Escribe: Feliciano Tisera
ESPECIAL PARA EL DIARIO
Bruselas, sede de las principales instituciones administrativas de la Unión Europea, es una ciudad relativamente pequeña y fácil de recorrer. No recomendamos ir en el invierno del hemisferio Norte (nuestro verano), porque el intenso frío obliga a procurar refugio en un bar cada dos cuadras (el premio tampoco está mal, como ya se verá). Pero en otra época del año, pasear la urbe es un verdadero agrado.
Sobre todo cuando uno comienza el recorrido por la que muchos consideran la explanada más linda del Viejo Continente. La Grand Place (plaza Grande), como la llaman los francoparlantes; o Grotte Markt (plaza del Mercado), como la conocen los hablantes de neerlandés (Bélgica se divide en dos regiones que hablan, respectivamente, cada uno de esos idiomas).
La plaza está rodeada de casas monumentales de estilos muy recargados y diferentes entre sí. A uno le parece que nunca va a terminar de recorrer los detalles de todas las casas que circundan este precioso rincón. Salvo el edificio del Ayuntamiento y la conocida como Casa del Rey, las construcciones originalmente pertenecían a los diferentes gremios de trabajadores que vendían en el mercado.
El niño, la niña y el perro: todos “hacen pis”
A pocas cuadras de la Grand Place encontramos a uno de los símbolos más universales de Bruselas: el Manneken Pis. Se trata de una pequeña estatua-fuente en bronce (60 centímetros de altura tiene) de un niño “haciendo pis”. El original dataría del Siglo XVII, pero fue robado en 1960, colocándose en su lugar una copia. Tras haberse recuperado la pieza original, se ubicó en el Museo de la Ciudad, en la misma Grand Place.
En 1987, un comerciante de la zona mandó a colocar una estatua-fuente de las mismas características, pero en este caso es una niña la que “orina”. Se llama Jeanneke Pis, y está situada a una distancia similar a la plaza a la que se encuentra el Manneken Pis, pero en dirección opuesta.
Unos años después, fue ubicada en otra esquina del centro la mascota de los meones: el Zinneken Pis, la estatua de un perrito guaso que simula hacer pis contra uno de los típicos pendorchos que en las calles céntricas de las capitales europeas se colocan para proteger a los peatones de potenciales embestidas de vehículos. Aunque el chucho no arroja agua: es una estatuilla sin fuente.
Manjares locales
Bélgica es la cuna de los waffles (en español, gofres; en francés, gofrés). No te recomendamos que abandones Bruselas sin comerte uno cargado de chocolate (o con lo que quieras) en un puestito callejero.
Menos sabido es que los habitantes de este pequeño país reivindican ser los inventores de las papas fritas, de ahí que el plato belga clásico sea mejillones con papas fritas (moules et frites, en francés). Tampoco alentamos la idea de dejar la urbe sin probar esta deliciosa combinación, acompañada, como corresponde, de una buena cerveza belga en cualquier taberna típica (en donde se puede elegir infinidad de tipos de la espumante bebida).
Ya fuera de los edificios antiguos, de los monumentos más o menos nuevos, y de la gastronomía, la opción original es hacer la Ruta de la Historieta. Ocurre que Bélgica y Francia son, probablemente, los países de producción más relevante de historietas. Así, Bruselas homenajea esta tradición en varios de sus muros, decorados con ilustraciones de algunos de sus personajes más importantes: Tintín, Asterix y Lucky Luke, por mencionar los más conocidos en Argentina. En total son 40 murales, un canto al arte popular y a la creatividad.