La antesala de este definitorio choque había sido un partido bastante aburrido, cerrado y demasiado disputado en mitad de chancha. El nerviosismo y los dientes apretados habían evidenciado hace una semana en tierras tiopujenses que el cotejo de vuelta sería similar. 

El local iba a jugarse la clasificación en suelo propio conociendo de antemano (y lamentando) la ausencia de Christian Fernández y Ulises Bonaveri, ambos por lesión. El plantel de Hipólito Yrigoyen, por su parte, había quedado conforme con lo producido en su cancha aunque tenían bien en claro que debían visitar la Universidad para aprobar su materia pendiente: el gol. El “Diablo” había marrado todas las ocasiones de local y sabía que este pecado no lo podía volver a cometer en Villa María. 

Desde el pitazo inicial de Claudio Aldecoa, se plasmó un partido exactamente igual que el anterior. La continuidad de la serie volvía a enfrentar a un Universitario que como siempre intentaba jugar, pero al igual que en Tío Pujio no podía hacerlo, no sólo porque no encontraba espacios, sino también porque no tenía a quien los creara. Un Yrigoyen intenso que no negociaba el sacrificio y disputaba cada pelota como si fuera la última, carecía de juego asociado y le faltaba creatividad a la hora de quebrar defensivamente a su rival.

Estas dos posturas provocaban nerviosismo, imprecisión, roces, discusiones innecesarias y pocas jugadas de peligro. Sin embargo, cuando el ritmo de la primer parte comenzaba a decaer para enfilar hacía el entretiempo, llegó el único gol del partido, que a posteriori le otorgaría la clasificación a Hipólito Yrigoyen.

Un balón cruzado a media altura buscó al ex-Universitario Ezequiel Olmedo, que fue derribado dentro del área por Pablo Picotti, falta clara que el juez Aldecoa con criterio obvió por la famosa “ley de ventaja” debido a que por detrás ingresó corriendo José Luis Demichelis que con un preciso derechazo al ángulo batió la resistencia de Simón Mellano para decretar el definitivo 1 a 0.

El descanso llegó rápidamente para beneficio de ambos: Yrigoyen debía reponer energías luego del gran desgaste realizado, porque sabía que había que defender la ventaja hasta el final. La “U” tenía que refrescar ideas en el vestuario si quería revertir el resultado. Si el juego de los tiopujienses era desgastante y asfixiante en el empate, con el 1 a 0 sería insoportable; para ello la movilidad ofensiva y la claridad mental de los villamarienses sería muy importante para lograr la paridad en el tanteador.

Para el complemento Germán Vicario debió acudir al exarquero Universitario, Federico Pedernera, para remplazar a Paoletti, quien sufrió desde el primer tiempo una contractura en el gemelo que le impedía seguir disputando el encuentro.

Tras dicho cambio inesperado, el DT rojo no se “durmió” y sabiendo que su equipo se replegaría en su campo decidió sacar a Olmedo y apostar a la velocidad de Mayco Rodríguez.

Este cambio confirmó lo que se preveía: el visitante le cedió la pelota y el protagonismo a su rival, pero el local más allá de las intenciones nunca pudo aprovechar la tenencia del balón y las numerosas situaciones con las que contó. Con el pasar de los minutos la desazón iba apoderándose de los pies de los jugadores villamarienses y la tristeza les impidió empatar el partido.

Hipólito Yrigoyen ganó y clasificó porque fue inteligente y tuvo siempre en claro su estilo de juego, en donde los lujos no abundan y la efectividad, el sacrificio y el orden táctico son los protagonistas. 

El “Diablo” de Tío Pujio se calzó el traje de candidato y ya les avisó a sus futuros rivales que deberán esforzarse al máximo para dejarlo en el camino. 

 

La figura