Prefirieron sólo dar sus nombres, porque no les importa que se los conozca, sino que se conozca la causa.

Se trata de un grupo de 12 personas que desde hace dos meses han decidido juntarse para multiplicar solidaridad. Decidieron llamarse “Niños sin fronteras” y, explican, básicamente “la idea es ser intermediario entre el donante y el que necesita”.

Todo nació a través de Ariel, quien recibió a EL DIARIO en su casa y contó que “yo hice esto en forma personal durante muchos años, llevando pan, facturas, ropa a la gente del barrio Bota, San Nicolás; yo vivía en el barrio Carlos Pellegrini. Me mudé al San Justo y había dejado de hacerlo un poco porque se me había complicado”.

Al tiempo, “me encontré un día con el caso de un niño que se llama Danilo, que tenía una enfermedad y andaba buscando una silla de ruedas y otras cosas y ahí me dieron ganas de volver a salir a ayudar, pero pensé que debía armar un grupo de gente para poder llegar a más lugares. Por Facebook empecé a ver qué gente era la que siempre se preocupaba por donar y colaborar cuando alguien hacía una publicación pidiendo algo, entonces los contactaba y los invitaba a que se sumaran. A los pocos días, ya éramos siete personas y tuvimos la primera posibilidad de colaborar, hoy somos 12”.

En dos meses, Ariel repasa todos los casos en los que han tenido que intervenir porque “aparecen cosas que son fuertes”. “En estos dos meses hemos asistido a Danilo; después el caso de un chico de Rosario que estaba con la mujer y la beba de 5 meses, que durmieron cinco días en la Terminal y después se metieron a una obra; cuando nos enteramos los fuimos a buscar, los traje a casa y cuando difundimos el caso la gente empezó a traer donaciones a lo loco. El padre Carlos, de Yucat, les ofreció hospedaje y alimento; hoy ya tienen trabajo y están en un departamento”, enumeró.

Mientras continúa mostrando fotos en su teléfono de cada uno de los casos que menciona, sigue contando que “la semana siguiente nos avisaron de una familia que estaba tirada en un campo en un pedazo de camión; eran de Villa Nueva, fuimos y estaban durmiendo con una vela y tapados con chapas; la hija de la pareja, embarazada. Empezamos a tocar gente y le pudimos alquilar un departamento. Hoy el hombre consiguió trabajo y se lo pagan ellos; con muchas donaciones le equipamos la casa”.

Actualmente, “estamos con el caso de cinco nenitos de los cuales se hizo cargo una mujer, porque la madre está pasando por un desliz en su vida; la mujer también tiene hijos y se le complica mucho, entonces nos pidió ayuda para juntar donaciones”.

Ariel asegura que “la cuestión está en entregarle a quien realmente necesita”, y que por eso “verificamos primero, vamos al lugar y constatamos, porque hoy en día hay mucha avivada con el tema de las ferias americanas, la gente pide ropa y después eso termina en las ferias”. 

Para Ariel, constantemente aparecen casos de personas que necesitan asistencia porque “es gente que viene a la ciudad a la deriva, sin nada, a buscar trabajo o también los casos de gente que es de acá o Villa Nueva y queda en la calle”. 

Sobre la modalidad de trabajo del grupo, explicó: “Juntamos cosas durante un mes, si hay un caso de emergencia, se atiende eso y si no, juntamos ropa, mercadería, lo que sea durante un mes, y luego salimos a repartirlo”.

Además de Ariel también están Paola, Alejandro, Tamara, Jackelin, Tami, Marisa, Mariela, Alejandra, Claudia, Olguita y Amalia. “Tenemos pintores, trabajadores de comercios; yo vendo baterías, somos toda gente humilde que nos juntamos una vez por semana”, resaltó Ariel.