Una de las disciplinas más novedosas, y que impulsó esta gestión, es el fútbol en silla de ruedas con motor, el deporte denominado powerchair que viene en constante crecimiento a nivel nacional e internacional: en 2014, se desarrolló la primera Copa América (en Río de Janeiro) y, en 2012, Argentina creó su seleccionado nacional, que este sábado llegará a Córdoba para compartir una jornada de entrenamiento y un partido combinado con el elenco provincial.

 En Córdoba, el equipo de powerchair existe desde el año pasado, cuando en febrero de 2014 nacieron “Los Titanes”, nombre que lleva el flamante selectivo provincial. Con poco más de un año de existencia, “Los Titanes” viven un presente dorado: pese a su reciente creación, ya tienen a tres de sus integrantes en el seleccionado nacional. Se entrenan todos los sábados, en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo del estadio Mario Alberto Kempes, y el equipo está conformado por 16 jugadores más cuatro profesores que coordinan las prácticas.

 “La persona deja de ser un paciente para ser un deportista.  El deporte no es rehabilitatorio, sino que prepara para la competencia, para superarse”, explica Silvio Tranquilli, vocal de la Agencia a cargo del área de Deporte Adaptado.

 Agustín Zanoli tiene 21 años, es estudiante de ingeniería mecánica, y hace tres años y medio que quedó cuadripléjico, tras accidentarse manejando un cuadriciclo. Luego de la difícil lesión, logró retomar sus estudios sin inconvenientes pero no pudo -hasta hace poco más de un año- hacer deporte.    “Tuve un accidente y me lesioné en la médula, en la cuarta vértebra. Después de eso, no pude volver a hacer deporte hasta que trajeron esto a Córdoba. Antes del accidente, jugaba al fútbol y me gustaba mucho”, cuenta Zanoni.   “Desde lo anímico es muy importante. Es muy bueno para seguir el día a día, ya que te encontrás con compañeros que están en la misma situación.   Volver a las competiciones es algo que te hace muy bien a la autoestima, y también para seguir el día a día”, agrega el cordobés que es parte de la selección nacional.

 Trazarse metas, mirar hacia delante. Eso hacen Zanoni y sus compañeros, que quieren dejar bien en alto el nombre del equipo cordobés: “En el seleccionado (nacional) estamos dos compañeros (Lisandro Uretti  y Franco Oyola) y yo. Estamos practicando mucho. Me gustaría salir campeón con Córdoba a fin de año, en el campeonato argentino, así podemos participar de la Copa Libertadores”.

  Agustín abre el juego e invita a que se sigan sumando jugadores:“Hay gente que no se anima a venir, que dice que no va a poder o que, porque no tienen las sillas, no juegan. Acá tenemos una silla para prestarles y estamos juntando plata, mediante bonos contribución, para que todos se animen. Les digo a todos: ¡que se animen!”.

 Los padres les hacen marca hombre a hombre a sus hijos.  Los siguen, son su sombra. Héctor Uretti, papá de Lisandro, es un fiel ejemplo de ello. Lisandro tiene 15 años y padece atrofia muscular espinal, una enfermedad que genera debilidad muscular y que no tiene un tratamiento efectivo.  “El apoyo del Gobierno fue muy importante porque, para armar el equipo, teníamos que buscar el lugar, algún profesor que se interesara en aprender las reglas, etcétera. Cuando hablamos con Tranquilli, de Deporte Adaptado de la provincia, le interesó y, a partir de ahí, podemos tener base en el Kempes, que es un estadio que se adapta bárbaro. Nos dan el lugar, nos proveen de cuatro profesores, de los elementos, los refrigerios para los deportistas, y a nosotros nos queda solamente la tarea de buscar más jugadores”, asegura Héctor.

 Uretti remarca que el Powerchair es inclusivo para personas con distinto grado de discapacidad: “Esto es fútbol, y al fútbol uno puede hacerlo competitivo o recreativo. Si el deportista tiene una patología que le impide comprender bien las reglas y le cuesta hacerlo en forma competitiva, puede hacerlo de forma recreativa.   Aun así, hemos visto grandes avances en chicos con parálisis cerebral; avances importantes en la atención y en el entendimiento del juego”.

  El deporte puede cambiarle la vida a cualquier joven. Y a eso lo deja en claro Héctor: “El powerchair es bárbaro. Es un juego en equipo, que permite el dominio de la silla. Lisandro ha cambiado mucho porque tiene una actividad más para complementar lo que hace: estudia en un colegio normal, donde usa la computadora, además de la play en casa. Hoy, le agregó un deporte donde hizo más amigos y tiene la posibilidad de competir. Está seleccionado en la selección nacional, y hay otro incentivo.   La autoestima es fundamental en esto: los deportistas están haciendo deporte, no es rehabilitación; dejan de ser espectadores y pasan a ser protagonistas, para ellos es un cambio enorme”.

 El powerchair es un deporte mixto, que se juega en un gimnasio de básquet. Los dos equipos se conforman con cuatro jugadores cada uno: tres de campo más el arquero. Se utilizan sillas de ruedas con una protección para los pies, que sirve para controlar y golpear la pelota de fútbol N° 10, de 33 centímetros de diámetro. Juegan personas con discapacidades como: atrofias musculares, cuadriplejia, esclerosis múltiple, distrofias musculares, parálisis cerebral, accidentes cerebrovasculares, lesiones de la médula espinal y demás discapacidades motrices.