Escribe

Juan Pablo Morre

 

Una veloz como merecida “revancha” concretó ayer la Reserva de River Plate de Villa María que, tras el retorno del club “millonario” después de un breve impass sin actividad, animó dos finales consecutivas. Le tocó perder en la primera, pero ayer no lo dejó escapar y se coronó como el nuevo campeón de la segunda división de la Liga Villamariense.

Y lo hizo con todo los méritos porque así lo descifran los números de la campaña realizado por los dirigidos por el entrenador Néstor “Pickle” Tissera, que tan sólo sufrió un par de caídas, tiene uno de los goleadores del certamen y recibió muy pocos goles.

A todos esos pergaminos de equipo sólido, efectivo y protagonista los reflejó en la final, principalmente en el primer cotejo, donde goleó por 3-0 a un Playosa que, más allá del dolor significativo de perder una final, también demostró que cuenta con un porvenir interesante.

Ayer, en tanto, dicha cifra abultada que dejó el primer “chico” quedó evidenciado. Es que en Tío Pujio se vio un trámite más cerrado, de pocos espacios y muy friccionado; ante esto, las acciones de gol resultaron esporádicas y el 0 a 0 resultó correcto a lo que fue el partido.

Por un lado, River controló criteriosamente el juego a sabiendas de la ventaja a su favor y prácticamente no le permitió generar peligro al “Albo” sobre su arco; en contrapartida, Playosa, que prácticamente en ningún momento consiguió poner en aprietos al rival, careció de elaboración para alimentar alguna esperanza de emparejar la serie.

Por lo tanto, la constante lucha por la pelota le quitó dinámica y volumen de juego (prácticamente no hubo ataques por las bandas) a una final que, por grandes lapsos, resultó reñida y de pocas luces.

En esa tónica River tuvo sus aproximaciones, pero les faltó terminación porque se mostró apurado en los últimos metros, a la vez que el “Albo” respondió con asociaciones de Luna y Martín Ambroggio, pero tampoco con la peligrosidad necesaria para poner en aprietos al arquero rival.

La única (y muy clara) chance de gol del primer periodo se dio en el minuto adicional y de pelota parada cuando Jorge Sosa, en el área chica, tiró elevado tras captar un rebote en el área rival.

En el complemento el trámite casi no varió de acuerdo a lo visto en el primer tiempo porque perduró la fricción constante y casi no hubo acciones de gol, a excepción de una jugada individual de Julián Gómez, quien a puro amague y habilidad quedó cara a cara con el portero y tiró desviado. A su vez, por inercia a lo que era el juego, el “Albo” se quedó con diez por la roja a Martín Ambroggio.

De todas maneras, esos minutos estuvieron de más porque el resultado estaba sellado, por lo que cuando el árbitro David Campos pitó el silbatazo final, se desató la felicidad “millonaria” en Tío Pujio y aparecieron las banderas flameando, los saltos de alegría, los cánticos de “dale, campeón” y todo el “color” del club del barrio Almirante Brown que, después de aquel ascenso cuando había dos categorías en el fútbol local, volvió a tener su campeón y la revancha más feliz.

 

La frase