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19 de Julio de 2015
NOTA Nº 421, escribe Jesús Chirino
Las rejas y el alambrado del ferrocarril
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Las rejas que por años cercaron el predio ferroviario en el centro de Villa María han sido una particularidad de la ciudad. Forman parte de la postal de la Villa María del recuerdo. Actualmente, algunas de ellas subsisten, otras no están más en su lugar. Aquí repasamos algo de la historia que rodeó su colocación
 
 
Cerco provisorio
 El Estado local tuvo varios conflictos con la empresa de ferrocarril. Bernardino Calvo, en su libro Historia de Villa María y sus barrios, con respecto a este particular y las actitudes de la empresa ferroviaria señala “bastaría recordar… su insensible actitud ante el cólera de 1867, en el año fundacional de Villa María, y posteriores silencios ante los reclamos permanentes por la higienización de esos amplios terrenos que se habían transformado en verdaderos focos epidémicos, y en matadero clandestino que contravenía expresas disposiciones municipales en tal sentido”.
 La conflictividad con la administración municipal y los distintos gobiernos que la tuvieron a cargo se mantuvo a lo largo de las décadas. Luego de que la localidad tuviera una veintena de años de existencia, el ferrocarril hacía caso omiso a una ordenanza vigente que planteaba que la empresa Ferrocarril Central Argentino debía cercar toda su propiedad. En una carta que la Intendencia Municipal, en enero de 1888, le dirigió a Henry Fischer, administrador de la empresa que residía en Rosario, le volvió a presentar quejas por el lamentable estado de higiene del predio de la estación ferroviaria. En esa misiva, la Intendencia local dice: “Ya no lo puede soportar por más tiempo esta Intendencia pues allí hay basura en putrefacción, letrinas en el más pésimo estado y en general, un abuso completo”.
 El 23 de septiembre de ese mismo año el municipio dictó una ordenanza estableciendo que el predio ferroviario debía ser cercado “con una verja” de hierro. Se conocía la intención de la empresa de levantar tapias en torno a la estación de trenes, cuestión que, con tino, era resistida por la Intendencia local. Los argumentos en contra de la tapia era que erigir la misma “sería como erigir una muralla china precisamente en el centro de la población, lo que, además de ser antihigiénico, le afearía horriblemente…”.
 Viendo las diferencia de criterio y a pesar de que la ordenanza que fijaba la obligatoriedad de poner rejas, se negoció que de manera provisoria la empresa ferroviaria pusiera un cerco de alambres, cuestión que al poco tiempo demostró no solucionar mucho las cosas pues continuó existiendo la misma suciedad en el predio. Tanto los peatones como los jinetes circulaban por improvisados caminos, entre los depósitos de leña, para ir de un lado a otro de la ciudad. Al costado de cada caminito podían verse las alimañas, los yuyales, ratas y la falta de higiene en general. Pero no era ése el único conflicto del trazado del ferrocarril en el centro de la población, también provocaba roces la ubicación de las casillas de maniobras en los cruces de las calles San Juan, Entre Ríos y Mendoza, entre otros.
 
Paren el alambrado
Vencido el plazo para el cercado provisorio, en 1897, la empresa inició los trabajos para realizar un cercado definitivo mediante un alambrado. La Intendencia de entonces, en defensa de los intereses de la localidad, apeló a la fuerza pública para detener los trabajos. Fue así que el propio intendente, Fermín Maciel, el 2 de febrero, concurrió hasta el lugar acompañado por José Altamira, jefe político, y policías uniformados para obligar a suspender las tareas de quienes trabajaban bajo las órdenes de la empresa ferroviaria. Por entonces los conflictos con Ferrocarril Central Argentino no era sólo por la higiene y el ornato del predio que ocupaba en la localidad, también existieron litigios por el pago de derecho de línea que el municipio le cobró a la empresa. Dinero que luego, fallo de la Corte Suprema de Justicia mediante, debió regresar con intereses. Con ese dinero la empresa construyó el túnel “Hermanos Seco”. Los reclamos por el cercado con rejas continuó a lo largo de diferentes administraciones municipales.  A partir de una ordenanza que estableció que los particulares debían realizar cercas y veredas o, en caso de que los mismos no lo hicieran el municipio realizaría las obras y le cobraría a los propietarios el costo de las mismas. El 30 de julio de 1932 se dictó una ordenanza autorizando la licitación de obras para realizar los cercos que no hubieran iniciados los particulares. El 13 de marzo de 1933 se licitó la construcción de verjas, cercas y veredas de los ferrocarriles Central Argentino y Pacífico. La adjudicación recayó en el ingeniero Agenor Villagra. Los trabajos se iniciaron el 18 de abril de ese año, pero un mes después las labores fueron paralizadas por   reclamos judiciales planteados por la empresa. El municipio, bajo la Intendencia de Parajón Ortiz, apeló la medida y retomó la obra hasta finalizar la construcción. Luego vino la tarea de cobrar los trabajos realizados, como era de esperar el Central Argentino se resistió al pago y debieron iniciarse acciones legales.  La empresa ferroviaria intentó sumarse a los reclamos que había despertado la ordenanza de cercos y veredas que había promulgado Parajón Ortiz, que terminó causando muchos litigios a vecinos que debieron enfrentar costos altos por trabajos realizados por el municipio en sus propiedades. En el enfrentamiento con el Estado local la empresa escondía su capacidad de pago, que difería a la de cualquier vecino, en tanto que Parajón Ortiz elevaba el tono de sus declaraciones con palabras altisonante y la consabida apelación al progreso de la ciudad. Fue una disputa donde ninguna parte mostraba francamente sus cartas y la pelea cubrió mucho espacio en la prensa escrita, pero también fue encauzada en los estrados judiciales. En primera instancia la Justicia le dio la razón al municipio, pero luego terminó favoreciendo al ferrocarril. De todas maneras las rejas y las veredas quedaron allí cercando el predio ferroviario sin impedir la visión por muchas décadas. En algún momento, sin muchas consultas y quizás sin derogar la ordenanza que fijó que estuvieran allí, las rejas fueron retiradas en varios sectores del predio ferroviario. Actualmente, en diferentes tramos del recorrido del ferrocarril han vuelto a poner alambrado a la vera de las vías y plantar arbustos, quizás con la idea de hacer un cerco verde que impedirá la visión.

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