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5 de Julio de 2015
CULTURA / HISTORIA - NOTA Nº 419, escribe Jesús Chirino
Anarquistas locales apoyando la República española
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El 18 de julio de 1936 se desencadenó un terrible conflicto en España, la Guerra Civil Española. El Gobierno Republicano fue atacado por un sector del ejército liderado por el general Francisco Franco. En esa fecha, desde Africa, lanzó un “pronunciamiento” anunciando la decisión de poner fin al Gobierno del Frente Popular que construía una República democrática. Ese Gobierno de la República había autorizado al Instituto de la Reforma Agraria para que ocupara fincas para utilidad social y así medio millón de hectáreas fueron entregadas a campesinos y no pocos de ellos planteaban la colectivización de las mismas. Entre los antiguos dueños de los campos estaba la Iglesia Católica y sectores sociales vinculados al generalato del ejército que arremetió contra aquellos que reconocían los derechos de los trabajadores, las mujeres, los niños, los ancianos, en definitiva los derechos de los más débiles.

 
Partidarios de la vida
 En un principio los sublevados controlaron el territorio marroquí, Castilla del norte, Galicia, parte de Andalucía (Cádiz, Córdoba  y Granada), Navarra y el oeste de Aragón. En tanto continuaron leales a la República lo más industrializado del país, es decir gran parte del territorio vasco, Cataluña, Asturias y algunas otras zonas donde se producía una importante acción militante por parte del movimiento obrero organizado. Así dividida España, entre los republicanos y los fascistas, pronto el conflicto adquirió dimensión internacional. El accionar de Franco fue inmediatamente apoyado por Hitler y Mussolini que enviaron tropas y materiales. En tanto que voluntarios de cincuenta y cuatro países integraron las Brigadas Internacionales que llegaron a España para luchar en las filas de los republicanos. Desde Argentina se aportaron seiscientos valientes a esas formaciones.  
Cuando se desató la guerra nuestro país estaba gobernada por Agustín Pedro Justo, un militar que llegó al poder gracias al apoyo de la dictadura que derrocó a Hipólito Yrigoyen en 1930.  Dado el alto grado de corrupción y el recurrente fraude en las elecciones, esos años suelen ser denominados como la década infame. En Villa María, como en muchísimos lugares del mundo, la guerra despertó enfrentamientos entre aquellos que defendían las libertades y la vida, y los partidarios del fascismo que vivaban la muerte y recortaba libertades.  Por entonces el docente Ramiro Suárez, fundador y director del reconocido Colegio Sarmiento, remplazaba al vicecónsul de España. En mayo 1936 había renunciado al cargo Juan Pereyra, español residente en Villa Nueva, partidario de la España de la Cruz y la Espada, puesta en crisis por el inicio de la República. Suárez, que dictaba clases en el Colegio Nacional (actualmente Instituto Secundario Bernardino Rivadavia) era un decidido republicano, en tanto que Pereyra pertenecería a los Legionarios Civiles de Franco en Argentina. Los enfrentamientos entre republicanos y fascistas produjeron muchos acontecimientos de los que nos ocuparemos en otra oportunidad. En esta nota pretendemos rescatar la participación de los militantes anarquistas locales en el movimiento solidario con los republicanos españoles.  
 
Anarquistas organizados
Fue inmediata la repercusión de los acontecimientos españoles en la ciudad. El historiador Bernardino Calvo en uno de sus libros señala “pocos días después de la estremecedora noticia acerca de la sublevación franquista, desde la Asociación Española de Socorros Mutuos, de nuestra ciudad, se impulsa la constitución de una comisión de ayuda a la Cruz Roja la que, tras sucesivas reuniones en la Casa España, queda integrada el 29 de julio de 1936 bajo la presidencia honoraria de Ramiro Suárez, y la presidencia titular de Manuel del Caño (padre), propietario de la imprenta Gutemberg y director del diario El Tiempo, de nuestro medio, que registraba su domicilio en calle Catamarca 1073. Se designó secretario a Laurentino Serrano y tesorero a  Julián García”.
Calvo también señala que el 15 de septiembre, bajo la convocatoria de la Agrupación Libertaria, en las instalaciones del Cine Capitol (actual Teatro Verdi) se constituyó el Comité de Ayuda al Pueblo Español CAPE), “corriente que expresaba el pensamiento político de los anarquista, partidarios de la agitación social, que contaba aquí con una biblioteca, El Porvenir,  en calle Catamarca al 700 y estaban organizados a través de un comité de relaciones presidido por Aureliano J. López, e integrado, entre otros, por Julio Juvel, José M. Carrillo y Alberto Munch”.
  Buscando documentos que corroboraran lo que señala Calvo, encontramos que en el número 21 de la revista “Acción Libertaria”,  publicación de circulación nacional de la Federación Anarco-Comunista Argentina, fechada el 6 de octubre de 1936, una nota de tapa se refiere a la acción libertaria en Villa María. El artículo se titula “Una labor que es eficaz: El Comité de Ayuda al Pueblo Español (CAPE) de Villa María”. En el cuerpo de la nota los anarquistas describen cómo fue ese acto. Comienzan diciendo que “a iniciativa de los compañeros de dicha localidad de Córdoba se convocó a una asamblea popular para constituir un organismo de ayuda al pueblo español en lucha contra el fascismo. La asamblea que contaba con más de 300 personas fue entusiasta y fructífera. Nuestros camaradas exigieron que la ayuda se traduzca en hechos y no en charlas estériles como se estila en varios sectores que intervenían en esa oportunidad. En la primera sesión siendo ya a última hora, cuando más de la mitad de los concurrentes se había ausentado se recolectó sin ninguna dificultad la suma de $ 92,40”.
Acción Libertaria también habla de la segunda reunión del comité, donde los anarquistas aportaron “…1 tonelada de maíz, un sobretodo, dinero y jornales donados por obreros. Como decíamos, la solidaridad que los trabajadores de Villa María demuestran es realmente admirable. Hay obreros que no trabajan 12 días al mes y sin embargo han sido los primeros que han donado sus jornales. Las manifestaciones populares de simpatía al proletariado español se intensificarán a medida que el comité desarrolle su labor. Para eso se están distribuyendo planillas de control en las que figurarán todas las donaciones”.
En el mismo número de la referida revista se critica “la actitud ambigua de comunistas y socialistas, quienes a toda costa pretenden desvirtuar el origen netamente popular y proletario del comité. Propusieron que se invitara a la Acción Católica  y al Partido Demócrata Nacional a integrar la campaña pro pueblo español”. Planteo que aparentemente quedó sin posibilidades de ser concretado a partir de la enérgica oposición de los anarquistas villamarienses. Cuestión que, al decir de Acción Libertaria, revelaba “…a las claras el estado de descomposición y desorientación que están sufriendo los partidos del marxismo científico. Ello es lógico, después de apoyar a Sabattini, el flamante gobernador cordobés, que ya ha tenido tiempo para demostrar su pelaje reaccionario sólo falta que vayan a comulgar a la iglesia y se inscriban en el Frente Nacional”.
No debe pasársenos por alto que por esos mismos  años en Villa María los anarquistas subían a las tribunas y desarrollaban acciones en solidaridad con los presos de Bragado. En el número 33 de Acción Libertaria, fechada el 1° de Mayo de 1938, vuelve a mencionarse a Villa María como uno de los lugares de la provincia donde se realizan actos solidarios con España con la participación del “camarada José M. Lanazzi, recientemente llegado de la península ibérica”.
Si bien su presencia ha sido muy importante en la ciudad, quizás el activismo de los anarquistas no ha sido muy destacado por la historia local por lo mismo que denunciaba Acción Libertaria en uno de sus números cuando dice “tanto se ha difundido la leyenda del anarquismo catastrófico, simplemente destructor. Refractario a toda organización, que ha llegado a ser un artículo de fe aun para aquellos que debían estar informados sobre el contenido social, constructivo, de las ideas anarquistas… Es bueno pues que se disipe esa estúpida leyenda del anarquismo refractario a la organización que si alguna vez pudo justificarse ante ciertos casos de individualismo anarquista, que tampoco autorizaba a generalizar, hace tiempo que tal justificación perdió validez. El anarquismo militante, el que ha creado y mantiene las más combativas organizaciones obreras, el que ha estado presente en todas las luchas sociales, ha tendido siempre a construir, a crear valores, a suscitar la capacidad transformadora en el proletariado”.

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