Un hermetismo pocas veces visto rodea toda la investigación en torno al asesinato de la docente jubilada Vicenta Ginestar, de 72 años, quien fue hallada el viernes último en su vivienda de la zona céntrica de La Carlota, con muestras de haber sufrido una violencia brutal por parte de delincuentes que la atacaron.
El silencio que guardan las autoridades judiciales intervinientes, encabezadas por el fiscal Enrique Berger, estarían directamente relacionadas con elementos “clave” para la investigación hallados en el escenario del crimen.
Algunas de esas posibles evidencias están siendo periciadas en Córdoba y se aguardan los resultados para dar “pasos certeros” hacia los autores del aberrante crimen.
Los investigadores aceptan que se trabaja “en más de una hipótesis” , aunque confían que “cada vez son menos”, ya que aparentemente va quedando en claro que la jubilada docente “posiblemente” reconoció a alguno de sus atacantes, por lo que después de robarle dinero y joyas los invasores de su domicilio tomaron la terrible decisión de darle muerte, algo que aparentemente no tenían decidido en primera instancia, ya que no llevaban armas y la muerte se produjo por asfixia.
En declaraciones publicadas en la web de la FM local Estrella, el fiscal Berger confirmó que “la mujer murió por asfixia”.
“No puedo decir si la estrangularon para que ese fuera el final. No quiero dar detalles para no hacer fracasar la investigación… Sólo puedo decir que hay indicios muy fuertes que nos dan mucho optimismo… Hemos ordenado peritajes y se están tramitando muchas medidas tendientes a lograr el éxito en la marcha de la investigación”, agregó.
No cesa el dolor
En tanto, el tema no se mueve de las redes sociales. El pésame a la familia y los pedidos de justicia se multiplicaron.
Entre todas las expresiones, rescatamos la carta de un exalumno de la docente asesinada.
“Yo tenía un lápiz Faber y un cuaderno Gloria, y me dijo, como a todos una mañana en la Escuela Fortín Heroico: “Esta es la letra A”. Después con ella supimos leer y escribir, además de enseñarnos respeto, buenas costumbres, dándonos ejemplos.
Una mañana nos dijo que teníamos que pasar a segundo grado y vimos que se emocionaba y nos despidió con besos. Luego, volvió a ser mi maestra en sexto grado, y me dijo un día: “Escribir es pintar con palabras, nunca te olvides de eso”.
Y luego quise ir al Liceo, en Córdoba, y entonces iba a su casa junto a dos compañeros, y nos ayudó con su saber y su constancia a pasar el examen con éxito.
Lamento este final que no mereció jamás porque nadie lo merece, y que sin dudas es obra de quienes tienen por guía en la vida los rastreros y miserables consejos del mal, del odio, del individualismo, la crueldad, la irresponsabilidad y la ignorancia.
La Justicia deberá explicar pronto las circunstancias de su muerte, que ha golpeado a la sociedad toda, porque también la sociedad ha sido agredida con ella.
Sabemos que Dios te recibió en su casa, con el tierno abrazo de su Hijo y la sonrisa de María.
Que tus familiares puedan calmar este dolor enorme, aunque será muy difícil.
Que descanses en paz, Señorita Vicenta”.
Tu alumno, Rodolfo