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EL DIARIO
Pegado a la ciudad de Córdoba por el norte, el conocido como Valle de Sierras Chicas encuentra su seno en Salsipuedes. Un pueblito que sin grandes carteles reúne las virtudes elementales de esta región de placeres. Léase cerros tímidos que parecieran pedirle permiso a la urbanidad para recostarse a su lado, y aguas que surcan los rededores con cara de niñas. También gentes sencillas que forman familias en la paz de las serranías, algo alejados del mundo moderno, aun cuando saben que la gran metrópoli provincial, sus defectos y sus virtudes, reposan cerquita.
Ubicado a 180 kilómetros de Villa María, el municipio tiene de vecinos a localidades como Río Ceballos y Unquillo (al sur), Agua de Oro, La Granja o Ascochinga (al norte) y de hermanos a varios atractivos. Son los que adivina el viajero cuando sube por la avenida principal de la aldea, tan empinada, y en la cima del morro se regala unas preciosas vistas de siluetas montañosas y fragancias de Córdoba.
De aguas y religión
En ese sentido, el listado no anda escatimando. Está el arroyo Salsipuedes, que desprende pequeños balnearios de piedra y arena en el recorrido (los de Villas Los Altos y los del pequeño lago de Bello Horizonte, por ejemplo), da vida al Balneario Municipal y a la pileta de Villa Silvina, y sobre todo al Salto La Estancita. Una cascada de casi 10 metros de alto, rodeada del follaje típico de la zona (talas, molles, romerillos, y muchas más especies arboleas).
Allende el agua (aunque siempre cerca de ella, igual que todo en estas latitudes, que presten testimonio, si no las terribles inundaciones ocurridas a principios de año), surgen atractivos propios como el Mirador de Santa Silvina, la Gruta de la Virgen de Itatí (custodiada por artesanos y un espeso bosque), la Gruta de la Virgen del Valle (corporiza un ícono del encantador barrio de El Pueblito) y la bonita iglesia de Nuestra Señora del Rosario (construida en 1870, corona el circuito religioso, cuya fama expone aún más la identidad y la fe de los habitantes de la región).
Incluso se puede citar a emprendimientos de la talla de la Casa de Las Abejas (museo que honra a los laboriosos insectos y al mundo de la apicultura) y el museo de La Joyita, otrora casona donde habitara la cantante de tangos Ada Falcón.
Escapadas
Considerados como parte de la esencia de Salsipuedes los alrededores de verdes y serranías invitan a escapadas cortas y llenadoras. Al respecto, el primero en generar deseos es el Camino del Cuadrado, que conecta al pueblo con el Valle de Punilla por Valle Hermoso: son 30 kilómetros de espectaculares quebradas, las que regala el cerro que da nombre a la ruta.
Después, pocos kilómetros al sur aparece la Reserva Hídrica Natural del Parque La Quebrada y su dique de 30 hectáreas; y con rumbo a Agua de Oro, Cerro Azul. La aldea es otra fiel representante de las bondades vernáculas. Lo explica el arroyo San Vicente, muy bien acompañado de churquis, siempreverdes, peperina, tordos, pájaros carpinteros y una paz que enamora.
Sí, llegar a Salsipuedes es fácil. Lo difícil, ya lo decían los primeros españoles que pisaron el área, es salir.