Ana Vega, una conocida vecina de barrio San Antonio de Villa Nueva, contó que conoció a M. C. (sólo por el momento reservaremos su identidad) en una plaza, cuando éste se encontraba con un grupo de adolescentes pertenecientes a una iglesia evangélica. En ese contexto, el hombre le comentó que construía casas y que pertenecía a la firma San Agustín, por lo que iniciaron un vínculo tendiente a levantar dos habitaciones en la planta alta de la vivienda de Ana.
M. C. la visitó, le pasó un presupuesto, ella comenzó a juntar el dinero y a los seis meses lo volvió a convocar para decirle que ya tenía la plata necesaria para la construcción.
Se encontraron, firmaron un contrato en una conocida escribanía y al poco tiempo Vega encontró que en Facebook se hablaba de que este hombre había estafado.
Ana se contactó con la denunciante por la red social, quien le advirtió que M. C. le robaba a la gente. Sin embargo, retomó la confianza hacia él cuando éste le explicó que la acusación sólo obedecía a un problema con su exnovia, que buscaba así dejarlo mal parado. Vega se conformó con esa versión.
El trabajo costaba 45.500 pesos. Cuando pudo reunir plata, con mucho sacrificio, Ana le entregó los primeros 25.500.
“Vino, colocó cuatro postes, unas placas de durlock, pusieron la cerámica, trabajaban dos o tres horas y al poco tiempo desaparecieron”, detalló al ser entrevistada por EL DIARIO.
“Comencé a llamarlo y me decía que tenía problemas. La realidad es que se gastó la plata que le di para el material”, resumió.
La vecina acudió al Colegio de Abogados, a Tribunales, a la Comisaría de Villa Nueva, habló con un abogado, con una escribana y ahora acude a los medios de comunicación.
“Un abogado me dijo que no puedo hacer nada porque no tiene nada a su nombre. Iba a terminar poniendo plata yo para no lograr nada”, declaró resignada.
Contó lo sucedido en Facebook y así detectó que lo que le ocurrió a ella también les pasó a otras personas.
“Todos tenemos contratos firmados en escribanías, pero una escribana de confianza me dijo que eso sólo sirve para certificar la firma, nada más”, comentó.
Aseguró que un hombre que también resultó damnificado por el accionar de M. C. “le entregó un auto, que ya logró recuperarlo, pero todavía le falta recuperar la plata que le dio” y agregó que también fue estafada “una cuadrilla de trabajadores completa”.
En el contrato el plazo de obra era de 30 días, incluso menos, tiempo si regía un buen clima. “Ya pasaron tres meses”, precisó Vega.
“No puede ser que no pueda hacer nada. No puede ser que una persona ande por la vida estafando a los demás y nadie pueda hacer nada”, indicó amargada.