“No quiero que a nadie le pase lo que me pasó a mí”.
Esto repitió ayer Antonia Jaime, una señora que reside en calle Belgrano al 1400 en barrio Malvinas Argentinas de Villa Nueva.
Desde hace seis años venía gestionando el cobro de su jubilación como ama de casa, lo que logró conseguir en los primeros días de este mes, cuando se llevó la peor sorpresa: el aprovechamiento del ser humano.
Un día conoció al contador L. C. (reservaremos la identidad hasta tanto se efectivice la denuncia judicial), quien le prometió que en tres meses lograría el objetivo de jubilarla.
“En la tarde del pasado miércoles 8 me avisó que lo había logrado. El viernes 10, entonces, nos dirigimos a la sucursal (villanovense) del Banco de la Provincia de Córdoba para cobrar. Yo desconocía el monto”, narró ayer al recibir a EL DIARIO en su casa.
Continuó: “El cajero, que me conoce, me preguntó cuánto dinero iba a retirar. Le dije que iba a extraer todo y me miró sorprendido: ¿Está segura?, me preguntó. Le dije que sí y empezó a entregarme los billetes: eran 77.800 pesos”, porque se le abonaba todo lo no percibido en estos años de demorado el trámite.
En ese contexto, Antonia vio que L. C. (el contador, con quien había ido hasta la entidad crediticia) iba guardando todos los billetes, por una cuestión “de seguridad”.
Luego se retiraron del establecimiento bancario y retornaron a la vivienda de barrio Malvinas Argentinas, donde Antonia se topó con la ingrata realidad. “Me dio 3.500 pesos y me dijo que lo demás le correspondía. Yo sabía que la deuda con Anses era de 27 mil pesos; él dijo que tenía que cobrarse sus honorarios. No podía creer”, expresó en la víspera aún angustiada por el cuadro.
“L., no podés hacerme esto, yo confiaba en vos”, confesó que le dijo a él posteriormente.
Ante sus expresiones, el contador regresó posteriormente a la casa de la jubilada y le ofreció darle 13 mil pesos más. Puso una condición: concretarlo delante de la jueza de Paz de la ciudad, María Esther Farías.
Concurrieron al despacho de la jueza y Antonia se negó a firmar. No obstante, después finalmente terminó recibiéndolo, quizás porque al menos quería algo más que esos magros 3.500.
La entrevistada contó que concurrió a la Comisaría de Villa Nueva para presentar una denuncia pero le dijeron que lo más conveniente era que fuera hasta los Tribunales de Villa María. Fue, dio vueltas y no la presentó.
También acudió al Consejo Profesional de Ciencias Económicas, para advertir de la conducta de uno de sus matriculados. Ahora presentará allí una carta.
Pero lo que más desea es que la ciudadanía conozca lo que le sucedió “para que a nadie más le suceda”.
“Yo quiero advertirle a la gente, para que no le pase a nadie. Sé que hubo otros casos. Que nadie se deje engañar”, expresó la señora, rodeada de sus familiares.