"No quiero un caso Roganti II. Por eso digo públicamente lo que estoy viviendo y el lunes que viene, voy a ir a la Justicia a denunciar, con todas las pruebas que tengo",  dijo Rubén Quevedo, secretario general del SUOEM, en diálogo con EL DIARIO.

El dirigente del gremio municipal relató que en los últimos meses sufrió amenazas de muerte y que dispararon en dos ocasiones contra la cochera en la que guarda su vehículo y contra su casa.

Asegura que detrás de estas acciones "está el poder político de Villa María". "Me mandaron a decir que era una piedra en el zapato y que no quieren que me vuelva a postular al frente del gremio", dijo.

Sin dar nombres "de los punteros del poder político" que le mandaron esos mensajes mafiosos, Quevedo hizo un relato de lo ocurrido en los últimos meses.

 

Sicarios

El primer mensaje mafioso le llegó en octubre de 2014. Vino de parte de un empleado del Corralón, quien le dijo que "como amigo", sabía que Jesús Chirino, secretario general de UTEM, el otro gremio municipal, había contratado por 30 mil pesos a un sicario santafesino "para que me tirara de las patas para abajo, para que no fuera a la fiesta del empleado municipal que fue en noviembre del año pasado".

"Por supuesto que no creí eso de Chirino, tenemos diferencias pero no pienso que haga una cosa así. Además, cuando hice público lo que me pasa por la radio, él expresó su solidaridad para conmigo", destacó Quevedo.

"Además, me dijo que si doblaba la apuesta, el sicario le podía hacer lo mismo a Chirino", relató.

En esa oportunidad, optó por reunirse con el Poder Ejecutivo Municipal para relatar lo sucedido. "Ellos pusieron un hombre de vigilancia para que me protegiera de un eventual ataque", relató.

 

Balas

De las palabras, los que lo amenazaron pasaron a la acción.

Lo primero que ocurrió este año, poco antes de las elecciones provinciales que se celebraron el 5 de julio, fue que unos "punteros del poder político de Villa María", le cruzaron un auto a Juan Vázquez, miembro de la Comisión Directiva del SUOEM, para decirle que Quevedo era "una piedra en el zapato" de la conducción municipal.

"Yo ya les dije a todos. Si tengo que morir, voy a morir de pie. Porque no quiero que se confundan: soy peronista, los voto, pero jamás voy a ir en contra de los trabajadores que represento", planteó Quevedo.

El dirigente sindical dejó pasar los días, hasta que llegó el momento de las elecciones. "Ese día, balearon un lugar en el que yo guardo el auto. El dueño de ese lugar me dijo: ‘Paco, sacá el auto de acá que no quiero problemas’. Así que ahora lo tengo en la calle", indicó.

Señaló que el propietario de la cochera no hizo la denuncia, pero está claramente la marca de la bala que impactó en un vidrio del lugar.

A pocos días de las elecciones, volvieron los disparos.

 Esta vez, directamente contra la vivienda familiar de Quevedo. "Esto ya es mafioso, por eso digo que no quiero que me pase un día lo del Caño (Roganti), que abrió la puerta y unos sicarios le dispararon. 

El lunes, voy a ir a la Justicia a hacer la denuncia. Tengo grabaciones que avalan lo que digo y allí, voy a dar los nombres de los que mandaron a dar esos mensajes mafiosos. Y que caiga quien caiga", concluyó.

 

Solidaridad