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Iván Wielikosielek
Esta entrevista empieza 34 años antes. Quizás Javier no se acuerde y yo no me animo a preguntarle. Pero estamos en el patio del colegio de Ballesteros, con un jarro de mate cocido hirviente que nos acaba de servir la señorita Amelia. Y mientras merendamos hablamos de fútbol. El es hincha de Boca y me dice que quiere jugar en Primera. Yo soy de San Lorenzo y también quiero ser jugador; pero como soy consciente de mis limitaciones y de que él ya es un crack, le digo: “Y si no puedo jugar en San Lorenzo, me conformo con verlo campeón”. Pero hete aquí que, un mes después, su equipo da la vuelta y el mío se va al descenso. Y mientras la foto de Maradona es tapa de las revistas, yo me tengo que conformar con la de Walter Perazzo, mi ídolo, llorando en medio del Gasómetro. Debe ser por esa tristeza que cuando hay partidos en la escuela Javier me elige y me da pases como si me dijera “tomá, hacelo”. Y yo me siento Perazzo contra Argentinos y con ese gol salvo al equipo. El diálogo continúa en los años 90, cuando me lo encuentro en la terminal de Córdoba y él ya es jugador de Belgrano. “¿Cómo andás, ‘Bestia’? ¿Viste que ibas a llegar a Primera? -le digo”. Y él: “¿Viste, Willy? ¿Y San Lorenzo, cuándo va a salir campeón?”. “Es más fácil que los ingleses nos devuelvan las Malvinas”, le digo. Dos años después la charla es a través de un televisor. Yo estoy en un bar de Córdoba y no puedo creer lo que la pantalla dice: “San Lorenzo, campeón del fútbol argentino”. Después de 21 años, después de aquellas tardes de mate cocido en la escuela, después de que mi viejo se fuera de casa, después de aguantar las cargadas durante años… Y lo veo al “Perro” abrazándose a ese equipo fabuloso; con Paulo Silas, el “Cabezón” Ruggeri, el “Diablo” Monserrat y el “Conde” Galetto… “San Lorenzo, campeón del fútbol argentino”, vuelvo a leer… Y entonces le digo al otro lado de la pantalla: “¿Viste que íbamos a llegar, Bestia?”. Y quisiera abrazarme con cada parroquiano del bar, pero todos son de Talleres y Belgrano, o de River y Boca y no entienden lo que me pasa, que tenga lágrimas en los ojos y lo nombre a mi viejo o las tardes de soledad en mi pueblo y todo lo que nunca tuve y que ahora empezaba a devolverme el destino, como creía. Y cuando lo llamo al mozo y le pido un mate cocido para festejar, me dice “acá sólo hay cerveza y vino tinto”. Y pido cerveza.
Me lo dijo una gitana
Veinte años después estoy de nuevo en Ballesteros, en la casa de Javier para preguntarle de aquel campeonato. No sólo coincide la fecha “redonda”, sino los festejos que habrá el domingo en el Bajo Flores, un homenaje, un partido con las “vieja glorias”, un reencuentro…
-¿Qué significó para vos aquel campeonato del 95?
-Veinte años después todavía sigue latente para mí y muy guardado en el corazón del hincha. Al menos es lo que nos hacen sentir cuando vamos a la cancha. No te olvidés de que hacía 21 años que San Lorenzo no daba la vuelta. Ese campeonato nos marcó a todos porque para la gran mayoría era la primera vez y para muchos también fue la única.
-¿Te acordás de aquellos meses o hay cosas que se te han borrado?
-Me acuerdo de todo el campeonato como si fuera ayer, de cada partido y cada charla en el vestuario, de los viajes, los entrenamientos... Muchas veces me preguntan qué sentí cuando dimos la vuelta y yo les digo que son cosas muy difíciles de explicar, que no hay palabras.
-Volvamos en el tiempo. Es sábado 24 de junio y están por viajar a Rosario. Al otro día hay que ganarle a Central y esperar que Gimnasia pierda puntos con Independiente. ¿Cómo fue ese viaje?
-Salimos de Buenos Aires a las dos de la tarde y llegamos a Rosario a las seis. Cuando entramos al hotel ya era un mundo de gente alentándonos, porque al otro día nos íbamos a jugar todo lo que hoy estamos viviendo: la chance de salir campeones del fútbol argentino. Toda esa gente nos dio una fuerza tremenda.
-¿Y vos tenías fe?
-En el viaje a Rosario era el más optimista de todos, porque en Buenos Aires una amiga que tiraba las cartas me había dicho que íbamos a salir campeones. “Está durísimo”, me decían. Y yo les contestaba “quédense tranquilos que mañana damos la vuelta”. Cuando terminó el partido, tanto Galetto, como el “Diablo” y el “Cabezón” me abrazaron y me decían “¡Tenías razón, desgraciado, vos y tu amiga!”…
-¿Qué pensaste cuando iban 0 a 0 y Netto erró aquel penal?
-Que íbamos a meter un gol como fuera. No nos desmoralizamos nunca porque éramos un equipo muy noble. Teníamos dos o tres jugadores que movían el equipo y el resto éramos luchadores que sabíamos lo que queríamos y dejábamos todo. Tuvimos muchos traspiés en ese campeonato, pero nos levantamos siempre…
-¿Cuál fue el momento más difícil?
-Cuando perdimos con Vélez faltando dos fechas. Gimnasia ganó y nos había pasado por dos puntos. Creímos que se nos venía el mundo abajo y entramos al vestuario sin hablar. Era como si hubiéramos perdido el campeonato. Y nunca me voy a olvidar cuando entró el Bambino. Dijo: “¿Qué les pasa? ¡Levanten la cabeza que todavía queda mucho por pelear! ¡Acá no pasó nada! ¡Vamos!”. Y se transformó y nos transformó a todos. Así que nos bañamos y salimos con la cabeza en alto. Esa semana fuimos a entrenar como si el tipo nos hubiera inyectado algo. Nos volvió la cabeza que habíamos perdido. Y ahí arrancamos…
-Después vino Lanús…
-¡Un partido bravísimo en cancha de San Lorenzo con gol de Netto de penal! Lo habíamos pasado a Gimnasia por un punto, pero ellos después ganaron y nos pasaron de nuevo. Fue un campeonato de mucha tensión y siempre así, ganábamos y éramos punteros, pero al otro día ganaba Gimnasia y quedábamos segundos…
-Y así, con dos puntos abajo, se juegan todo en Rosario con vos como titular…
-Sí. Pero en el segundo tiempo Central se nos había metido atrás y el “Bambino” se dio cuenta de que la cosa era por arriba. Lo quería poner al “Gallego” por el cabezazo así que me tocó salir a mí. Y a los pocos minutos, el “Gallego” la embocó. ¡Mirá si no sabía el “Bambi”!
-Ese campeonato metiste solo un gol, pero fue fundamental…
- Fue a Navarro Montoya y ese partido nos abrió una gran puerta. Entré en el segundo tiempo. Ibamos 0 a 0 y Boca nos atacaba, así que el “Bambi” dijo “vamos a poner un delantero rápido para salir de contra”. Lo sacó al “Gallego” y entré yo; al revés que en Rosario. La primera que tuve lo encaré a Arruabarrena, me hace foul y de ahí viene el centro de Silas para el primero del “Pampa”…
-Y pocos minutos después, la clavaste de zurda al ángulo…
-Boca nos dejó espacio, así que cuando recibo me meto en el área, y cuando Fabbri va cerrando le tiro el pase al “Bocha” Batista. Pero la pelota le pega en el talón a Fabbri y me vuelve, queda dando vueltas como un trompo y yo que venía embalado le di. Podría haber ido a la tribuna, pero por suerte fue ahí…
-¿Cómo era el “Bambino” como entrenador?
-Un tipo capaz de hacerte sentir el mejor del mundo y con mucho conocimiento táctico. Su principal virtud era su simpleza para pedirte lo que quería de vos en el campo. Y eso siempre redunda en favor del jugador.
Padres e hijos
-Muchos recuerdan tu velocidad, pero pocos tu generosidad para con el equipo…
-Esa era mi característica, jugar para los otros. A veces tendría que haber sido más egoísta porque había momentos en que podía definir yo, pero siempre tiraba el centro o la pared. Mi viejo siempre me decía que tenía que patear más al arco…
-A lo mejor en cuatro años le decís lo mismo a tu hijo Facundo, que está en las inferiores de San Lorenzo... Por lo visto, la dinastía Arbarello sigue firme en Boedo ¿no?
-Sí (risas), Facundo está en la octava. El año pasado fue a dos pruebas y quedó, así que viajo cada 15 días a verlo. Es delantero como yo, pero de más de aguante; cuida muy bien la pelota y le pega muy fuerte. Yo trato de volcarle toda mi experiencia.
-Contame qué va a pasar en el Nuevo Gasómetro, Javier…
-Uhhh…. (risas) Un montón de cosas y hay que estar preparado. Se te vuelve toda la nostalgia… Vamos a jugar un partido homenaje ¿Te imaginás? Nos vamos a volver a poner esa camiseta y vamos a entrar a esa cancha… Es difícil, pero uno tiene que aceptar el paso del tiempo, aunque el domingo quizás por un rato volvamos al 95…
-¿Seguiste en contacto con los compañeros de aquel equipo?
-Con la mayoría. Hace una semanita me llamó el “Cabezón” que había venido a jugar un amistoso a Córdoba y me invitaba. Pero no pude ir por la política. Paulo estuvo hace poco en Buenos Aires y me dejó saludos. El fue el primero que me mostró la ciudad y me invitaba a comer a su casa. Le dije que no me gustaba cenar con él porque siempre me hacía rezar… (risas) Un crack el Paulo, adentro y afuera de la cancha…
-Hablaste de política. ¿Qué sentiste el domingo al ser candidato a intendente de Ballesteros?
-Fue una experiencia linda porque siempre me tocó trabajar de afuera, ya sea para otros candidatos o como concejal. Trabajé mucho con los barrios vulnerables durante las inundaciones, pero no me acompañaron con el voto. No les reprocho nada, pero me sentí traicionado. Con esos votos, la elección iba a ser muy pareja. Fue reelecto el Orlando (Brusa), que es un amigo, y por cierto que voy a colaborar con él. Mucha gente que te palmea después te da la espalda…
-¿El mundo del fútbol es mejor que el de la política?
-¡Ni hablar! Muchos hacen política hablando mal de los otros y eso en fútbol no pasa jamás…
Cuando llega el momento de las fotos le digo a Javier si no tiene una casaca del Ciclón para posar frente a su casa. La trae. Y cuando salimos a la vereda le digo que aquel equipo hizo salir campeón por primera vez a muchos hinchas como yo, que con 24 años nunca habíamos festejado… “Sí, les pasó a muchos”, me dice este exjugador, casado con Ivana y padre de tres hijos. Pero cuando todo termina y lo saludo, es el chico que tomaba mate cocido en aquella tarde el que me habla. “Tomá, Willy; llevatela…”. Durante unos segundos no reacciono, hasta que me dice “la camiseta… Tomá, es para vos… ¿No te acordás que cuando eras chico querías salir campeón con San Lorenzo?”. No me sale nada, sólo un abrazo emocionado. Por eso a las palabras se las digo ahora, dos días después: “Gracias, Bestia, de corazón, por darme esta nota, por esta casaca azulgrana con tu nombre, por tu abrazo en la vereda, por haberme devuelto a mi padre, por haber vestido con un manto sagrado toda la desnudez de mi infancia”.
Homenajeado
Esta tarde se realizará el encuentro en el que se homenajeará a los Campeones del 95, en el Nuevo Gasómetro.
En ese estadio de San Lorenzo habrá shows en vivo, sorteos y la chance de jugar con los ídolos y los famosos amantes de la azulgrana.
El cónclave de santos se llevará a cabo el 12 de julio en el Nuevo Gasómetro y todo lo recaudado será destinado para dar un paso más hacia el soñado retorno -como dice la canción- al barrio que a San Lorenzo vio nacer.
Javier Arbarello nació el 28 de abril de 1969
-Debutó en la Primera de Alumni con 21 años y deslumbró tanto por su velocidad y sus goles que rápidamente se lo llevó Belgrano, donde estuvo desde 1992 a 1994.
-Junto con él, al “Pirata” también fue Marcelo Santoni, el enganche de ese Alumni que, con esa sociedad en cancha, supo maravillar a Villa María y la región. Sociedad que así nomás se trasladó a Córdoba.
-Después de su paso exitoso por San Lorenzo, Arbarello jugó en Platense y se retiró en Juventud Unida Universitario de San Luis.