Ya cuando el Himno Argentino sufrió el embate de algunos silbidos que no eran de paraguayos, pudo vislumbrarse en Concepción que el clima de clásico inminente entre argentinos y chilenos armaba sus primeros capítulos. Es que apenas había no más de 1.000 guaraníes en el estadio, y su cántico representativo nacional fue aplaudido por todo el estadio. Es decir, por más que en cancha se enfrentaban albirrojos y albicelestes, en las tribunas chilenos con “criollos” daban pie al primer round, que tendrá su segunda secuencia mañana, en el estadio Nacional de Santiago.
“En Santiago de Chile vamos a ganar, y la vuelta, y la vuelta vamos a dar”, replicaron al final del partido los argentinos. Antes de eso, hubo entonaciones provocadoras de los locales: “Borombombón, borombombón, el que no salta es argentino maricón” y “Argentinos, maricones, les robaron las Malvinas por cagones”, fueron los primeros disparos de los “Rojos”. “El que no salta es un traidor” fue la respuesta inmediata de los argentinos.
Y claro, con el correr de los minutos, cuando Messi, Pastore, Di María, Agüero e Higuaín llegaban a la red en seis oportunidades, ya el contagio desde la cancha hacia las graderías se expandió como una pandemia. Entonces, sonaba cada vez más fuerte el “Chile tiene miedo, Chile tiene miedo”, que sin dudas, algo debe tener de cierto.
Es que en las calles de Santiago, la euforia ahora está contenida. Más allá de la ilusión del pueblo por llegar al primer título continental en 105 años de vida, no se vive con la exaltación de días atrás, donde en todos los programas de TV y los diarios se reflejaban el amor y la ilusión con confianza para ganar el torneo.
“Chi-chi-chi, le-le-le, en el mapa no se ve”, fue la ingeniosa canción que se escuchó para contrarrestar a la versión “viva Chile” que empuña el local, y al tradicional “vamos, vamos chilenos, esta copa, tenemos que ganar”.
Es decir, el popurrí de canciones ya no es general. Es uno a otro. Antagónicos. Sin hostilidad por suerte, pero con condimentos que le agregan a la víspera un clima de clásico, de duelo trascendental.
Hay reventa, miles de argentinos cruzarán la Cordillera de los Andes pugnando por un boleto y para alentar desde las calles también. Es el partido que todos esperaban, los dos equipos más ofensivos de la Copa definen el campeonato. Y ahora nomás, esperar a que empiece la función. En la cancha, y en las tribunas también.