Desde la tapa de nuestra edición de ayer dimos a conocer la historia de Vanesa Cardozo, una joven mamá que tuvo que huir de la violencia de género y se alojó con sus tres hijos en un vagón abandonado en las vías muertas del ferrocarril.
El conmovedor relato de cómo se las arreglaba para mandar cada día al colegio a Milagros (de 8 años) y Armando (de 7), de cómo los resguardaba del frío junto a Thiago (de sólo once meses), el detalle de sus escasos recursos para afrontar un alquiler, encontró cobijo en una entidad de bien público: el Club de Leones Villa María, que a través de su Facebook dio a conocer la decisión de acudir en su ayuda.
Junto a las fotos de la mudanza, del vagón a una vivienda, se leía: “Queridos amigos y Leones, estamos ayudando a Vanesa y sus hijos en situación de calle. Se los sacó del vagón y se consiguió una casa. Ahora necesitamos una mesa, sillas, comestibles, una estufa. Tenemos que ponerle los vidrios. Gracias por colaborar en forma ¡¡urgente!!”.
Alguien dijo alguna vez que “la solidaridad es la ternura de los pueblos”. Y esta acción de los Leones nos permite confirmar una vez más que habita entre nosotros, en nuestra sociedad. Y esa es la mejor noticia que podemos dar.
No es difícil entonces imaginar que en las próximas horas la vivienda de Vanesa, Milagros, Armando y Thiago se vaya amoblando y se convierta rápidamente en el hogar que se merecen.
Si hasta la lluvia pareció haber esperado que estuvieran bajo un techo que no se llueve, para recién entonces y después de meses, dejarse caer sobre la ciudad.
Anoche, cuando nos enteramos, teníamos el diario listo. Sólo nos quedaba la tapa. Y ya ven, no pudimos esperar hasta mañana.