntarse por qué no se los detiene a los proxenetas”
En la charla con EL DIARIO, Eugenia Aravena recalcó que el ejercicio del comercio sexual no está prohibido en la República Argentina. En cambio, es un delito la explotación ajena desde hace décadas, lo que la llevó a recalcar la escasa cantidad de causas penales en las que se persigue y condena a los proxenetas, es decir a quienes viven de la explotación de las personas con fines sexuales.
“Hay que preguntarse por qué no se detiene a los proxenetas”, subrayó la referente en el tema a nivel provincial.
Auditorio colmado. Tal como señaló este matutino en su edición del miércoles, la actividad en el Favio se produjo con una gran asistencia de público. También disertó Juan Marco Vaggione.