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19 de Julio de 2015
Pablo Toranzo
El profesor de grabaciones en la hora de Música
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Guitarrista y licenciado en composición musical por la UNVM, Pablo Toranzo viene de editar un disco en el que participaron sus alumnos de colegios primarios y secundarios, el Conservatorio y la Universidad. Pasando por una decena de estudios locales y reuniendo a muchos artistas consagrados de la Villa (Pablo Balduzzi, Cecilia Briggs, Leo Daghero) “Reflejos Musicales” resume la visión pedagógica de Toranzo; quien durante 10 años registró el audio de sus clases de cara al futuro
 

Un maestro que no hace música con sus alumnos, no enseña música”, dice Silvia Malbrán; prestigiosa profesora de Psicología Auditiva. Y esa frase no sólo se volvió epígrafe del disco que acaba de editar Pablo Toranzo, sino también el puntapé inicial de un proyecto que desarrolló como profesor desde el año 2002. De este modo, pasando por colegios primarios y secundarios (Las Rosarinas y la escuela el Agustín Alvarez) como por el Conservatorio y la Universidad, el guitarrista oriundo de Cruz del Eje se propuso que la hora de Música fuera una hora de creación absoluta, un lugar donde trabajar con la materia sonora sea un hecho innegociable y un desafío de cara al futuro.  Y así, diez años después de las primeras grabaciones, Toranzo decidió que había llegado la hora de editar. Sus “Reflejos Musicales Volumen Uno” fueron presentados en el Conservatorio Felipe Boero el pasado 2 de julio. Beneficiado con la Ley de Mecenazgo municipal y el apoyo de Bienestar Estudiantil (UNVM), el disco es un verdadero collage musical pero además (y sobre todo) es una pedagogía; una conmovedora compilación de temas que va desde “Banderita” (compuesto por Pablo y el sexto grado de la Agustín Alvarez) hasta un cover de “Flaca” de Calamaro (por alumnos del secundario) llegando a una versión tan exquisita como demoledora de “Diamonds” (de Rhianna) a cargo de Agustina Solinas, una estudiante del Felipe Boero llamada a ser una de las grandes cantantes de la ciudad.

Estoy reunido con Pablo en la Medioteca pocos días antes de su partida a Brasil, donde el jueves 24 presentará su disco. Será en el marco del Congreso Internacional del Foro Latinoamericano de Educadores (Fladel) al cual pertenece. Así, sin más mediación que un café, comienza esta charla natural y fluida como una tranquila improvisación para guitarra y voz.
 
Génesis de un disco bello y necesario
-¿Cuándo empezaste a grabar a tus alumnos?
-Desde que trabajo como profesor. Eso fue en Las Rosarinas, en el año 2002. En ese tiempo, mi idea era dejar un registro de la hora de Música en la escuela, aunque no pensaba todavía en un disco. Empecé a manguear horas en los estudios de mis amigos y con el paso de los años fui armando un archivo importante. Me di cuenta que tenía mucho material y me pareció que grabar un disco era una coronación hermosa de diez años de docencia. 

-“Reflejos Musicales” abarca diez años de grabaciones en una decena de estudios de la ciudad ¿Cómo unificaste el sonido?
-Fue un lío bárbaro. Por suerte apareció Matías Trento, que lo masterizó para que el disco sonara con un concepto. “La próxima vez elejite una semana y grabamos todo de un saque y en un solo estudio”, me dijo. Seguro habrá una próxima vez, porque tengo material de sobra para el Volumen Dos.

-Hace pocos días presentaste el disco ¿Juntaste a todos los chicos que habían colaborado?
-Algunos chicos que habían grabado conmigo a los 15 años, ahora tienen 25 y me acompañaron a tocar en vivo. Eso fue algo que nunca pensé, tocar de nuevo lo que se grabó. Yo sólo había pensado en una charla y un par de temas, pero al final la presentación se convirtió en un reencuentro de promociones. 

-¿Qué temas elegiste para grabar?
-Desde canciones compuestas en colaboración con los alumnos del primario hasta temas de bandas que se formaban espontáneamente en el secundario. Muchas veces, esos mismos chicos me llamaban para tocar el bajo, por ejemplo, y ensayar en sus casas. 

-¿Eso pasaba mientras dabas clases?
-No siempre. A veces las grabaciones no se hacían en época de clases porque cuesta juntarse. Incluso a veces he grabado con chicos que ya habían egresados del secundario pero seguían enganchados al proyecto; como si la clase de Música siguiera más allá de la escuela. Al final éramos un grupo de gente que se juntaba a tocar porque se sentía bien. Y eso fue maravilloso. 

-En la lista de covers aparece “Flaca” de Calamaro y “Que ves el cielo” de Spinetta…
-Sí, eso se debe a que los chicos que recién empezaban querían tocar canciones fáciles. Y “Flaca”, por ejemplo, tiene solo cuatro acordes y cualquiera la puede aprender. Lo curioso es que, al poco tiempo, esos mismos chicos estaban haciendo temas sin saber componer…

-¿Cómo es eso?
-Traían las letras con los acordes dibujados, como en los cancioneros. Y eso me sorprendió. Yo les mostraba una canción mía y a la otra clase me traían la de ellos, como si djeran “nosotros también podemos”. Yo nunca fomenté la composición en el secundario, pero cuando pasaba era hermoso.

-¿Y por qué no fomentabas la composición?
-Porque es muy difícil enseñar a componer en un aula de 40 alumnos y una hora semanal, con un montón de elementos previos que los chicos no traían. Muy pocos sabían tocar un instrumento y la mayoría sólo tenía una enseñanza general de la música. Por eso me sorprendió que alguien compusiera de manera intuitiva. Eso ayuda a derribar barreras y prejuicios que muchas veces tenemos los docentes. A veces, el estímulo es más importante que cualquier metodología.
 
“Banderita”; un hit de la Agustín Alvarez
-El disco abre con “Banderita”, una canción compuesta por vos y los chicos de la Agustín Alvarez ¿Cómo surgió?
-Resulta que los chicos de esa escuela no cantaban el “Aurora” ni la “Oración”, que son las dos canciones que legalmente se pueden cantar cuando se hiza la Bandera. Entonces les propuse que hiciéramos nosotros una canción propia, para que saludáramos a nuestra enseña patria cada mañana. La hicimos en tiempos del mundial, así que había una efervescencia nacionalista muy fuerte en ellos. 

-¿Cómo fue esa creación colectiva?
-Traté de meterme lo menos posible en la composición. Sólo escribí la primera estrofa y a la segunda la armaron entre ellos y yo me limité a transcribirla. Se ve que la canción tuvo éxito porque hoy la siguen cantando en la formación e incluso ya la adoptaron otras escuelas. 

-¿Te esperabas algo así?
-¡Para nada! Todo lo que me pasó con esas grabaciones son “reflejos”, devoluciones inesperadas de mi laburo docente. Pero ojo, yo también soy lo que mis profes han reflejado en mí. Cuando iba al primario en Cruz del Eje, mi profe, Luis Apontes (que me hizo uno de los prólogos del disco junto a Coqui Dutto) nos incentivaba para hacerle una canción a la Bandera. Me acuerdo que yo iba a tercer grado y cuando me enteré, no veía la hora de llegar a sexto para participar. ¡Para mí era todo un orgullo!
 
La hora de Música en las escuelas argentinas
-¿Cómo ves la educación musical en los secundarios? 
-A mi modo de ver es muy básica. Para que te des una idea, muy pocos colegios tienen una “Sala de Música”. Cuando yo entraba a dar clases, salía el profesor de Geografía y entraba yo. Salía yo y entraba el de Plástica ¡Y todo en la misma aula! Leo Daghero, un músico amigo, trajo un día el saxo y les hizo tocar a todos. Cuando salimos de esa clase, eufóricos, ya tenía a dos profes quejándose por los ruidos; cuando debería ser al revés ¡Hay que preocuparse cuando de una clase de Música no sale ningún sonido!

-¿Pensás que esas situaciones se deben a las directivas de un colegio puntual o a la estructura general de las escuelas?
-Se debe a que en los secundarios todavía rigen metodologías muy tradicionales. Hay clases que se reducen a ver la película “Amada Inmortal” y llenar un cuestionario sobre la vida de Beethoven. O a exámenes teóricos. La pregunta es ¿cómo hacés para enseñar música dejando de lado el elemento sonoro? Es como si un profe de Educación Física tuviera que enseñar fútbol sin arcos ni pelota…

-En los años 90 hubo políticas tendientes a desaparecer las materias artísticas ¿Todavía subsisten esos coletazos?
-Seguro. La escuela, además, quiere tener todo muy controlado. Por eso es que un tambor o gente cantando rompe muchos esquemas. Hay algunas metodologías mías que van al choque pero creo que está en uno el defenderlas. En el secundario, a un profe le piden que haga un trabajo de seguridad más que enseñar una materia. Pero si los chicos “se dejan controlar” es porque están obligados a quedarse en el aula. En un taller barrial, con esa metodología vas muerto.

-¿Por qué?
-Porque los chicos no están obligados a quedarse; y si no les gusta la clase se van. Sos vos quien tiene que generar que ellos quieran quedarse.Y a eso lo generás sólo con laburo y propuestas. 

-¿En la escuela hay que enseñar Música como en los talleres?
-¡Claro! Históricamente, la autoridad escolar se ha ejercido mediante premios y castigos; pero eso ya no corre más. Lo que hace falta es una “autoridad profesional”. Cuando los chicos ven que el tipo que tienen al frente sabe su materia y le pone todo, entonces te respetan. Pero si ven que sos un improvisado y no proponés nada, entonces no te prestan atención. 

-¿Cuál es tu secreto para que los chicos se enganchen en tu hora?
-Ofrecerles algo que no puedan hacer en la casa. Y eso va desde armar un grupo de rock, organizar ensayos o grabar un disco de canciones donde queden registradas sus voces y sus versos. Y si ese disco sirve para representar la escuela, mucho mejor. Aunque se diga lo contrario, los chicos son muy felices cuando hacen algo en nombre del colegio…
 
Cuando se termina esta nota, Pablo me da una copia de su disco; y será recién al otro día cuando entienda cabalmente esto último que me ha dicho. Pongo “play” y entonces, con un fondo de sicus y guitarras, suena “Banderita”; la primera canción del CD. Y allí, en la voz de Cecilia Briggs y el coro de sexto grado de la Agustín Alvarez, escucho estas estrofas que me conmueven por su simpleza:
“Sube banderita/ llévame con vos/ quiero saludarte/ junto con el sol// Y sé que pronto volverás/ Y sé que a mi lado estarás/ Blanca y celeste como nube y mar/ El sol en tu centro como fuego está/ Paloma de la libertad/ Paloma siempre estarás// Banderita mía/ dame un sol/ en la oscuridad/”
Y en ese coro emocionado de chicos de once años, hay mucho más que el reflejo de una pedagogía; hay una convicción y un orgullo; el de saber que se está cantando como en los viejos actos del 9 de Julio en la madrugada; en nombre de una escuela y de una Patria que se abre, inmensa y maravillosa, como un campo en invierno.
 
Iván Wielikosielek


 

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