“Me siento bien porque estoy protegiendo a mis hijos”, dijo Vanesa Cardozo ayer, en la casa que le prestaron ubicada en el barrio Las Playas.
La situación en la que se encontraba hace unos días atrás era de la más extrema vulnerabilidad, dado que, para evitar seguir siendo golpeada por su pareja, decidió dejar la casa que habitaba y junto a sus hijos Milagros (8), Armando (7) y Thiago, de 11 meses, se instalaron en la precariedad de un vagón de tren.
Con humedad y frío, sin luz y sin ningún servicio, pasaban los días como podían. Pese a todo, los chicos seguían yendo a la escuela y no dejó nunca de llevarlos a los controles médicos, dado que la mayor y el bebé tienen predisposición a enfermedades respiratorias.
Pero esa historia de violencia y pobreza que contamos en nuestra edición del jueves 2 de julio, no cayó en saco roto. La ciudad se movilizó para dar una mano a Vanesa y a sus hijos.
Primero, fue Marisa Carrillo, que tantas veces pidió ayuda para los tratamientos médicos de su hijo, Joaquín Chanquía, quien padece parálisis cerebral. Ella se acercó y junto a Milo Soria, de la radio Capicúa, recorrieron la ciudad buscando un lugar accesible para que Vanesa viviera.
Como no lo consiguieron, decidió actuar: a ella le adjudicaron por el cupo de discapacidad una vivienda en el barrio Las Playas y se la prestó por un mes.
“Había que ayudarla urgente, porque nadie con sangre en las venas puede dejar que otro viva donde vivía Vanesa”, dijo Marisa Carrillo.
Dado que es una vivienda adjudicada por el Estado, no puede prestarla por mucho tiempo, por lo que hicieron un comodato hasta fin de mes. “Nosotros no podemos ocuparla hoy porque no tenemos el dinero para adaptarla. Es una casa muy chiquita para las necesidades de Joaquín. Te doy un ejemplo: la habitación es de 3 metros por 2,6 metros y la cama de Joaquín es de dos por dos. Tiene que ser grande para que no se caiga. Además, él tiene no sólo la silla de ruedas, sino cinco aparatos que ocupan mucho espacio”, expresó.
Es por eso que en el corto plazo, cuando reúnan el dinero, van a comenzar a hacer las ampliaciones para poder habitarla. “Tampoco me puedo venir a vivir con Joaquín, que nació con un problema bronquial y llenar la casa de albañiles. No lo voy a exponer a que se enferme después de todo lo que hicimos y hacemos para su salud”, agregó.
Para completar el círculo solidario, la gente del Club Leones Villa María dijo presente. Ellos consiguieron ropa y elementos para equipar la casa y colaboraron con la mudanza.
Silvia Rosa, presidente de la entidad, dijo que el área solidaria del club, al enterarse de la historia de Vanesa, puso en marcha las redes de solidaridad. “Estamos muy agradecidos por inmediatamente todos respondieron. Las empresas a las que quiero agradecer especialmente y toda la gente que puso su esfuerzo para conseguir que Vanesa esté en una casa”, señaló.
“Nosotros estamos prestando servicios siempre. Tenemos un ropero, damos asistencia y también estamos por iniciar el sector de préstamo de muletas”, agregó.
Quienes quieran ayudar con el club o pedir ayuda, pueden encontrarlo en el Facebook “donde siempre hay un león atento”, señaló Rosa.
Por unos días
Hoy, Marisa está tranquila. Los chicos también. Aunque saben que es por pocos días.
En un mes, deberá conseguir un lugar para alquilar de manera permanente, pese a que sólo dispone como ingreso las asignaciones familiares de sus hijos.
La solución verdadera no llegó todavía, pero seguramente, en esta historia de adversidades que sufrió, aprendió que siempre hay esperanza y que Villa María es solidaria.