Escribe Juan Manuel Gorno

 

La racha victoriosa de Alumni fuera de casa se cortó ayer en uno de los reductos más complicados: el “Trampero de Argüello”. Allí, en el popular barrio de la capital provincial, perdió 1-0 ante Argentino Peñarol, un rival que sólo lo lastimó con un zapatazo y que mostró en su arquero, Santiago Medina, a la figura más destacada para asegurar la ventaja.

Quizás por culpa de Medina y por ser el primer encuentro en todo el campeonato que no marca goles, Alumni se quedó sin la posibilidad de acceder a la punta de la Zona 12 del Federal B, un objetivo que buscó incesantemente.

La ventaja para el conjunto cordobés llegó rápido y cuando nada pasaba. A los 5 minutos, mientras todos intentaban acomodarse, el mediocampista Darío Ceballos captó una pelota que disputaron Mayco Ochoa y Juan Aimar, afuera del área, y sacó un tiro potente, de primera, que hizo inútil la volada del arquero Rodrigo Valdez.

El balón viajó como una centella y causó la primera y única emoción de la tarde. Pero eso también cambió el curso del partido.

Es que Argentino Peñarol entendió que la ventaja alcanzaba y Alumni tuvo que redoblar los esfuerzos. Entonces el local se aplacó en su juego y prácticamente no se animó a salir por más, en la misma medida que el visitante, consciente del golpe, reaccionó con juego corto, tomó protagonismo y estuvo siempre a tiro del empate.

Con Juan Aimar parado apenas por delante de Ariel Quiroga para recibir y encarar, Alumni elaboró algunas situaciones que pusieron en jaque a la línea de tres hombres que plantó Sergio Allende en el “Peña”. Sin embargo, por cualquier peligro, el local se refugió en las manos del portero Medina, que fue responsable de neutralizar las mejores ocasiones generadas por Alumni.

A los 22 minutos, el primero que perdió el duelo contra el arquero fue Juan Valle, quien picó solo y con pelota dominada, pero no se concentró en la definición; primero, intentó buscar a Leandro Martínez y cuando se dio cuenta, debió rematar y lo hizo recto, lo que fue bien conjurado por Medina.

Cinco minutos más tarde Alumni elaboró la mejor jugada colectiva del partido, cuando la tocaron Valle, Aimar y Villa, hasta que el goleador Martínez, adentro del área, sacó un remate de media vuelta, bien abajo. Pero el arquero respondió estirándose con la izquierda para sacar la pelota al córner.

En ese contexto, Alumni era más, a pesar de perder a Cristian Garraza, quien debió salir remplazado porque se resintió de una lesión, motivo por el cual Franco Gozzerino debió pasar a la mitad de la cancha y el ingresado Gonzalo Gaydou se ubicó como marcador de punta.

La última clara de Alumni se registró a los 41 minutos, cuando Martínez, tras un tiro de esquina, cabeceó al lado del palo y Medina, otra vez, voló magistralmente para sacarla con un manotazo.

En ese sentido, quedó un dejo de “injusticia” sobre el final de la primera etapa porque la formación de Raúl Maldonado mereció más y, sin embargo, entró al vestuario en desventaja por aquél balinazo impulsado por Ceballos. De hecho, Argentino Peñarol sólo había generado en un par de situaciones con pelota detenida, una de las cuales fue gol, pero en posición adelantada. Y en lo demás, poco y nada. 

Lo mismo sucedió en la segunda parte, aunque Argentino Peñarol entendió que debía ponerse más el overol y “trabajar” el partido defensivamente, aferrándose a la mínima ventaja y sin ofrecer un juego relevante.

De todas maneras,­ el ingreso de Diego Palleres (el verdugo de Alumni en el Provincial) le aportó al conjunto de Sergio Allende un mayor cuidado de la pelota en campo contrario mientras pasaban los minutos.

Después de los 10’ del complemento, Alumni salió de la presión de Peñarol y se depositó definitivamente en campo contrario, empujado por las corridas de Villa y Rey, con la cuota de fútbol de Aimar y la presencia intimidante de Martínez. Entonces el “Bocha” Maldonado se animó a probar con otro delantero (Federico Depetris) y con un tercero más tarde (Miguel Gutiérrez). Sin embargo, el equipo atacó apurado, con centros imprecisos y contra un rival que supo cerrarse, aguantar con mucha gente atrás y sostenerse arriba con el oficio de Palleres hasta el pitazo final.

Párrafo aparte para el árbitro, Maximiliano López, que dejó “hacer tiempo” cayendo en todas las mañas, más allá de que recibió reproches desde los dos bandos.

Lo concreto es que ninguno de los dos equipos pateó al arco en el segundo tiempo y el partido se fue por la canaleta, apenas con esa conquista de Ceballos que le dio esperanzas a Peñarol y que dejó a Alumni con un gusto amargo, aun cuando debió sumar, por lo menos, un punto. 

 

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