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Alfonsín en la Casa Radical de Villa María |
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Acerca de Alfonsín
Señor director:
Se ha extinguido la llama de un hombre, de un político de raza, íntegro y valiente, alguien que poseía los atributos que cautivan a la juventud: sinceridad en los ideales, desinterés material en la acción y lealtad en el infortunio. También, confianza audaz en el triunfo, a pesar de las derrotas y las dificultades que asomaran.
El final lo encuentra rodeado de sus íntimos, con una enorme vigilia popular y viviendo digna, decente y sobriamente, ajeno a los lujos y fastuosidades que hemos conocido de quienes (en algún caso, lamentablemente), lo sucedieron.
Queda atrás su verba vibrante, su carácter indómito, la firmeza de sus convicciones que rayaba en la tosudez y la valentía de admitir cuando se había equivocado.
Queda atrás la imagen de un hombre que encendió la esperanza en un país que no terminaba de llorar por la sangre derramada, un país al que le habían arrebatado la juventud, un país donde los irracionales no se resignaban y hubo de enfrentarlos, para que esa esperanza se transformara en futuro.
Con él, nos deja también toda una época y una manera de hacer política. Ha muerto el último estadista de la Argentina, a quien muchos juzgarán de acuerdo a su propia suerte en la feria y otros le valorarán lo que supo conseguir para el conjunto de argentinos de quien la historia se encargará de decir qué hizo de bueno y qué hizo de malo, pero que, seguramente, dirá que fue un hombre honesto y cabal.
Es el último, no hay otro Alfonsín porque los tiempos son diferentes, la política ahora no se construye desde la oratoria y el contacto con el militante, sino desde la perspectiva que brindan los medios masivos de comunicación, hoy la política parece necesitar de hombres camaleónicos que se presten a abrazar con pasión lo que antes abominaron, la política parece ser un espacio donde tomar represalias en vez de promover reconciliaciones, la política cree sólo en la aventura de ganar una alección, en vez de creer en el trabajo de generar propuestas que atiendan las necesidades de la República, en estos tiempos no se puede hacer política con ideales, se ha acabado la época de los acuerdos, en estos tiempos lo más cercano a esa imagen son algunas componendas y contubernios espurios, hoy la política no es una herramienta de la ciudadanía, sino que usa al ciudadano.
Es que la política ha cambiado mucho, mejor decir, a la política la han cambiado, y en un contexto como éste no es posible que alguien como Raúl Alfonsín encaje.
Ahora bien, quienes creemos en que se puede hacer un país diferente, también creemos que la política puede cambiar, que la podemos cambiar y transformar en aquellos que los hombres como Alfonsín, Amadeo Sabattini, Humberto Illia e Hipólito Yrigoyen imaginaron y practicaron. Creemos que la mejor forma de analtecer su memoria es profesar la dignidad, la conducta ética, la decencia y la tolerancia, no sólo para que estos conceptos queden en el panegírico de un gran hombre, debemos transformarlos en hechos, la República los necesita.
El presente, dice que nos toca despedirlo, el futuro nos llama a seguir con su obra.
La tristeza no debe empañarnos el recuerdo, mantener en alto sus valores es la mejor manera de honrar su memoria. Descanse en paz, presidente, sus correligionarios astamos de pie y haremos lo que corresponda para ser dignos de su legado.
Gustavo Bustamante
Julio C. Cuadros - Villa María
Acerca de Alfonsín II
Señor director:
Luego de días de tristeza por la muerte del querido ex presidente Raúl Alfonsín, y también de asombro por la insospechada pero merecida repercusión en el sentir de tantos argentinos, tengo la necesidad de liberar mi pensamiento despojada de ese maravilloso sentimiento que, por tradición familiar, me tiene como una más en las filas del radicalismo.
Precisamente por pertenecer a un partido con figuras como Leandro Alem, Hipólito Yrigoyen, Arturo Illia y Ricardo Balbín, a las que se les suma la de Alfonsín con su impecable trayectoria, su hombría de bien, honestidad, valor, abnegación, no puedo disimular cierto desasosiego cuando percibo una intención de encontrar semejanzas entre sus renunciamientos, por el bien de la democracia, si los hubo, con la vocación vacilante y pendular de un Julio Cobos, por el bien de no se sabe quién.
Creo que debemos tener mucho cuidado con las debilidades de nuestro corazón criollo y con nuestra propia ceguera, que seguramente alguna vez nos ha encolumnado detrás de un hombre y no de una idea, contraponiéndonos al lema del ilustre anciano que se nos ha ido.
Por mi parte, el mejor homenaje que puedo tributar al hombre bueno, al político honesto, al abanderado de la democracia, es decir públicamente que hoy lloro su partida final, como lloré desolada cuando abandonó su mandato presidencial.
“Bachi” Trotta - Villa María
Acerca de Alfonsín III
Señor director:
Quiero agradecer como ciudadana con memoria, y como periodista, la ajustada semblanza realizada por el colega Vaudagnotto en la cobertura de las honras fúnebres del ex presidente Raúl Alfonsín.
Ajustada porque fue justa, redonda. Porque no puso a Alfonsín en un mármol blanco, libre de impurezas, que jamás le hubiera encajado. Porque contó un hombre y contó una historia. Porque habló de Política con mayúsculas, y de prioridades, y de una democracia terriblemente difícil que queríamos por cien años, porque ni siquiera nos animábamos a soñarla por cien meses.
Todo eso recogió en tan pocas palabras, cuando tantos colegas suyos y míos han gastado espacios impresos, televisivos, radiales... entre petulancias, mentiras a sabiendas, ocultamientos, anécdotas propias o simplificaciones que terminan reduciendo la grandeza de los personajes complejos en algunos de los momentos más complejos de la historia.
Agradezco que hayan estado aquí, en Buenos Aires, y que lo hayan contado de esa manera.
El periodismo puede ser tan noble o tan prostituido como queramos o como lo hagamos nosotros.
Gracias por ennoblecerlo.
Adriana Bruno - Buenos Aires
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