El tablero se va observando con mayor nitidez y el primer día del invierno desplegó las piezas claves en el contexto eleccionario nacional, provincial y local.

Fue una semana interesante para la región y que puso en la primera plana a figuras de nuestros pagos como Carlos Zannini y Miguel Olaviaga (candidatos a vicepresidente) y Jorge Ceballos, entre otros, precandidato a la gobernación de Buenos Aires.

Hubo sorpresas grandes y más pequeñas, hubo heridos y dirigentes que se quedaron en la vía. Es la política. Nada ya puede causar asombro. El que elige el camino de la militancia partidaria sabe que el destino del soldado es ubicarse donde la estrategia lo requiera, a veces al frente, a veces en la trinchera.

Los que deciden son los que tiene las condecoraciones y las estrellas.

El que no sabe esas reglas, tiene que abandonar el campo de batalla. Y de hecho, algunos lo hicieron.

La primera conmoción de la semana que pasó fue la candidatura a vicepresidente del villanovense Carlos Zannini en la fórmula con Daniel Scioli.

A Florencio Randazzo y parte de sus seguidores se le descarriló el tren en un segundo.  Los que cuestionaron con calificativos, por momentos agraviantes, a Scioli tuvieron que tragarse cada una de las palabras y pasar del camarote de primera clase al furgón de cola.

La presidenta Cristina  tomó la decisión que tenía que tomar y demostró su capacidad innata de “leer” claramente el contexto y la mirada de la sociedad.

La política no es una caja de espejitos de colores y de cantos seductores de sirena. El tiempo de los ideales “puros”, de los juramentos de lealtad,  se perdió entre las telarañas del tiempo.

“Sin poder no hay política que sirva”, es la consigna que desde épocas remotas viene impulsando el peronismo. Y, le ha ido bastante bien a la luz de los resultados.

Zannini es el representante “de lujo” del proyecto iniciado por Néstor en 2003 y profundizado por Cristina.

Se podría decir, sin temor, que Zannini es Néstor y Cristina juntos. Es el más confiable para garantizar la continuidad del modelo de país que sueña la presidenta y a la vez es una pieza clave para liderar el cuerpo legislativo si el gobernador bonaerense gana las elecciones.

Los que apostaban a que Cristina no iba a interferir en las internas de las PASO, tienen que revisar su olfato. Al kirchnerismo no le convenía ir dividido a las primarias, ya que esas elecciones son fundamentales, casi una primera vuelta.

Si los votos del Frente para la Victoria se repartían entre Scioli y Randazzo,  existía la posibilidad que Mauricio Macri encabezara los resultados como el dirigente más votado.

Y eso, ningún buen estratega podía permitirlo. Y Cristina es una gran estratega. 

La fórmula que eligió une las dos vertientes claves del peronismo: el tradicional que conducen los principales gobernadores e intendentes y el que responde al “proyecto nacional y popular” con todo el combo del kirchnerismo no peronista.

Las chances de lograr una victoria en primera vuelta,  se acrecentaron ante esta definición que sacó a Randazzo de pista.

 

Corazón de mi país

Córdoba es una provincia rebelde, gobernada por uno de los precandidatos a la presidencia enfrentado con los K, José Manuel de la Sota.

Las encuestas lo ubican al candidato de Unión por Córdoba Juan Schiaretti con amplias posibilidades de ganar la elección provincial del 5 de julio, relegando las aspiraciones de Eduardo Accastello.

Si la tendencia no se revierte en los próximos días, los representantes de Cristina tendrán que conformarse con algunas bancas en la unicameral y un par de intendencias en localidades (de menor cantidad de habitantes).

En este panorama, que pone a Macri entre los preferidos de los cordobeses, el kircherismo jugó una carta fuerte en el territorio liderado, desde 1999, por Eduardo Accastello.

En el Suplemento Político del 24 de marzo de 2014, hace un año y tres meses, tiramos el nombre de Martín Gill como el sucesor de Accastello.

En ese momento, escribimos: 

“¿Rumbo a la candidatura? En política es complejo hacer predicciones. Las cosas suelen cambiar rápidamente.

Pero... es posible arriesgar. Hoy, Gill tiene una imagen que lo posiciona, en las encuestas, en la cima de las preferencias. Hablan de un 35% de intención de voto si se postulara a la Intendencia. Una cifra que lo ubica, sin cuestionamiento, entre los sucesores de la administración peronista.

El legislador considera que no es tiempo de hablar de candidaturas, pero no descarta nada. Dicen que la historia se repite. Esta frase nos trae a la memoria que Accastello dejó su banca de diputado nacional para ser candidato a intendente en 2007 porque el proyecto lo exigía.

¿Se repetirá la historia?”

Y la historia se repitió. Para dolor de quienes quedaron en el camino con los carteles colgados en las paredes y los jingles ya grabados.

¿Por qué hace más de un año arriesgamos desde esta columna que el sucesor sería el abogado diputado nacional y amigo de Wado de Pedro? 

Por una cuestión de lógica. Gill representa un recurso de poder que no sólo se limita a la Municipalidad sino que incluye el ámbito académico, el sector de la Iglesia y una parte de un empresariado que se alejó de Accastello cuando el intendente local decidió enfrentar al gobernador. 

Hay más razones de peso. Con 42 años (los cumplirá en los próximos días), Gill es uno de los factibles aspirantes a la Gobernación dentro de cuatro años. El kirchnerismo ya está planificando el año 2019.

Ya nadie lo duda.

La elección de Gill, anunciada por las redes sociales y después de una reunión que Accastello sostuvo con Wado de Pedro, causó un cimbronazo en los seguidores de José Carignano. 

Pero, la política es así. Tocó su sinfonía otoñal y dejó numerosas hojas en el camino.