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12 de Julio de 2015
Todo sobre la Edad Media
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Formado en Buenos Aires y Barcelona, el doctor Rubén Florio fue artífice de una experiencia inédita en el país: la creación en 1994 de una cátedra de “Literatura Latina Medieval” para la Licenciatura en Letras Modernas de la Universidad Nacional del Sur (UNS) de Bahía Blanca. Desde el Cristianismo hasta “El Código da Vinci”, Florio habló de la importancia de uno de los períodos más controvertidos y mal comprendidos de la historia.

La construcción de Notre Dame y el Escorial, la corte del rey Arturo y el Imperio de Bizancio, el Cristianismo y el Islam como modos de globalización de Europa y el Mundo Arabe, el origen de la teología y el nacimiento de las lenguas romances; los juglares y el amor cortés, San Francisco de Asís y Juana de Arco, los cátaros y los waldenses, la búsqueda del Santo Grial y las primeras hogueras de la Inquisición; las cruzadas y los viajes a tierras desconocidas, el gótico y el románico, la Catedral de Chartres y los castillos feudales, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, la fusión entre razón y fe, Oriente y Occidente; la alquimia y la piedra filosofal, los monasterios perdidos en las islas británicas que salvaron el griego, Marco Polo y la Ruta de la Seda; las primeras universidades (Oxford y Bolonia, Salamanca y París), Juan Escoto Eriúgena y Alcuino de York, Dante Alighieri y François Villon, Avicena y Averroes, los Caballeros de la Mesa Redonda y Carlomagno... Todos estos hombres y mujeres, estilos artísticos y hechos políticos, religiones y literaturas, mitos y leyendas, convivieron en un período histórico que durante siglos fue considerado “estancado” y “oscuro”; un período que duró mil años (desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 hasta la caída del de Oriente en 1453) y que, según los críticos modernos, mereció el título (o acaso el estigma) de “Edad Media”.

Historia de una pasión medieval
 
Estamos en el Campus de la UNVM junto al doctor Rubén Florio, uno de los latinistas y traductores más brillantes del país. No es la primera vez que Florio viene a la Villa. De hecho, ha dictado numerosos cursos y seminarios en los claustros locales. Por eso, en una gélida noche de julio y al finalizar una conferencia, aprovecho para entrevistar a este hombre que, entre sus hits más resonantes cuenta con la traducción (inédita en español) del enigmático “Waltharius” (poema del Siglo X) y la creación (por primera vez en el país) de la cátedra de “Literatura Latina Medieval” en una Licenciatura en Letras Modernas.
-Entonces, Rubén, ¿por qué a la Edad Media se la considera “oscurantista”?
-Porque fue una suerte de sándwich entre dos mundos esplendorosos, como la Antigüedad Clásica y la Modernidad. Pero fijate que el nombre “medieval” es despectivo: significa “en medio de”. Esta es una concepción que viene de la crítica posterior al Renacimiento y por eso a la Edad Media se la vio siempre como un mundo menor. Digamos que ha tenido muy mala prensa. 
-¿Han mermado en los últimos años los estudios medievales en la Argentina?
-No sólo en Argentina, sino en toda Latinoamérica. A tal punto que vengo de dar unas charlas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Parece increíble, pero desde un país muy católico me llamaron para hablar del Cristianismo. Como dicen ellos, “la revolución se pasó de revoluciones” y hoy no ven nada que tenga que ver con la religión en el Nivel Superior. Las únicas universidades que incrementaron estos estudios fueron las europeas y las norteamericanas.
-¿Y de esta preocupación tuya nace la cátedra en Bahía Blanca?
-No exactamente. Eso se produjo gracias a los alumnos, que en el sistema universitario suelen tener más peso e iniciativa que muchos profesores. Yo dictaba una materia de Literatura Clásica y, al iniciar cada año, les decía a ellos que tenía una buena y una mala noticia. La buena era que íbamos a leer “La Ilíada” y “La Odisea”, las tragedias griegas y “La Eneida”, la comedia romana y las primeras narraciones occidentales. La mala era que, luego del curso, iban a pasar a Literatura Española y saltarían al Siglo XIII con el Cid Campeador. Y no se iban a poder explicar qué pasó entre “El Satiricón” de Petronio (Siglo I d.C.) o “El asno de oro” de Apuleyo (siglo II d.C.) y las aventuras de Rodrigo Díaz. 
-¿Y qué pasó entre medio?
-Nada menos que 800 años de una producción literaria enorme. Ese bache, que los alumnos temían no poder llenar cuando les tocara dar clases, determinó que pidieran la creación de una cátedra nueva en Bahía Blanca. Y yo tuve el honor de ser su primer profesor.
-¿Y cómo fue que decidiste especializarte en el Medioevo?
-Porque al igual que mis alumnos, siempre supe que me faltaba ese período para completar mi educación. Así que, por una cuestión fortuita, tras recibirme en la Universidad de Buenos Aires, me fui a la Universidad Autónoma de Barcelona. Allá me contrataron como profesor visitante y se me dio la oportunidad de asistir a las clases de José Martínez Gázquez, que es uno de los grandes medievalistas europeos. Ahí empezó esta formación que no tiene fin.
 
El latín: un idioma común que duró mil años
-¿Todos los textos medievales están en latín?
-La inmensa mayoría. El latín era “la” lengua del Medioevo. Pensá que luego de la caída de Roma, en un mundo de territorios plagado de dialectos, el latín era la única manera de escribir y comunicarse con el mundo culto. La Iglesia conserva el latín y luego lo hará Carlomagno (Siglo VIII). Gracias a esa conjunción, tenemos una cantidad enorme de literatura en su corte: tragedias, lírica, épica... 
-¿También comedia?
-No, la comedia estaba prohibida. Habrá que esperar un siglo para que una monja alemana, Hroswitha de Gandersheim (Siglo X), se anime y escriba seis piezas.
-En la novela “El nombre de la rosa” (1980) una de las claves era la prohibición de la risa...
-¡Claro! Porque la pregunta del Medioevo era: “¿Cristo se rio alguna vez?”. No es algo de lo que den cuenta los evangelios; pero si Cristo nunca se rio, luego la risa es un sentimiento menor que degrada el espíritu. Umberto Eco (Italia, 1932) reflejó en esa novela una Edad Media muy vital, como lo que realmente fue. 
-¿El latín corrió el riesgo de perderse? 
-Sí, pero luego fue rescatado por esos intelectuales que Carlomagno fue a buscar a las islas británicas, como Alcuino de York (736-805 d.C). Al no haber llegado las invasiones al actual Reino Unido, el griego y el latín se conservaron en los monasterios que no sólo copiaban manuscritos, sino que contaban con monjes que eran una autoridad en la traducción, como el irlandés Escoto Eriúgena (815-877 d.C.).
 
Del Renacimiento al “boom” actual del Medioevo
 
-Y casi como un hijo no buscado, la Edad Media alumbra al Renacimiento...
-Sí, pero paradójicamente, esa vuelta al mundo clásico está tremendamente anclada en el Medioevo. Se descubren manuscritos en los monasterios, como la obra de Lucrecio (Siglo I a.C.), que produce un entusiasmo extraordinario. Lucrecio postulaba la división atómica del alma y la no intervención de Dios en el universo. 
-¿Por eso es que los renacentistas tratan de “oscurantista” a la Iglesia?
-En cierto modo, sí. Pero lo que hay que decir en favor de la Iglesia es que a esos manuscritos no los quemó, cuando otras ideologías muy cercanas en el tiempo hicieron desaparecer todos los textos con los que no acordaban. Me estoy refiriendo al nazismo y al estalinismo.
-¿Es la Edad Media una época de fanatismo religioso?
-Hay mucho estereotipo que nos han vendido al respecto porque los renacentistas se quisieron desligar del dogma cristiano y entonces la estigmatizaron. En el fondo, el Medioevo no fue una edad tan distinta de las otras. 
-¿Cómo es esto?
-Cuando el mundo romano voló por los aires, se pulverizaron muchas cosas. Ya no fluyó el trigo desde Egipto, no hubo más agua potable, los caminos estaban rotos y plagados de ladrones, no hubo más escuelas públicas... y, entonces, los ciudadanos empezaron a vivir como podían. Es un mundo fascinante el de la Edad Media, pero se nos lo ha vendido como un mundo donde no pasaba nada o todos rezaban día y noche. Y hay que destruir ese mito.
-¿Cómo es que triunfa el Cristianismo en un imperio pagano?
-El Cristianismo es una religión mística y, por tanto, inentendible para la mentalidad romana. En una obra maravillosa, que es “Meditaciones”, Marco Aurelio (emperador y filósofo del Siglo II d.C.) se hace una pregunta extraordinaria respecto a los cristianos. Dice: “¿Pero qué quiere esta gente? ¿Cómo es posible que a alguien se le ocurra morir por una persona a la que no conoció?”. Eso está diciendo implícitamente “a nosotros que somos paganos jamás se nos ocurriría morir por Júpiter”. El Cristianismo promete algo único que es la otra vida. Y eso seduce a toda una población donde las creencias están gastadas... 
-¿Por qué hay un “boom” de la Edad Media en la literatura actual, con libros como “El Código da Vinci”?
-Porque esos libros están hablando de esta época y de nosotros mismos, sólo que es más fácil decir que pasaba en la Edad Media. Supongo que el Medioevo, además, es un escenario que seduce. Cuando en el mundo latino querían poner en evidencia cosas no admitidas en la sociedad del momento, decían “esto pasa en Efeso”, es decir, muy lejos y en otra cultura, ¡pero daba la casualidad que todos los personajes eran romanos! Y lo mismo pasa en estos tiempos. El fanatismo religioso, el oscurantismo, la intolerancia y la locura están pasando ahora.
Iván Wielikosielek

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