Emiliano Radicchi tiene 28 años, nació en Córdoba, ciudad en la que reside actualmente, y llegó a Villa María para hablar de su experiencia en La luciérnaga ante los estudiantes del Abraham Juárez. Tras el acto le contó a EL DIARIO que de adolescente era un buen futbolista y tuvo la oportunidad de irse “a jugar afuera, pero mi padre estaba involucrado en las drogas y no pude, me quedé y eso fue el quiebre de mi vida, porque empecé a tener problemas con las drogas”.

No obstante, pudo salir adelante y en eso tuvo mucho que ver su fe: “Gracias a Dios, porque hay un dios que nos ampara siempre, salí de lo que me había convertido hace ocho años. Hoy soy un chico nuevo, me levanto todas las mañanas a las 7 fortalecido, rezo, voy al centro, compro las revistas y me voy a trabajar. Lo vivo como vida (sic), antes vivía en las sombras”.

Dijo que se inició en el consumo de drogas “por las malas amistades que te aconsejan mal” y consideró que “las personas que se entregan a la drogadicción no tienen desarrollada la voluntad, son débiles de carne, de mente. Si hoy me ofrecerían, les diría: No, papá, ya lo viví, te puedo aconsejar que lo dejes, hace mal a la salud, a tu vida y a tu familia”.

Continuó: “Tenés 10 segundos para pensar lo que querés para tu vida; si querés malaria, que tu familia te vea mal y se ponga mal, estás haciendo lo incorrecto. Lo correcto es hacer caso a los que te rodean y aconsejan para bien, como la familia, para poder ser mejor persona el día de mañana”.

Emiliano dijo estar “muy agradecido a Oscar y a los demás miembros de La Luciérnaga que siempre confiaron en mí y en que iba a cambiar”.

Y reveló que Oscar lo llevará a Argentino Peñarol para retornar al deporte que siempre quiso.

También habló en el Abraham, Matías Tissera, de 18. Después le confió a este diario que de chico anduvo “en la calle, hacía cosas malas, me drogaba, robaba, hacía muchas cosas de las que hoy me arrepiento”. “Un día te das cuenta de todo lo que hiciste mal”, ilustró.

También siente pasión por la pelota. Juagaba en las inferiores de Belgrano y estaba por ir a San Lorenzo, pero decidió no continuar esa carrera por amor a una mujer.  Hoy convive con Tamara y dijo que gracias a La Luciérnaga “enfrento todos los días”.

Cuando se le preguntó cómo recibe la sociedad a este proyecto cordobés, contestó que “demasiado bien, aunque siempre hay uno que te tira abajo, pero te buscás levantar, te apoyás en Vani, Oscar, Víctor”.

“Nadie es menos que nadie. Siempre pensé que fui menos y hoy tengo señora, amigos, trabajo. Nunca nadie es menos, nunca hay que avergonzarse”, cerró.               

D. B.